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Me estoy dando cuenta del cine de Sean Baker que, al menos para mí, es como abrir la ventana de tu casa y mirar a la calle y ver a gente normal haciendo cosas normales, simplemente viviendo sus vidas, todo es tan natural y tan poco edulcorado y con tan poco artificio que no puedo evitar pensar de otra manera.
Todo esto sin dejar de lado la parte artística del cine, lo que hace que el cine sea cine, y obviamente contamos con una gran historia, un gran guión, grandes interpretaciones, gran dirección, gran fotografía... Y esta película no es una excepción, de hecho quizás es el mejor ejemplo de esto.
Los escenarios coloridos, incluso con tintes wesandersonianos en la fotografía, y que la película se cuente mucho a través de los ojos de una niña que básicamente se pasa el día jugando contrastan, de forma totalmente acertada y deliberada, con una historia cruda y oscura que lamentablemente, como también pasa en las otras películas de Baker, bebe demasiado de la realidad, y este contraste, así como todo lo comentado arriba, conforman un producto bastante redondo que no podrás evitar que te mantenga pegado a la silla.
Me ha encantado, recomendadísima a todo el mundo y si tuviera que darle una nota le daría un 8.