Carlos Areces: "Soy lo más parecido a Franco que tenemos vivo. El Gobierno no va a encontrar un Franco con mejor currículum para sus actos"
Iñako Díaz-GuerraTexto Sergio González ValeroFotografías TextoFotografías
12-16 minutos
¿Puede un cuarentón con una señora mayor dentro liderar series y llenar pabellones? Puede. "Sólo quiero leer en el sofá y dormir, pero me lían", explica.

El grito de Carlos Areces.
Actualizado Miércoles, 29 enero 2025 - 19:57
Carlos Areces (Madrid, 1976) me cita en la cafetería de un hotel de Gran Vía que ha convertido en su oficina. Es buena hora, la del aperitivo, pero llega derrumbado. "No puedo con la vida", sonríe. En la misma mesa en la que estamos se pasó los últimos dos meses de 2024 preparando, mano a mano con Anibal Ruido, la gloriosa fiesta de fin de año de Ojete Calor en el WiZink y, sin descanso, ha arrancado con la promoción de la segunda temporada de ‘Muertos S.L.’, la serie de los hermanos Caballero en Movistar. Además, su madre anda pachucha y está de obras en casa. "No tengo ya edad para esta mierda", remata.
No somos tan viejos, hombre.
Ya empiezo a tener una edad en la que todo el mundo que hace cosas es más joven que yo y eso es un poco frustrante. Los años pesan. Estoy algo mejor que hace un tiempo, porque he adelgazado un poco y los kilos te suman mucha edad, pero por lo demás estoy muy mayor. En realidad, siempre he tenido una señora mayor dentro y ahora cada vez lo disimulo menos.
Con Ojete Calor inventasteis el término 'viejoven', que te define perfectamente.
Me definía, en pasado, porque ya de joven no tengo nada. Viejoven es una persona joven que tiene gustos, modos o aspecto de persona mayor. Una persona de 65 años no puede ser viejoven porque para una persona de 65 años con gustos, modos o aspecto de viejo ya hemos inventado una palabra: viejo [risas]. Yo siempre me he sentido no más mayor o más maduro, sino más viejo, esa es la palabra. Más desganado, más perezoso, más cómodo con la tranquilidad, el silencio y ajeno a todo lo que sean masas de gente. Soy de las pocas personas que tienen un pie dentro del mundo musical que no va a conciertos.
¿A ninguno?
Voy a los míos, porque no me queda más remedio y estoy subido al escenario. Las masas y la gente tienden a sofocarme. Yo lo que quiero es sentarme en el sillón a leer sin ver a nadie. Y dormir. Sobre todo ahora que tengo tantas cosas en la cabeza. Duermo con pastillas y en el momento en que se acaba el efecto, como tarde a las 8, una parte de mi cerebro se despierta y empieza: "Hostia, las obras, estudiar este guión, las gestiones…". Se acumulan preocupaciones que antes no tenías o no les dabas importancia. ¿Recuerdas el placer de poder dormir 12 horas seguidas cuando eras adolescente?
El paraíso perdido.
Supongo que será la cercanía de la muerte, tu cuerpo te dice: "Aprovecha, lerdo, que esto se acaba".
Gran parte de esas preocupaciones son el precio del éxito.
Bueno, ¿a qué llamamos éxito?
A poder vivir moderadamente bien de una profesión con un índice de paro como muy pocas.
Entonces sí me considero exitoso, pero precisamente porque esto no tiene la seguridad de un funcionariado y las profesiones artísticas son una montaña rusa, siempre estás preocupado. No hay gran estrella del firmamento que en su biografía no tenga un bajón y un descenso a los infiernos. Desde Frank Sinatra, cuando dejó de ser un teen idol y le costó encontrar su nuevo lugar, hasta Raphael, cuando en los 80 el público y los medios demandaban modernidad y tuvo un bache profesional que luego supo remontar. De momento, he conseguido vivir de esto, pero no dejo de estar pendiente de lo que pueda ocurrir en el futuro porque no me fío ni un pelo. Y hago bien en no fiarme.
¿Merece la pena el estrés?
Sinceramente, creo que aunque hubiera seguido en la oficina en la que trabajaba cuando salí de la facultad con 24 años, llegada esta edad me seguiría levantando con problemas diferentes, pero que me provocarían el mismo malestar y el mismo insomnio. No tendría que resolver un concierto en el WiZink, pero me agobiaba porque ese mes he tenido más gastos de los que esperaba o porque el conflicto con mi jefe no se arregla. He nacido para sufrir.
Ahora que hablas de aquello, en el imaginario colectivo existe la idea de que los chanantes os hacéis amigos en la facultad y de ahí, directos al éxito, pero no es cierto.
