Seguimos con el ciclo de fantasía.
Película N° 101
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A Leonardo DiCaprio le apetecía revisionar el cuento de Caperucita, así que le encarga la dirección a Catherine Hardwicke (de la saga Crepúsculo). Y ésta, para asegurarse la fidelidad de su público consistente en chavalas que simultanean su descubrimiento del amor con sus primeros ciclos menstruales, no tiene mejor idea que montarse una especie de Caperucita Crepúsculo con una chica de porcelana en medio de un triángulo amoroso con dos maromos de perfecto estilismo y depilados torsos.
Lo que podría haber sido una interesante y oscura historia de hombres lobo acaba convirtiendose en una sobredosis de azúcar con aspecto de anuncio de perfumes (En algunas escenas casi que esperas que salga el cartelito de Cacharel). Colores saturados, escenarios que buscan más la estética que la ambientación, cámara lenta y cualquier recurso disponible para llegar a los tiernos corazones adolescentes.
También hay un lobo, y pasa por ser la parte más interesante de la trama con giro de guión incluido. Al CGI se le empiezan a notar los años pero aún así cumple visualmente. Es una pena que toda la historia del hombre lobo tenga que compartir metraje con los escarceos amorosos de Caperucita porque podría dar lugar a una película mucho más interesante.
Resumiendo, cuando se dedican al lobo pues bien, sin alardes. Pero cuando aparece el pasteleo de instituto aburre.
