Puro cine. La premisa de caballos de carreras reencarnados en monas chinas es muy rocambolesca, pero al final cuando pasas por ella lo que hay es un spokon (anime deportivo) con elementos de fantasía muy bien hecho.
La película es un espectáculo tremendo a nivel audiovisual, de lo mejor del año junto a Look Back en ese aspecto. Tiene un sentido visceral y fiero de la puesta en escena para las carreras, y una dirección más pausada e introspectiva para reflejar el día a día de los personajes y los conflictos psicológicos que atraviesan. Merece la pena verla en el cine.