Zsadist
El restrictor se retorcía en el suelo, apuñalado por Vishous, la piel blanquecina chorreando aquel líquido negro que manchaba las piedras. Estaba hecho mierda, pero todavía se movía lo justo para resultar irritante.
Zsadist lo miró de lado, la Glock ya encajada en su mano como si hubiera estado esperándolo. Escupió al suelo, dio un paso y gruñó:
“Joder, V… siempre dejas la basura a medias.”
Alzó la Glock sin pensarlo dos veces.
“Veamos si la suerte está de tu lado, cabrón…”
Y disparó.