A ver, como diría Alejandro, aquí tengo el corazón partió.
Por una parte, da muchísimo por culo esperar algo, estar todo el día en casa, y que luego digan que no has estado.
Luego ves que los repartidores están explotados cuál camarero en Ibiza, con una cantidad de paquetes que son imposibles de entregar en la jornada (y que acaban teniendo que ir con otra persona para acelerar), y bueno, pues es difícil no tener cierta empatía.