No es así. En la facultad al único que recuerdo, y coincidí con él dos veces, es a Ernesto [Sevilla]. Fui a una fiesta en casa de una compañera en su casa en la que todos los presentes íbamos disfrazados de Raffaella Carrà. Cuando la casa se nos quedó pequeña, tiramos a la calle y recorriendo Cuenca, que es donde estudié Bellas Artes, alguien se cruzó con Ernesto, que iba con un moco considerable como corresponde a buen estudiante de Bellas Artes de Cuenca. Y nos juntamos esa noche, ese fue todo nuestro trato. A Joaquín [Reyes] y a Raúl [Cimas] no les vi en mi vida en la facultad y Julián [López] ni siquiera estudiaba allí. Donde nos conocimos realmente fue en Paramount Comedy.
¿Siempre quisiste dedicarte a la comedia?
No, yo lo que quería era dedicarme al cine. Quizás a la ilustración, pero bastante menos. Lo que pasa es que siempre había leído cómics y todos los lectores de cómics, por mimetismo, acabamos intentando dibujar. Yo era un niño al que la calle le dio miedo hasta los 14 años, mi madre me insistía en que saliera a jugar, pero para mí la calle estaba llena de peligros. Lo que quería era estar en casa viendo dibujos animados, leyendo tebeos de Mortadelo y Filemón y dibujando lo que había leído. Me gustaba estar recogido en casa, aunque a partir de los 14 la cosa cambió y decidí que no volvía a poner un pie dentro para disgusto de mi madre. Tenía mano para el dibujo, el cómic era uno de mis proyectos a futuro y lo conseguí, estuve dibujando en ‘El Jueves’ hasta que mi carrera en el mundo audiovisual empezó a despegar. Entonces, claro, económicamente no hay color y lo fui dejando paulatinamente hasta que abandoné por completo.
¿Te sorprende el impacto que tuvisteis y que aún se mantiene?
¿Del chanantismo? No es tanto. Hemos salido adelante, todos tenemos trabajo gracias a dios, pero tampoco hemos acabado trabajando en Hollywood. Ninguno hemos hecho una película con Tarantino, eso sí sería tener éxito.
Pero es evidente que fue mucho más de lo que imaginabais.
Era algo muy de culto y eso quiere decir que es algo que gusta a poca gente, pero a esa poca gente le gusta muchísimo. Son talibanes. Y estos talibanes del chanantismo eran muy activos en redes en un momento en que las redes estaban empezando a despuntar . Cuando empezamos con ‘La Hora Chanante’ en Paramount Comedy, lo que más se veía en el canal era la stand-up comedy y algunas series americanas que ponían en reposición. Nosotros éramos el arroz pegado. En los foros del canal, cuando alguien hacía alusión a nosotros era para quejarse de que estaba esperando a que empezara un programa y antes se había tenido que tragar los sketches de unos subnormales que no le hacían nada de gracia. Durante dos años el número de visitas que le dábamos al canal era absolutamente residual. Afortunadamente, Paramount Comedy, con una visión futurista inexplicable, decidió seguir apostando y todo cambió a raíz de ‘Hijo de puta hay que decirlo más’.
Historia de la televisión.
Fue el sketch más recordado y al final todo es la puta suerte. Un día nos cuentan que alguien ha colgado el sketch en YouTube y tiene ya medio millón de visitas. ¿Sabes qué respondimos? "¿Qué es eso de YouTube?". No teníamos ni puta idea. Era esa época en que los vídeos largos no había dios que los viera porque tardaban siglos en cargar, por lo que si hubiéramos hecho una sitcom de media hora nunca hubiéramos funcionado ahí, pero éramos el formato perfecto porque eran piececitas cortas. Un fan lo colgó y eso nos cambió la vida. Nos dio muchísima visibilidad y pasamos de ser la broma mala de Paramount Comedy a ser el buque insignia.

El actor madrileño posa para la entrevista.
Siempre te has movido muy bien entre el mainstream, como las series de los Caballero [‘La que se avecina’, ‘Machos alfa’...], y lo underground, como era inicialmente Ojete Calor.
Lo del mainstream, por desgracia, es más reciente. Has hablado de proyectos que, aunque tengan vocación mainstream, son proyectos muy defendibles. Por ejemplo, ‘La que se avecina’ sigue siendo una de las series con mejor humor negro que se pueden consumir hoy en día. No siempre he tenido esa suerte, porque también he tenido que hacer películas que no hay por donde cogerlas, pero hay que vivir. Todos esos trabajos, incluso algunos que he cogido simplemente por pecunio y por comer caliente, son los que han construido mi carrera y les estoy agradecido a todos.
¿Qué quiere decir de nosotros como sociedad que Ojete Calor, un grupo autodenominado de subnopop, llené el WiZink?
Sólo te puedo decir que fui el primer sorprendido. También es verdad que ha sido paulatino, Ojete Calor a lo tonto tiene ya 20 años. En 2005 ya íbamos a festivales de acogida minúscula, el primer disco lo sacamos en 2013, el siguiente en 2017 y todavía no hemos sacado el tercero. Nos está llevando nuestro tiempo porque no es mi profesión principal y lo hacemos en los huecos que me da la actuación. El WiZink han sido dos meses de dedicación exclusiva, pero casi un año dándole forma. ¿Qué dice de nosotros como sociedad que triunfe el subnopop? Que es una sociedad maravillosa, al menos para mí. Cualquiera que venga a vernos para disfrutar de los valores de un concierto de Operación Triunfo, se va a ir fastidiado, pero hemos encontrado un nicho maravilloso de gente que sabe perfectamente lo que va a encontrar y le gusta.
