El inventor que creaba robots para el emperador Carlos V

Fran Navarro
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En las cortes de Carlos V y Felipe II, donde el fulgor del Renacimiento español alcanzaba su apogeo, tenemos la desconocida figura de Juanelo Turriano, un relojero e inventor de origen italiano cuya maestría mecánica dejó algunos de los inventos más curiosos de la historia del Imperio español. Nacido en Cremona, Turriano fue llevado a España por su fama de maestro en la construcción de ingenios mecánicos y astronómicos, y pronto se convirtió en relojero real. Entre sus obras más destacadas se encuentra el Artificio de Toledo, una creación diseñada para elevar agua desde el río Tajo hasta la ciudad situada en las alturas, resolviendo un problema de abastecimiento de agua mediante la tecnología. Este artefacto subraya la destreza técnica de Turriano y refleja la ambición de una era que buscaba fusionar la utilidad con el asombro, marcando un hito en la intersección de la ciencia, la tecnología y la cultura del siglo XVI.
Retrato de Juanelo Turriano. Jhuan232 / Wikimedia
El apogeo del Imperio español
En el siglo XVI, España se consolidaba como una superpotencia bajo los reinados de Carlos V y Felipe II, quienes fomentaron una era de intensa búsqueda de innovaciones tecnológicas para fortalecer su dominio global. En esta época, la corte española se transformó en un centro de acumulación de sabios, ingenieros y científicos, atraídos por la promesa de patrocinio real y la oportunidad de resolver problemas complejos mediante la tecnología. Juanelo Turriano, con sus habilidades excepcionales en relojería y mecánica, se insertó perfectamente en este contexto, destacando como una figura central en el impulso hacia la innovación mecánica en la corte española.
El monje autómata creado por Turriano exhibido en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York en 2020. Daderot / Wikimedia
Juanelo Turriano
Giovanni Turriano, castellanizado como Juanelo Turriano, nació en Cremona, Italia, en torno al año 1500, en el seno de una familia con suficientes recursos para proporcionarle una educación que le permitiera ascender socialmente. Pronto se distinguió como relojero, un oficio que combinaba artesanía, mecánica y ciencia, y que le brindó reconocimiento entre los círculos intelectuales de la época. Su habilidad lo llevó a la corte española, donde fue nombrado relojero real por Carlos V, y más tarde continuó su labor bajo Felipe II. En España, Turriano colaboró con figuras eminentes como el arquitecto Juan de Herrera, con quien compartió proyectos y exploraciones en ciencias y mecánica. Su trabajo avanzó el estado del arte en ingeniería hidráulica y relojería, además de fomentar una cultura de innovación en la corte española, contribuyendo al esplendor científico del Renacimiento español.
Ruinas del artificio de Juanelo en Toledo. Serafín Avendaño / Bernardo Rico / Wikimedia
El Artificio de Toledo
Diseñado por Juanelo Turriano en el siglo XVI, el Artificio de Toledo es un testimonio de ingeniería avanzada y visión innovadora. Este ingenio mecánico fue concebido para resolver un problema crítico: el suministro de agua a la ciudad de Toledo, situada sobre un promontorio a casi cien metros por encima del río Tajo. El desafío era monumental, dado que las soluciones anteriores dependían exclusivamente del trabajo manual y de animales.
El Artificio utilizaba la energía hidráulica del río para mover una serie de ruedas, engranajes y cazos que, a modo de una cadena sin fin, elevaban el agua a través de una estructura de madera y metal ingeniosamente diseñada. Este sistema de "escaleras de agua" demostraba el genio mecánico de Turriano y representaba una de las primeras máquinas automatizadas de Europa en realizar una tarea de infraestructura a gran escala.
A pesar de su éxito inicial, que mostraba la capacidad del Artificio de elevar diariamente miles de litros de agua al Alcázar de Toledo, el proyecto se vio empañado por controversias financieras. La ciudad, beneficiaria del agua pero no responsable directa del encargo, se negó a pagar a Turriano los costos acordados, argumentando que el agua se utilizaba principalmente en el Alcázar real y no en la ciudad. Esta disputa condujo a Turriano a una grave crisis financiera, agravada por la falta de apoyo continuo de la corona, lo que culminó en su ruina económica y personal.
El Artificio funcionó hasta 1617, pero la falta de mantenimiento y la desatención lo llevaron al abandono, simbolizando tanto la genialidad como la tragedia en la vida de Turriano.
Además, Turriano creó otros robots de corte más, digamos, recreativo. El autómata monje es una fascinante expresión del ingenio renacentista en la confluencia de la religión y la robótica temprana. Este autómata fue diseñado para replicar las acciones de un monje en oración: caminando, golpeándose el pecho en penitencia y moviendo los labios como si rezara. Construido con intrincados mecanismos de relojería, el monje servía como objeto de devoción y como demostración del poder y la sofisticación tecnológica de la época. Representa una mezcla única de arte, tecnología y fe.
Un genio olvidado
A pesar de su genialidad, Juanelo Turriano terminó en la indigencia, una paradoja que subraya la volátil relación entre innovación y reconocimiento. Su impacto en la ingeniería fue significativo, aunque muchos detalles de sus inventos se perdieron, dejando un manto de misterio que alimenta su leyenda. La escasa documentación sobre sus mecanismos ha convertido a Turriano en una figura casi mítica, resaltando la ironía de cómo el olvido puede seguir a la fama, incluso para los más brillantes innovadores de la historia.
Esquema del Artificio de Juanelo. I, Yomangani / Wikimedia
Juanelo Turriano, aunque no tan renombrado como Da Vinci, compartió un genio comparable en su capacidad para fusionar ciencia, tecnología y arte. Su legado, marcado por innovaciones que se adelantaron a su tiempo, subraya la importancia de redescubrir y valorar a figuras como él, cuyas contribuciones han moldeado profundamente el mundo moderno. Reconocer a estos pioneros no solo enriquece nuestra comprensión de la historia, sino que también inspira la continua búsqueda de soluciones ingeniosas a los desafíos contemporáneos, recordándonos el impacto duradero que el ingenio humano puede tener en nuestra sociedad.

Fuente:
https://www.muyinteresante.com/historia/65551.html?utm_source=pocket-newtab-es-es
Pd: Qué grande fue el imperio español y la mierda que somos ahora 