Isolee
Bailey
Mientras su padre se prepara, Bailey acaba de desayunar y deja sus cubiertos en el lavavajillas. Entonces, coge guantes, bolso y boina, toma la correa de King del armarito junto a la entrada, y sale al exterior. A King no parece hacerle mucha gracia lo de la correa, acostumbrado como está a ir por donde le da la gana entre la casa y los campos de alrededor, o cuando Bailey decide hacer jogging en el bosque. Sin embargo, su dueña sabe que no le gusta a todo el mundo el ver un perro suelto.
El frío en el exterior es un poco molesto, pero la verdad es que Bailey lo encuentra vigorizante. Incluso mientras éste le muerde las mejillas y las pantorrillas, Bailey sonríe, disfrutando incluso la forma en que su aliento hace vapor en el aire.
Por otro lado, cuando ve la espesa capa de nieve alrededor de la casa, y al medir lo que se hundiría su pie en ella, no ve otra opción que volver a la casa y cambiar sus zapatos por botas de nieve. Un par no muy largo, pero que la cubren lo que hace falta. Saca las botas de su padre para dejárselas a la vista, y se lleva sus zapatos en la mano, adivinando que en la Lonja y en Innisport mismo la nieve probablemente se esté haciendo charcos y algo de barro.
Tras dejar los zapatos y su bolso en el coche, Bailey despliega la capota. Ya casi ha terminado cuando su padre entra en el garaje y sube al coche, seguido de King, que salta al asiento de atrás. La rubia es la siguiente en subirse una vez está segura de que la capota no le va a jugar una mala pasada. Tras ponerse los guantes de lana, afianzarse bien la boina ponerse las gafas de sol y girarse para darle una caricia tranquilizadora a King, Bailey se endereza, asiente hacia su padre y pone en marcha el coche.
Que con el frío, no lo hace a la primera. El Eclipse de Bailey ya era de segunda mano y algo viejo, así que el frío no le sienta del todo bien. Pero tampoco es un coche poco fiable. Mientras deja que la calefacción se haga notar, Bailey introduce uno de los casetes que tiene preparados para cuando su padre monta con ella el coche... lo que se traduce en un volumen de la radio bastante menor al habitual, y una música algo menos provocativa de lo que suele escuchar.
Animada por el frío, la música, la presencia de su padre y un plan con esperanzas de funcionar, Bailey mueve cabeza al ritmo de la música mientras saca el coche a la carretera con la habilidad de una conductora consumada.