Un nicho que no es tan nicho. A menudo nos creemos especiales y pensamos que nuestros gustos son minoritarios, pero luego resulta que no es cierto. Estamos viéndolo con ‘La Revuelta’.
Tienes razón. Creo que al final los nerds, esos a los que nos llamaban frikis o pringados, hemos conquistado el mundo. Somos una generación que al llegar a la adultez ha seguido manteniéndose fiel a las estéticas y los gustos que en los años 80 se consideraban infantiles. Al principio eran señalados como ridículos, pero hoy en día hay grandes compañías erigidas sobre la nostalgia retro de los videojuegos, de los juguetes, de la música y de los cómics. Antes, cuando tenías 20 años y seguías leyendo tebeos de Marvel eras un poco sospechoso, ahora presumes de ello. De repente, ha logrado una pátina de dignidad todo aquello a lo que durante mucho tiempo se le negó.
Volviendo a la serie, ¿hablamos de la muerte?
Venga, si no hay más remedio. Llevo mal el tema de la muerte. Muy mal.
¿Quién lo lleva bien?
Hombre, imagino que si tienes fe y expectativas de que haya otra vida se llevará de otra manera aunque, francamente, a la gente religiosa o con creencias metafísicas que conozco, por normal general, la idea de la muerte les desagrada tanto como a mí. Tienen el mismo miedo, esa es la verdad. Supongo que les asusta el tránsito, no lo sé. En mi caso, como soy absolutamente materialista y determinista, tengo muy claro que mi vida es una gota en el océano de la inmensidad eterna y esa idea no me gusta. No me gusta nada. ¿A quién coño le puede gustar?
‘Muertos S.L.’ gira en torno a una funeraria y tiene un humor negro habitual en la comedia anglosajona, pero no tanto en la española.
Así es y me gusta que rompa ciertos prejuicios. Hay una serie de temas, que son los que más preocupan y alteran a la sociedad, que el público masivo considera lícito tocar desde el drama. Estamos dispuestos a aceptar que se traten en tono trágico, pero a la gente le molesta que se haga comedia con ellos. Puedes hacer un dramón sobre el maltrato, la violación, la muerte o la enfermedad, pero como hagas un chiste o una comedia la sociedad se ofende. Yo defiendo que son igual de lícitos. La persona que hace drama también gana dinero con ello.
Hablando de muertos, eres el tipo que más veces ha interpretado a Franco. Mal se te tiene que dar para que el Gobierno no te llame para alguno de los 100 actos previstos por los 50 años de su muerte.
[Risas] Sí, es el año de Franco y yo soy lo más parecido que tenemos vivo. De momento no me han propuesto que vaya a ninguno, la verdad, pero he hecho de él en cinco ficciones diferentes. No van a encontrar un Franco con mejor currículum.
Aquí, tomando algo, no te pareces tanto, pero algo hay.
A ver, a mí me han llegado a parar por la calle para decirme: "Perdone, no quiero que le moleste, pero es que se parece usted mucho a Franco. Se lo digo en serio. Vaya usted a la tele porque vale para hacer de su doble". Y no una o dos veces. Así que no voy a decir que sea la persona más opuesta físicamente. Ahora que he adelgazado y llevo barba, igual menos, pero cuando tenía algún kilo de más y me dejaba bigote sí teníamos un aire innegable. Lo peor de todo es que, cuando más me parecía, yo tenía 35 años y me llamaban para hacer de un Franco de 60. O sea que, más allá del parecido, lo que verdaderamente me hundía era que me llamaban para hacer de una persona 30 años mayor que yo.
Franco es otro tema con el que cada vez es más difícil hacer comedia.
No paramos de hablar de Franco, pero cada vez más sulfurados. Sinceramente, no creo que deba ser un problema hablar de él ni estas conmemoraciones. Me parece muy bien celebrar la democracia, pero es cierto que a veces tengo la sensación de que igual que desde un lado del espectro se alimentaba el espíritu de ETA por intereses políticos, ahora se hace lo mismo con Franco desde el otro. Afortunadamente, Franco no es presente en la vida actual como para tener tanto protagonismo. En fin, claro que me ralla esta polarización, pero es una tendencia mundial. Tendemos a ver los problemas de nuestra sociedad como locales y no lo son. El extremismo actual es una tendencia global.
Fuente:
https://www.elmundo.es/cultura/cine/2025/01/29/67928956e9cf4ae8038b4593.html
Por cierto, muy buena serie (voy por la segunda temporada):
https://www.filmaffinity.com/es/film455537.html