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Cinco personas, entre ellas dos niñas y una mujer embarazada, fueron asesinadas a hachazos en un aislado caserío de Cáceres a mediados de julio de 1915. Fue un crimen atroz que conmocionó a la opinión pública en la convulsa España de la Restauración y se convirtió en un auténtico true-crime de la época, con un largo proceso judicial, falsas acusaciones, teorías conspirativas y ríos de tinta en los periódicos.
Personalidades como Unamuno o el mismísimo rey Alfonso XIII se vieron involucradas en un macabro crimen que nunca se resolvió y que 108 años después sigue siendo un misterio. "Todo el mundo sabía que el proceso policial y judicial fue un montaje para condenar a cinco inocentes y desviar la atención sobre quiénes pudieron ser los verdaderos culpables", afirma el escritor Luis Roso, que ha desempolvado el caso después de tres años de investigación plasmados en el libro El crimen de Malladas. Por vuestra boca muerta, (Ed. Alrevés).
Por aquel crimen fueron condenados a cadena perpetua cinco humildes jornaleros que el día de la masacre estaban segando en la provincia de Salamanca, muy lejos del lugar de los hechos, como así lo atestiguaron varias personas. "No había ninguna prueba contra ellos y en el juicio quedó patente que todo era una farsa", asegura Roso, quien subraya que la condena a prisión ya es muestra de que algo no encaja.
"Si hubiera tenido pruebas de su culpabilidad, el jurado no habría tenido ningún problema en condenarlos a muerte por un crimen tan atroz, pero no las había. Y la acusación popular sabía que el jurado no condenaría a muerte a cinco inocentes, por muy sobornado y amenazado que estuviera, porque eso era demasiado bestia. Entonces, como tenía mucho interés en condenarlos y cerrar el caso, optó por rebajar su petición de pena y solo pidió cadena perpetua", explica.
Aquella acusación popular estaba financiada por el conde de Malladas, Agustín Díaz-Agero, dueño de la finca en la que tuvo lugar la masacre. "Era una de las personas más importantes de España en aquella época, senador en las Cortes por la provincia de Cáceres y una personalidad de enorme prestigio", señala Roso, quien apunta "al entorno del conde" como verdadero responsable de los asesinatos.
"La sentencia dijo que el móvil del crimen fue un robo, pero no se sostiene por ningún lado. No tiene sentido tanta violencia y brutalidad por un simple robo. Cuando empecé a investigar el caso, pronto me di cuenta de que era muchísimo más gordo de lo que pensaba", dice, convencido de que detrás se encontraban personas muy poderosas de la época.
Roso no tiene pruebas que confirmen su teoría, pues estamos hablando de un crimen cometido hace más de un siglo, pero alberga pocas dudas de que aquí se esconde "una oscura trama de abusos sexuales a menores". A esa conclusión ha llegado tirando de un hilo, que la investigación pasó por alto deliberadamente.
Una de las víctimas mencionó un nombre
El único hombre que se encontraba entre las víctimas, un criado de la finca de Malladas, sobrevivió tres días gravemente herido antes de morir. En su lecho de muerte, llegó a identificar a un vecino del cercano pueblo de Moraleja, Juan Callejo Domínguez, como autor del crimen, junto a varios amigos. Pero aunque este sospechoso fue detenido, el juez lo dejó en libertad después de varias semanas a petición de la propia acusación popular.
"No solo fue liberado a petición de la acusación, sino que poco después se marchó a América y vivió allí varios años. Era un humilde jornalero sin apenas recursos, ¿cómo es posible que se pagara un viaje tan caro?", se pregunta Roso, que también tiene la respuesta: "Está claro que alguien con dinero le pagó el viaje para que desapareciera durante un tiempo, seguramente la misma persona que medió para que fuera liberado".
Pero después de unos años en América, Juan Callejo regresó a España y en 1924 volvió a ser detenido en Salamanca por el intento de rapto de una niña de diez años y un niño de tres. "Esta es una de las averiguaciones más importantes que he hecho", subraya Roso: "Callejo fue detenido in fraganti intentando secuestrar a dos niños. Lo pillaron literalmente con un niño de la mano, pero sorprendentemente el fiscal retiró la acusación en el juicio y solo fue condenado a tres meses de prisión. De nuevo, una mano negra lo salvó de una dura condena".
"En la prensa de la época se decía que Callejo iba a entregar a los niños a una persona elegante que le estaba esperando en un vehículo. En las crónicas ya se daba a entender que Callejo era solo una especie de 'conseguidor', el autor material del rapto, pero que detrás podía haber una trama de abusos a menores", explica.
Pero aún hay más: "Cuando detuvieron a Callejo en Salamanca, le encontraron una nota en un bolsillo con una dirección que ponía 'Hilarión Eslava 5, primero'. Solo dos meses antes, en la calle Hilarión Eslava de Madrid habían desaparecido tres niñas, un suceso muy mediático del que estaban hablando todos los periódicos, que no tardaron en relacionar ambos hechos".
Y, curiosamente, el conde Malladas tenía un palacete en la capital de España, a escasos 300 metros de la calle Hilarión Eslava: "Son demasiadas coincidencias que llevan a relacionar el crimen de Malladas con el intento de rapto en Salamanca y con la desaparición de las niñas de Hilarión Eslava, cuyos cadáveres fueron encontrados cuatro años después enterrados en un solar. Todas las miguitas de pan nos llevan a pensar que aquí se esconde algo mucho más turbio y terrorífico".
¿Qué pasó con los cinco jornaleros detenidos?
Los cinco inocentes condenados por el crimen de Malladas fueron liberados en enero de 1926, una década después de los hechos, y tras una intensa campaña por su liberación, emprendida por su abogado defensor y que llegó a implicar a importantes personalidades, entre ellas Miguel de Unanumo.
"En aquella época Unamuno era la figura pública más importante de España, junto al rey y sus ministros. Mucha gente recurría a él para pedirle ayuda y así lo hizo el abogado defensor, que logró que se implicara en la causa. En un acto en el Ateneo de Madrid, Unamuno llegó a decir ante la prensa que tenía un documento en el que un oficial de la Guardia Civil confesaba quiénes eran los verdaderos culpables", explica Roso, aunque ese documento nunca se hizo público.
También el Partido Socialista abanderó la campaña a favor de los presos de Malladas: "El primer gran acto por la liberación de los presos se hizo en la Casa del Pueblo, la sede del PSOE en la calle Gravina de Madrid. El partido entendió que se estaba condenando a cinco humildes jornaleros como cabezas de turco y se implicó de lleno. En su revista se hablaba de que esto era un crimen caciquil".
El caso llegó hasta el rey, que firmó personalmente la conmutación de pena a los condenados: "Alfonso XIII conoció el caso gracias a un primo suyo, Francisco de Borbón, oficial del ejército y amigo de Manuel Telo, el abogado que impulsó la campaña de liberación y que le pidió ayuda. Una vez el rey tuvo conocimiento del caso, firmó la conmutación de pena muy poquitas semanas después".
El crimen de Malladas sigue siendo un misterio, pero todos los indicios apuntan a que Juan Callejo, con ayuda de algunos cómplices, cometió los cinco macabros asesinatos, seguramente porque algo salió mal durante el intento de rapto de algún niño que se encontraban en la finca, y muy probablemente por encargo de gente poderosa, la misma que habría encargado el secuestro de Salamanca y quizás el de las niñas de Hilarión Eslava. "No puedo asegurarlo, pero creo que la verdad no queda demasiado lejos", concluye Roso.
Intentaré editar el lunes el texto a ver si puedo poner las imagenes, estaré en movil todo el finde.