Yo no he perdido ni un atisbo de pasión por los juegos, ni he renunciado a ellos, pero sencillamente el tiempo y las energías en la vida se redistribuyen en muchas otras cosas que hacen imposible dedicárselo a una afición, cualquiera. Cuando eres un adolescente lo ocupas entre los estudios y las amistades, pero con 40 años, varios hijos adolescentes, pareja, un curro intenso, o quien empiece a tener padres mayores dependientes porque la edad avanza para todos... ya no es que vayas perdiendo facultades y habilidades, eso puede suponer tan sólo un pequeño porcentaje en la ecuación (que tampoco se puede obviar), es que a poco que tengas esas situaciones la dedicación y energías para destinarlas a una afición que requiere la mente activa como ésta se reduce.
Y eso se traduce en que con 20 años y fresco como una lechuga repetía un millón de veces el mismo nivel de Ikaruga hasta pasármelo con un crédito dedicándole horas y horas (nunca seguidas porque me satura, pero sí con descansos), pero hoy, ni tengo esas horas, ni esa frescura como una lechuga. Que no me cabe duda de que si tuviera sólo las variables del curro sustituyendo a los estudios y los colegas la cosa sería distinta, cuando he estado una semana o dos de Rodriguez donde dejas fuera muchas de esas variables un tiempo anda que no habré echado horas a jugar y acabar con stats bastante decentes a juegos como Battlefront o Battlefield, y con mucha más ganas incluso que cuando tenía 20 años.
Y que no se entienda mal, porque parece que suena a peyorativo que esas experiencias vitales existan, cuando muchas de ellas son felizmente buscadas y vitalmente enriquecedoras, como la de tener hijos o pareja, y no las cambiaba por todos los videojuegos del mundo, otras que te pueden tocar, como acabar con algún padre o familiar dependiente con la edad son baches que te tocan y que sí que suponen un peso añadido con una contraparte más dura, pero todas van por delante a cualquier afición que uno tenga sin que por ello ésta pase a apasionarte menos.