Punk
Fermin Muguruza: “Estos conciertos volverán a ser primera línea del frente”
El cantante nos habla de su vuelta a los escenarios, de su larga carrera y de la gira internacional para 2025 que ya está en marcha.
Ikor Kotx
Ignacio Pato
@ipatolorente
22 jun 2024 12:08
Pocos artistas consiguen algo parecido. Cuarenta años sobre el escenario. Decenas de canciones coreables por varias generaciones. Una trayectoria estilística inquieta pero fluida en una carrera interdisciplinar que ha tocado la novela gráfica, el documental, la ficción y la animación. Ideas tan firmes como en movimiento que ahora acompañan, en su cara, un gesto de ilusión. También de razonable tensión positiva ante lo que está por venir.
Fermin Muguruza (Irun, 1963) acaba de anunciar una gira internacional para 2025. A la doble cita de diciembre en Bilbao para la que todo se agotó en minutos se agregan ahora el Palau de Sant Jordi de Barcelona, el WiZink madrileño y conciertos en Santa Cruz de Tenerife, Santiago de Compostela, París, Berlín, Santiago de Chile, Buenos Aires, Ciudad de México, Tokio o el estadio donostiarra de Anoeta, con tickets a la venta este mismo domingo, dos días antes de que se abra la taquilla para el resto de ciudades. La hoja de ruta es ambiciosa y justificada: celebrar las cuatro décadas de Muguruza como músico, de Kortatu a sus discos en solitario pasando por Negu Gorriak.
Hace once años de tu última gira internacional. ¿Por qué decides volver ahora?
En primer lugar, porque las 16.000 entradas en total para los conciertos del pabellón Miribilla en Bilbo se vendieron en muy pocos minutos. Mi idea, tras un tiempo sin actuar y un proceso de preparación emocional para lanzarme, era hacer un concierto de aniversario de mis 40 años en la música. Incluso antes de la muerte de mi hermano, tenía pensado hacer algún concierto para reivindicar toda esta época de mi vida. Llegó la muerte de Iñigo. También la pandemia. Y me fui distanciando de los escenarios.
Se cumplían 40 años de la maqueta y el primer concierto de Kortatu, así que pensé que quizá sí era el momento de hacer una fiesta de celebración de este tiempo en los escenarios
En los últimos años he hecho alguna colaboración, como con Des-Kontrol en la cárcel de Zaballa, en la Itsas Martxa o en la fiestas de mi barrio de Irun, Mosku, con Bad Sound System, pero nunca un concierto con una banda mía. Después de toda la promoción de Black is Beltza II: Ainhoa en paralelo al documental Bidasoa 2018-2023, acabé agotado. Pero se cumplían 40 años de la maqueta y el primer concierto de Kortatu, así que pensé que quizá sí era el momento de hacer una fiesta de celebración de este tiempo en los escenarios. Pensé también, como fecha, diciembre, alrededor del cumpleaños de Iñigo, que cumpliría 60 el 17 de diciembre, y caí en el siguiente viernes, que además es víspera de Santo Tomás, una de las fechas importantes en Euskal Herria.
La respuesta fue abrumadora.
Tenía pensado anunciarlo mucho más tarde, pero hubo acontecimientos que lo precipitaron. Por un lado, lo del instituto Bellreguard (València), donde llevaron a juicio a la directora y el consejo directivo acusándoles de apología del terrorismo por un mural que me homenajeaba. Mostré mi solidaridad y dije que responderíamos con más cultura. Después de eso, Itziar Ituño me dedicó un premio cantando Sarri, Sarri. Y, además, el Athletic ganó la Copa y salieron con la txaranga de Asier Villalibre cantando ese mismo tema y Zu atrapatu arte. Supe que había que salir ya. Se vendieron las ocho mil entradas del viernes, anunciamos el sábado y lo mismo. Enseguida dije que me ponía a estudiar qué podíamos hacer en 2025. Queríamos anunciar la gira antes de verano y toda a la vez, para evitar esa ansiedad de quedarse sin entrada. Incluso en Euskal Herria. Nos hemos animado con una locura, una de esas cosas que se pueden hacer solo una vez en la vida, tocar en el estadio de fútbol de Anoeta. No quiero caer en esta obsesión de ahora del sold out.
Te acompañarán en el escenario Lide Hernando, Myriam “Matah”, Víctor Navarrete, Gerard “Chalart 58” o Xabi Solano, entre otros músicos y técnicos, como el ingeniero de sonido Angel Katarain. Da la impresión de que van a ser mucho más que conciertos. Tú mismo has hablado de una “ceremonia de los abrazos”.
Son muchas las generaciones que se van a encontrar. Eso ya es peculiar. Podría tener un perfil de seguidores que estuvieran cercanos a mi edad, pero es que mucha gente que empezó a seguirnos con Kortatu tenían ya 40, que ahora son 80. Yo el año que viene, sobre el escenario, voy a tener 62. Pero luego tenemos la franja que está ahora entre 40 y 60 que entraron con Negu Gorriak. Más los que eran más jóvenes cuando empecé con Brigadistak. Pensaba que gente de entre 16 y 25 no vendría tanto y viendo datos de Miribilla nos hemos quedado sorprendidos porque también quieren estar en ese concierto.
