Mi nombre cambia según quien lo dice, la gente tiene dificultades tanto en escribirlo como en pronunciarlo por ser un nombre extranjero, y como es relativamente largo, cada uno lo suele acortar a su manera. Yo nunca corrijo nadie, me hace gracia que me llamen como les salga de las pelotas. Menos los amigos o colegas de mi mujer, que me acaban llamando como me llama ella (y mi familia), que es el diminutivo fácil y estándar de mi nombre. Yo siempre me presento con mi nombre completo, luego cada uno lo adapta a su manera.