Por cierto, nunca olvidaré cuando pillé el tren que lleva de Praga a Budapest.
El paisaje checo era precioso, con colinas y bosques, casi de cuento de hadas... hasta que de repente llegamos a una parte en la que era todo feo de cojones, casi sin árboles, terreno casi pantanoso, etc. Miro el folleto en el que te explicaban todas las paradas que hacía el tren y resulta que justo acabábamos de entrar en Eslovaquia. Era como en los Simpson, cuando Maggie tiene que elegir entre irse con los Flanders (con un bosque precioso de fondo) o irse con su familia (con el paisaje pareciendo un pantano) 😂
Al rato pasamos a un paisaje mucho más bonito y, de hecho, montañoso... Efectivamente, acabábamos de entrar en Hungría.
A eso añádele que Bratislava es fea de cojones (desde luego no parece una capital). En su día me propuse hacer un tour guiado por una chavala eslovaca que hablaba perfecto inglés, pero no aguanté ni 10 minutos porque la tipa no paraba de soltar mierda de Chequia. Se notaba que allí tenían un complejo de inferioridad de narices 😆 Acabé deambulando solo por la ciudad por la parte que parece un viaje en el tiempo a la URSS (al menos aquello estaba curioso). Era deprimente de cojones.