Compro una pequeña parte. Creo que hay una base que puede ser cierta, pero no es común, y a partir de ahí desarrolla y llega a conclusiones erróneas en base a dar por segura esa base.
En su momento yo estaba perdidísimo en la vida, no había nada que me motivase, no sabía qué estudiar, ni qué hacer, ni nada. El WoW me pilló por delante y me enganché demasiado, entrando en un círculo vicioso. Como no me motivaba nada, solo jugaba al WoW, y como solo jugaba al WoW, tampoco encontraba otra cosa que me motivase.
Cuanto más tiempo pasaba más se convertía el juego en el centro de mi vida, llegando a dedicarle de media más de 12 horas diarias, reventándome completamente los ciclos de sueño (cosa que aún no he conseguido arreglar hoy en día), y no centrándome en nada que no fuese la siguiente raid, reputación, o logro. Vivía para jugar al WoW, y ya está.
Tampoco es que todo fuese negativo, me lo pasaba bien, me aportaba retos, conocí a mucha gente con la que me sigo hablando hoy en día... pero no era sano, y me estaba jodiendo la vida. Obviamente lo mejor en ese caso era cortar y controlar un poco.
Lo de que la vida real es mejor y aporta más que cualquier videojuego es el clásico comentario de cuñado absoluto, y por generalizar yo también, no veo qué te aporta irte a una discoteca o a un bar que no te pueda aportar una partida con unos amigos. Son gustos.
Pero el problema principal es no todo el mundo está ni de cerca en esa situación, ni aunque le dedique un cojón de horas a los videojuegos. Y aunque lo estuviesen, la solución no tiene que ser cortar con todo. La vigorexia es mala, pero nadie te va a recomendar que nunca vayas al gimnasio ni hagas ejercicio porque hay gente obsesionada con ello. Pues lo mismo.