Joder, cómo pasa el tiempo. 10 años desde la polémica que surgió con la serie de Damsel in distress. No voy a negar que en su momento me resultó interesante y educativo ver los ejemplos que señalaba desde su perspectiva.
Pese a la influencia que tenía su contenido en plataformas sociales no tuvo tanto auge su canal como el que se esperaba en un principio. La prensa del sector puede culpar al machismo, pero no se puede esconder debajo de la alfombra que la tía despilfarró más de 250 mil dólares que se supone estaban destinados a mejorar el canal y el contenido del mismo; que mintió en unas denuncias sobre acoso y matoneo virtual. También estuvo la polémica del estudio que elaboró para la ONU Mujeres sobre el mundo del videojuego con documentación y datos que ya habían sido refutados. Y la cereza del pastel fue cuando comenzó a mentir descaradamente sobre algunos videojuegos para demostrar que estos eran misóginos (Hitman, por ejemplo).
Ya que anteriormente mencioné su influencia, es innegable que esta tía hizo escuela en el periodismo del videojuego, tanto para lo bueno como para lo malo (críticos culturales a los que en realidad no les gustan los juegos; como ella). No fue la primera pero sí la que sentó las bases para que en el medio salieran personas como Blissy, azul corrosivo, Marta Trivi & cia. Sin contar el impacto que tuvo en medios como resetera o en peña del medio como Druckman.
Feminist Frequency actualmente está completamente muerto. Con vistas que a duras penas alcanzan las 1000 reproducciones, se puede decir sin tapujos que su contenido no lo consumen ni las propias feministas que gustan de los videojuegos.