
Probablemente conozcas esta imagen. Probablemente la hayas usado alguna vez con la intención de reírte y hacer reír. Probablemente hayas conocido a alguien que la use como base de una argumentación seria para defender que las colisiones del juego son nefastas. Lo segundo y lo tercero se parecen, pero entre lo uno y lo otro radica la sutil línea que separa la normalidad de la subnormalidad. Por supuesto, para acariciar semejante nivel de estulticia, primero habría que obviar la nada desdeñable cantidad de imágenes similares que abarcan el elenco completo de la saga, y también podríamos suponer, por qué no, que esta conveniente ignorancia no es fruto de la casualidad. Pero en fin, si ya podemos pasarnos horas y más horas discutiendo cómo alguien puede ser tan manco, no te digo ya discutiendo cómo alguien puede ser tan subnormal. Escapa a toda lógica. No, no lo salvan sus méritos académicos; hay gente con estudios votando a Pedro Sánchez. Quién iba a pensar que el videojuego, con sus propias armas, está más cerca de demostrar la incompetencia cognitiva que el sistema educativo, pues sin ningún género de duda, y mal que nos pese, se coge antes a un manco que a un imbécil. Aunque, a veces, con más frecuencia de la que debería ser permisible, en un alarde de expresión creativa el universo germina individuos tan mancos como subnormales.
La inclinación humana para hablar de algo sin tener ni puta idea de ese algo no nació en los Souls. Ni siquiera en los videojuegos. Todos lo hemos hecho y seguiremos haciéndolo. El factor diferencial es la frecuencia y vehemencia con la que esta actitud se pone en práctica. Ser ignorante un rato frente a ser subnormal por siempre. Así pues, resulta que hay gente que se aferra a una opinión incluso cuando los recursos tecnológicos de que disponemos vuelven al objeto de dicha discusión algo mensurable, algo que se puede analizar y demostrar. Con datos, con imágenes, con vídeos. En el mundo de la informática, y por extensión el de los videojuegos: todo cuanto está escrito en código. Por este motivo, y también por un hastío que todos los que tenemos dos dedos de frente compartimos al vernos condenados a fingir que escuchamos, durante años, a los mismos subnormales repitiendo las mismas subnormalidades, es que cada cierto tiempo aparece un héroe, una persona, con el conocimiento, el tiempo y la disposición (juntas, la trifuerza que nos ampara del subnormal rezumado) para hacer valer su opinión no por medio de un par de imágenes en movimiento, ni de un par de comentarios escuetos en un foro perdido, sino de un examen dedicado y pormenorizado del objeto de estudio. Lo que, cuando no se es subnormal, viene a ser la ciencia, básicamente. O, en términos menos formales, la inevitable conclusión a la que cualquier persona que haya pasado más tiempo jugando que hablando habría arribado.
Ningún denuesto de los aquí procurados ha ido dirigido a los miembros de esta comunidad, sino al mal endémico que personifica el jugador con más ganas de dejarse llevar por la siempre tentadora marea del “es lo que se dice” que de evaluar por sí mismo la realidad de unos hechos perfectamente constatables, con las pruebas en la mano, desde hace años. Huelga decir, y me parece pertinente, que nunca es demasiado tarde para volverse subnormal. Este nada selecto club encuentra adeptos con una facilidad pasmosa. De modo que ahí van unos breves consejos que os facilitarán la vida:
Si vas a expresar una opinión manifiestamente contraria a la del vídeo, refuta el propio vídeo.
En consonancia con lo anterior, sería prudente no contrariar las demostraciones del vídeo sin haber visto primero el propio vídeo.
No digas nada estúpido que cualquier persona que haya salido de Majula pueda inferir como estúpido. Es mucho más estúpido si cabe para quienes han ido mucho más allá de Majula. Créeme.