12 años después del éxito de 'El nombre del viento', el escritor superventas arrastra problemas de salud mental y sigue sin publicar la tercera parte de la saga
Ocurrió a principios de este verano y hacía tiempo que el anuncio de un libro no levantaba semejante polvareda. Penguin Random House informaba de que uno de sus grandes lanzamientos editoriales para el otoño de 2023 sería The Narrow Road Between Desires, lo nuevo del escritor de fantasía estadounidense Patrick Rothfuss. Y las redes estallaron. El problema es que ni el libro era nuevo -se trataba de una ampliación de un cuento suyo anterior- ni era el que sus millones de lectores esperaban: el final de la trilogía Crónica del asesino de reyes iniciada en 2007 con El nombre del viento, seguida en 2011 con El temor de un hombre sabio y que hoy, 12 años después, aún espera su conclusión, que debería llamarse Las puertas de piedra.
Prueben a echar un vistazo a las enfurecidas críticas en Goodreads a un libro que, en realidad, aún no se ha publicado: "¿Dónde están Las puertas de piedra? Puedo entender que un autor se quede atascado o que la vida suceda, pero ¿12 años?" "El tipo solía ser escritor, ahora es un influencer, y todos sabemos que los influencers no pueden escribir". "Este hombre defraudó a los fanáticos leales y continúa encontrando medios baratos para quitarles aún más dinero. Una vez fui un gran fan, pero ahora estoy decepcionado y amargado". "Es un estafador". "El autor es un ladrón y un mentiroso. Robó unos 300.000 dólares a sus fans y aún no ha cumplido sus promesas".
Esperen un momento. ¿A qué se refiere el último comentario? En diciembre de 2021, Rothfuss anunció en Twitter que, si conseguía 333.333 dólares en una subasta para su propia fundación de caridad, haría público un capítulo de esa tercera y esperadísima parte en la que llevaba, supuestamente, años trabajando. Obtuvo aún más dinero, pero nunca entregó el capítulo. Poco antes, su editora Betsy Wolleheim confesaba que no había visto "ni una sola palabra del tercer libro" y dudaba que el escritor hubiera vuelto a escribir algo desde al menos 2014.
El temor de Rothfuss
Desde que internet y las redes sociales alteraron drásticamente la relación del escritor con sus lectores, el fandom no volvió a ser lo mismo. El "Autor" intocable de antaño, que sólo se ponía a tiro episódicamente en firmas y ferias de guardar, ahora se ve sometido al escrutinio y a la interpelación incansable de sus seguidores. Y estos, conscientes de sus nuevos poderes, no dan tregua. Resulta paradigmático el caso de las sagas, tan común en los géneros de ciencia ficción y fantasía, que además sufren las sacudidas de sus versiones televisivas. Conocido es el caso de George R.R. Martin, acusado hasta el vituperio por sus acérrimos de olvidarse de los dos libros que le faltan para concluir su Canción de hielo y fuego una vez finiquitada la adaptación de HBO. Pero en el caso Rothfuss entra en juego un elemento disruptor que lo cambia todo, un secreto a voces: la salud mental.
Hablamos con una fuente de su grupo editorial en España que conoce bien a Rothfuss y prefiere no dar su nombre: "Patrick sufre de trastorno ciclotímico. El caso es que no está nada bien de salud, pasa temporadas largas fatal. Y así no se puede culminar el gran trasto de obra que ha proyectado. Se bloquea, se deprime, se tira meses sin poder escribir... No es ningún secreto, es sólo que la gente no une los puntos. No entienden que el tío no anda bien de salud como para zanjar el jardín en que se ha metido. Y él no dice nada. Alguien debería de mentar a la bicha y de decirle a la grada que le dejen en paz".
La escritora de fantasía y ciencia ficción Cristina Jurado, ganadora de tres Ignotus, añade que, aunque todas las personas que escriben ansían ser leídas por cuanta más gente mejor, pocas están preparadas realmente para asumir un éxito planetario. "Es bien conocido que Rothfuss lleva años luchando contra la depresión y la ansiedad. Seguramente las expectativas de quienes le leen, aunque bienintencionadas, no han hecho sino incrementar el tamaño de sus fantasmas".
