Tharitley
No existe querer jugar, sólo querer jugar a. Nadie tiene como impulso vital la sensación de decir me apetece jugar. Así, sin más. Tan sólo me apetece jugar a seguido de aquello a lo que deseas jugar. Si no es así, entonces es que no quieres jugar, tan sólo estás aburrido y sientes que tienes que hacer algo y ese algo es jugar, que es justo lo que he detallado en el mensaje anterior. Una trampa psicológica como tú lo llamas, falta de autocontrol y conocimiento de las emociones propias como yo lo describo.
Tharitley Es la misma lógica que seguiría alguien cuyo plato favorito es una pizza, pero solo la puede comer 1 vez al año; ese día la gozará mucho más que el que se come una pizza cada día, aunque a ambos les guste.
En tu caso, sí, pero porque tú mismo te has convencido de que debes jugar por hábito. Evidentemente, si todos los días intentas jugar sin ganas, acabarás hastiado, y llegará un día en el que -luego de mucho tiempo sin jugar- disfrutarás plenametne. Erróneamente, harás la asociación que acabas de hacer: disfruto más jugando luego de estar largo tiempo sin jugar.
Sin embargo, si jugaras sólo cuando de verdad te apetece, tu disfrute no estaría relacionado con el tiempo, sino con la intensidad de esa necesidad. Yo juego todos los días, y todos los días disfruto jugando más que tú una vez al año. Prueba de ello es que podría jugar, o leer, o escuchar música, siempre que tuviera ganas, durante 10, 12 ó 15 horas seguidas. Muchos de mis momentos favoritos en mi vida como jugador los he pasado jugando con más intensidad que nunca, todos los días, una cantidad obscena de horas al día.
No está supeditado a la frecuencia con la que juegas; sólo está relacionado con que, cuando juegues, lo hagas porque de verdad es lo que deseas hacer. Si juegas sólo cuando quieres jugar, y cuando de verdad tienes ganas de jugar, dará igual que juegues cinco veces al día que siete veces al año: todas las disfrutarás plenamente. Por supuesto, cuando no tengas ganas de jugar, harás lo mismo, y pasarás tanto tiempo sin jugar como tiempo estés sin ganas. Ésa es la principal diferencia. Yo no juego nada cuando no tengo ganas; tú intentas jugar cuando no tienes ganas porque es lo que toca, te aburres inmediatamente, como no podía ser de otra manera, y cuando a los 5 meses juegas por primera vez con ganas lo atribuyes a que has pasado 5 meses sin jugar, cuando la reflexión real debería de ser que simplemente has disfrutado jugando la única vez que querías hacerlo de verdad.