Muchos de esos momentos en mi caso no están ni relacionados con una mecánica, y a veces, los que más añoro, ni siquiera lo fueron por el juego en sí sino por el contexto en que se dio.
La primera vez que entré a los servers online de SCHTHACK y uní a una partida entrando a Pionner II en el Episodio I y descubrí a la que después sería mi guild (que me llevó como con 12 ó 13 años a hablar por teléfono y "conocer" a una chica de canarias que podría haber sido mi madre y a otro chaval de Perú que podría haber sido mi hermano mayor, y a otro de Puertorrico, etcétera, con los que aún mantengo el contacto).
Un día al azar, no recuerdo cuál, teniendo yo 8 años, que me lo pasé en casa de mis abuelos en una habitación tirado en la cama jugando al Wario Land 3 mientras mi madre daba a luz de mi hermano. Recuerdo perfectamente varios de esos instantes, como si estuviera en esa habitación vacía todavía, totalmente feliz, en verano, sin preocupaciones, con la inocencia de un niño, yo y mi GameBoy Color, no había más, pensando en que iba a tener un hermano pequeño.
Un día que todos mis amigos hicieron una porra, estaba yo en clases particulares en primero o segundo de la ESO porque había suspendido matemáticas, y me esperaron un día random a la salida de las clases para darme el Pokémon Perla que me habían comprado entre todos por la putísima cara.
El día que para conseguir un Ho-Oh tuve que hacer un trato que consistió básicamente en un combate por Cable Link con un chaval que era el amigo del hermano mayor de mi amigo, que me sacaba 4 ó 5 años y con esa edad había muchísima diferencia de madurez -tercera gen de Pokémon, yo tendría 11 años o algo así-, y para eso tuve que regresar a mi casa que estaba a tomar por culo, coger mi consola, regresar y combatir con él que me estaba esperando, cumplió su palabra y me pasó clonado el Ho-Oh. No recuerdo ni cómo terminó el combate. Yo no tenía ni puta idea de Pokémon.
Noches visitando a un tipo que podría ser nuestro padre que era ingeniero para que nos hiciera un apaño rarísimo con el cable que conecta la GBA con la GameCube. Lo cortó y le hizo un empalme raro y permitía conectar la GBA directamente al PC, y al hacerlo, te generaba automáticamente un archivo que no recuerdo qué cojones hacía, lo que sí recuerdo es que la función del cable era única y que no servía para lo que nosotros queríamos que era para pasarnos Pokémon directamente de los juegos del emulador a la consola mediante intercambio tradicional.
Cuando mi hermano era más pequeño y me tiraba días enteros jugando con él a los Profesor Layton en cooperativo, y mi padre, que no ha tocado ni volvió a tocar un juego en su vida más allá del Wii Sports, y al que he visto siempre de higos a brevas, se juntaba con nosotros también para pasar noches jugando hasta la madrugada.
Tengo para escribir un libro de momentos así. Por supuesto también tengo muchísimos momentos relacionados con mecánicas y momentos que me han sorprendido de un juego en sí, podría empezar a decir lo típico con mis propias vivencias, porque he profundizado muchísimo en muchos juegos distintos, pero los que he enumerado y otros que no he dicho para mí van más allá, son momentos hacia los que siento un apego diferente, como si fueran parte de mí mismo no ya sólo como jugador, sino eventos de mi vida relacionados con los juegos que me han afectado profundamente a nivel emocional.
Como la diferencia entre un disco que te gusta por su música y te parece de 10 y un disco que te gusta por su música y que además significa algo muy importante para ti en tu vida.