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El pasado martes, la Policía encontró en un piso del distrito madrileño de Arganzuela el cadáver de un septuagenario parcialmente devorado por su perro, un pastor alemán. El hombre, Antonio Corrales, llevaba más de dos semanas fallecido y el animal había sobrevivido alimentándose de su dueño y gracias al agua de la lluvia que se acumuló en los recipientes que tenía en el patio del número 28 de la calle de Divino Vallés.
Antonio, de 70 años, era muy conocido en el barrio de La Chopera de Arganzuela. Había trabajado como repartidor de juguetes hasta jubilarse y era habitual en varios bares de la zona, donde se tomaba cada noche un Larios. No tenía hijos y vivía solo en ese inmueble desde que hace tiempo se marchó un sobrino con el que vivía en la casa, un domicilio que Antonio heredó tras la muerte de su padre. El difunto tenía dos hermanos, pero la relación con ellos no era muy buena debido a que se había quedado con la casa y sus parientes querían venderla, según cuentan las vecinas.
Hace tres semanas, un inquilino del vecino asegura que le vio por última vez entrando con su perro Rocky en el portal. Y en uno de los bares de la calle de Jaime El Conquistadortampoco tenían noticias de él desde hacía dos semanas. «Aquí venía todos los días, sabíamos que algo le había pasado», dicen en este local.
La semana pasada, los vecinos se empezaron a extrañar al ver que el perro gemía. El animal entraba y salía al patio, que se llenaba cada vez más de excrementos. Finalmente, un vecino del cuarto piso llamó al 112 el pasado martes 25 de marzo, advirtiendo de que le había podido pasar algo grave al residente del bajo de su edificio. Fue entonces cuando agentes de la Policía Municipal y de la Policía Nacional acudieron hasta la calle de Divino Vallés e intentaron entrar en la casa, pero no pudieron.
Se avisó también a la empresa que gestiona la comunidad de propietarios y tampoco se localizó a nadie que pudiera abrir la puerta. Finalmente, se decidió llamar a los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, que optaron por derribar unas rejas de una ventana de la escalera comunitaria y bajar hasta el patio de la casa. Al llegar a este espacio sin techar pudieron entrar y descubrieron el cadáver de Antonio. «Tenía la cara y otras zonas devoradas por el perro», según detallan desde la Policía Municipal de Madrid, que fue quien se hizo cargo del pastor alemán y lo trasladó a la perrera municipal, en principio, en buen estado.
Antonio llevaba unos 15 días muerto, según el primer examen forense. Su fallecimiento se había producido por causas naturales. Su cuerpo no se había descompuesto debido al frío. «A mí me parecía muy raro que el perro no saliese y la suciedad que se acumulaba en el patio. Antonio siempre recogía cualquier desperdicio del perro», cuenta una vecina.
Dicen sus amigos que llevaba dos meses enfermo y cada vez más delgado. «No nos dijo qué le pasaba, pero sabíamos que tenía algo grave, era muy gruñón y últimamente ni se metía con nadie», señaló un buen conocido suyo.
«Él siempre había tenido perro», explicó otro colega de Antonio. «Rocky es un pastor alemán de unos tres años y nos dijo que se lo había regalado un guardia civil y que estaba muy adiestrado. Yo diría que era el perro el que sacaba a Antonio y el que ha permitido saber que había fallecido», dijo otro de sus conocidos, entre los que hay ahora un deseo: «Qué no sacrifiquen al animal».
Resumen: dueño fallece y el perro sobrevive del agua de la lluvia y del cuerpo del dueño fallecido por causas naturales.
