Merricat coloca suavemente la vara sobre la mesa, dejando escapar un suspiro de alivio. Sin demora, se dirige hacia Ayn y Fafnir, no sin antes regalarle a Miela un gesto de camaradería, golpeándola ligeramente en la espalda.
"Ayn, parece que los Suicidas Carmesíes tenemos un nuevo miembro de pleno derecho. Ya no somos nueve almas, sino diez. Te has unido a nosotros y eres bienvenido, joven dragón", le susurra a Fafnir, ofreciéndole una sutil inclinación de cabeza en señal de respeto.
Tras el breve saludo y con mirada reflexiva, se acerca a los restos de Ismael y también a los de Patitas, buscando entre ellos algún rastro o señal mística.