"Su audiencia se siente traicionada porque quizás el autor no ha sabido comunicar los obstáculos que le están impidiendo terminar su trilogía. Pero, ¿hasta qué punto un autor o autora debe compartir sus problemas de salud mental con su audiencia? Y ¿con qué derecho se le exige que responda a las expectativas del mercado? Como escritora, creo que una creadora solo tiene que responder ante sí misma, aunque respete a quienes la leen. Si se pliega a los anhelos de quienes reciben su trabajo, entonces deja a un lado su personalidad artística para convertirse en un producto más".
En cualquier caso, ¿se puede decir que hemos perdido el equilibro entre la capacidad productiva del autor y la lógica demanda del lector que aguarda al pie de la librería su nueva dosis? Cristina Macía es precisamente la traductora de R. R. Martin al español y considera necesario diferenciar: "Lo primero sería distinguir entre 'los lectores' y 'los lectores en Twitter'. Que no veo yo que vayan juntos. Generalizando, esto de tener expectativas sobre la obra de un autor está muy bien, señal de que te interesa su obra. La cosa deja de estar tan bien cuando la gente pasa de tener expectativas a creer que tiene derechos. Mientras traducía Tormenta de espadas murió mi primer marido. Sí, me retrasé en la entrega, cosa que la editorial entendió (y me dio todo su apoyo). Pero no se me olvida que un grupito de 'fans' me llamaron de todo y me mandaron a tomar antidepresivos".
Malditas trilogías
¿Nos hemos vuelto locos con las trilogías? ¿No son precisamente esos exagerados compromisos de un escritor, que el tiempo inmisericorde golpea cuestionando las fuerzas y el proyecto original, los culpables de que las relaciones con los lectores se enturbien peligrosamente? La escritora Elia Barceló, gran dama de la fantasía en nuestro país, ha probado esa miel ya en varias ocasiones -como en su trilogía Anima mundi o en la nueva que escribe ahora- y tiene algo que decir al respecto:
"La cuestión de las trilogías siempre resulta problemática y las cosas se complican aún más según la perspectiva del creador o la del fan. Los lectores que siguen una saga, leen mucho más rápido que quien la escribe. Esto suena tonto, pero tiene su miga. Muchos lectores no parecen comprender que el escritor necesita mucho más tiempo que el lector y que, además, no es ese el único factor. También necesita estar en la onda mental, in the mood como dicen en inglés, de esa historia que ya se le está haciendo larga. Cuando una empieza un proyecto de largo aliento (hablo por mí) sabe que habrá altibajos en su entusiasmo y que es muy probable que se le crucen otras historias. Si el enamoramiento con la idea inicial de esa trilogía decae, seguir escribiendo es agotador, porque ya no es el entusiasmo el que te hace levantarte cada mañana, sino la conciencia del deber. Y eso a veces no basta. Además, no eres el mismo que el del año en que empezaste. Uno se enferma, se rompe una pierna (como me pasó a mí), se enamora, se divorcia, tiene hijos... También sucede que, una vez publicadas las dos primeras, y mucho más si han tenido un gran éxito mundial como Rothfuss, el autor empieza a tener serias dudas sobre si será capaz de ofrecer ese broche de oro al que sus lectores piensan que tienen derecho".
Barceló niega que exista tal "derecho", que la vida ya es suficientemente azarosa e imprevisible, y ofrece un consejo a los fans: "Disfruta de lo que hay y, si tanto te duele, no vuelvas a empezar una serie que no esté completa. No tienes ningún derecho sobre la vida y el trabajo del autor. Si lo quieres, anímalo y apóyalo ahora que no está bien. Quizá cuando mejore recupere el entusiasmo. Y usa tu propia imaginación para completar la historia".