“Que no pueda tocar en València, Extremadura o Asturies es debido a que soy un trabajador de la cultura vetado. Esto crea un ambiente de lucha”
La ceremonia de los abrazos alude a que hay una sensación de solidaridad entre la gente que va a este concierto, que saben que no solamente van a un espectáculo musical. Van a ver a una persona que pasó del castellano al euskera, que ha ido tejiendo redes de complicidad por todo el mundo, perseguido en todas sus épocas y donde hay lugares en los que no puede actuar. Que no pueda tocar en València, Extremadura o Asturies es debido a que soy un trabajador de la cultura vetado. Esto crea un ambiente de lucha. Además, hay mucha gente que se ha ido retirando de diferentes batallas. Por la edad, por desengaños, enfermedades, escepticismo, cansancio o desgaste. Pero a este concierto irán. Esa ceremonia de abrazos se da en ese sentido: un montón de gente curtida en la calle se vuelve a encontrar con una música que ha sido la banda sonora de sus vidas. Es emocionante poder provocar eso. Aunque creo que siempre he estado en la línea del frente, estos conciertos van a volver a ser primera línea.
Durante las dos últimas décadas no has tenido fácil tocar en Madrid por presiones políticas. ¿Crees que habrá algún intento de veto?
Sabemos que habrá presiones para que el concierto de Madrid no se haga. Si no, seríamos ingenuos, En cualquier momento, la bestia empezará a dar coletazos. Estoy muy agradecido a la gente del WiZink y ojalá podamos hacer el concierto. Desde 2003 con Manu Chao, estuve en Joy Eslava con The Suicide of Western Culture, pero de una manera más experimental. En 2004, en Rivas organizado por Ladinamo. Pasó mucho tiempo hasta 2016 que hice, con Raül Refree y Albert Pla, la obra de teatro Guerra en Nuevo Apolo. Pero considero que con mi banda no he podido ir a Madrid desde 2003. Por eso, ir al WiZink es también una victoria. Si no pudiéramos tocar allí sería un escándalo, pero dentro del contexto de una gira internacional, sería un escándalo internacional. Para mí es un gozo y un orgullo volver a actuar en Madrid, donde la gente ya se está movilizando. El martes salen las entradas y, para nosotros, es importante tener un colchón fuerte de tickets vendidos para este concierto.
Resulta obvio decirlo, pero seguro que Iñigo Muguruza, tu hermano, será una de las presencias emocionales más fuertes de toda esta gira. La música de alguno de los temas que hayas cantado a coro con más gargantas, como Itxoiten, es suya.
Me hablas de eso y me recorre un escalofrío. Toda mi vida musical está compartida con mi hermano. Incluso en los discos en solitario está, aparte de su apoyo, su firma, su sello de identidad. Por ejemplo, componiendo conmigo Newroz. La última vez que actué con banda grande fue con la Micaela Chalmeta Big Band del Taller de Músics. Animé a Iñigo a que viniera a tocar a Barcelona, al Grec. Fue la última vez que se subió conmigo a un escenario. Está grabado y cada vez que lo veo me derrumbo. Pero también ya soy capaz de darle la vuelta y decir “estos conciertos también van por ti”. Sus hijos y los míos me han animado mucho. Es un momento frágil para un músico, el pensar que se ha acabado. Pero tienes a un montón de gente, un tejido social, no soy ningún equilibrista que actúa sin red. Tengo red.
Foto: Ricardo Rubio
Cuando estuve en Latinoamérica, en México y Colombia, mucha gente me decía “¡tienes que hacerlo por Iñigo!”. Te lo cuento así en una frase, pero imagínalo adornado con ese realismo mágico impresionante suyo. Y es verdad que esta gira va por él. Tampoco quiero olvidarme de que voy sin mi mánager de toda la vida, Amaia Apaolaza, que nos dejó hace nueve años. Y de Carlos Undergroove, diseñador desde hace dos décadas de mis discos, carteles de giras o cinematográficos, que falleció el año pasado.
Hay huracanes que matan de bala y huracanes que matan de hambre. El neoliberalismo es la mayor pandemia que puede haber en este mundo
Los ataques a Palestina, la ofensiva de la extrema derecha a nivel mundial… ¿Cómo ves el mundo?
Está todo fatal. He seguido procesos de paz y todo lo que ocurrió en Colombia con la llegada de Gustavo Petro y Francia Márquez me pareció muy ilusionante. Siempre hay que mirar a Latinoamérica. Pero qué duda cabe de que en este mismo momento en que estamos hablando el estado de Israel practica un genocidio a la vez que roba tierras palestinas. En estos conciertos, Palestina estará más presente que nunca. También me llegan noticias aterradoras desde el Congo. Hay huracanes que matan de bala y huracanes que matan de hambre. El neoliberalismo es la mayor pandemia que puede haber en este mundo. Vimos cómo aumentaron las bolsas de pobreza en Brasil con Bolsonaro y lo vemos ahora en Argentina con Milei. Es terrible esta ola de extrema derecha, pero no puede paralizarnos. En Francia se conforma un Frente Popular, que quizá no llegue a tiempo para frenarles, pero por lo menos hay un primer movimiento absolutamente necesario. Precisamente, cuando comencé con Kortatu había un movimiento antifascista y de revival del ska con 2 Tone o los festivales de Rock Against Racism intentando frenar la subida del National Front. Hoy, la cultura tiene que ser un activo tan importante como entonces.
¿Hay esperanza? ¿Por dónde pasa un futuro más justo?
Hace poco he estado con Angela Davis en la Fira Literal de Barcelona. He podido compartir tiempo con ella y ha sido maravilloso, como siempre. La charla que dio fue inspiradora. Le preguntaron eso mismo que acabas de formular. Y ella dijo que la esperanza es una disciplina. Una esperanza que se trabaja día a día. Recuerdo, de otra vez con ella, cómo Davis contaba que cuando hablaba con su abuela, se daba cuenta de que sus antepasados tenían que imaginar que un mundo sin esclavitud llegaría. Hay que seguir esas enseñanzas y no decaer.
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