Nadie merecía más el BalDOr que Vinicius. Imposible. No se podía hacer más. Y al negárselo, le dan la razón. El mundillo del fútbol es racista
Al leer las noticias observo con tristeza que en la industria futbolística contemporánea, se perpetúa un racismo que, lejos de ser un vestigio arcaico, se manifiesta como una enfermedad crónica, sistemática e imperante. El deporte no es ajeno a las estructuras de dominación que han caracterizado a la historia de la sociedad. El fútbol una vez más se ha convertido en un reflejo perturbador de las desigualdades raciales en el mundo.
En el discurso oficial, la FIFA y los medios hablan de diversidad y de inclusión, pero en la praxis, se perpetúan las mismas lógicas de discriminación que vemos en nuestro día a día en las calles. Este doble discurso no es más que una manifestación del cinismo que caracteriza a occidente.
Perdóname, Vini. Perdóname por mi falta de empatía. Perdóname por hacer caso omiso a tus quejas. Perdóname por desdeñar aquel pedido de ayuda que a mi juicio era un mal perder. Perdóname por permitir que el color de mi equipación brumase mi visión.
Hoy el mundillo no te ha negado el premio al mejor jugador, sino que te ha dado la razón. Lo tuyo nunca fue una pose, sino una crítica cruda y real a un sistema que reproduce y refuerza las jerarquías sociales establecidas que deshumanizan a todo aquello que no tenga el mismo color
Tú lo notaste al jugar. En el estadio, en ese espacio que debería ser de comunión y de igualdad, pero no es más que una arena donde se escenifican las tensiones raciales. Los cánticos racistas, los insultos, y las agresiones no son incidentes aislados, sino síntomas de una patología más profunda. Y los que en su momento le quitamos hierro al asunto, nos convertimos en cómplices silenciosos de esta realidad
Pero alégrate, Vini. Hoy son muchos los que han visto la luz. Son muchos los que te apoyarán en tu cruzada para que el campo de fútbol sea el terreno de la libertad y de la igualdad que tanto anhelas.