A ver, temita Eurovisión.
La canción que ganó fue una chusta, sí. Una mezcla entre temas de Abba y el Flying Free, de la misma pava que ganó hace once años el festival con la de Euphoria. La canción lo merecía? Seguramente no. Las hubo bastante mejores como la de Australia, la de Finlandia e incluso la de Noruega que tenía rollo épico nórdico.
Sin embargo, ganó Suecia, imagino que para que el año que viene coincida con el 50 aniversario de Abba. Que tampoco es como si a Suecia le hiciera falta reivindicarse en la música, y ahí están gente como Ace of Base o Roxette para rubricarlo.
Pero, al turrón. Qué mandamos nosotros? Flamenco. Puto flamenco otra vez. Que sí, que aquí le hace gracia a mucha gente. En el resto de Europa no. A ver si nos entra en la cabeza de una puta vez. Escuchamos nosotros himnos folclóricos de Armenia? Pues, a la inversa, el resto del mundo tampoco.
Y no es que la tía de la Blanca Paloma esa cante mal. Es que es una puesta en escena pobre y una canción que no dice nada entre otras ocho o diez que han sido una fiesta. Sonaba a rancio; a muy sobado. Hubiera preferido, dentro de lo malo, haber mandado a la otra chica que cantaba esa de "Mi Familia". Por lo menos tenía un toque urbano que le daba a la canción cierto rollo.
Ahora que la electrónica y los sintetizadores vuelven a estar en boga, no habría estado de más mandar una apuesta más bailable, más pegadiza y más convincente. Las teníamos. De haber mandado a Vicco con su Nochentera o, sobretodo, a Agoney y su Quiero Arder estoy seguro de que hubiéramos quedado en un puesto, por lo menos, similar al de Chanel el año pasado.
Pero decidimos llevar caspa y obtuvimos una pequeña consolación por parte del jurado, y la puntuación más baja del voto popular.
Aprenderemos para el año que viene? Yo no cuento con ello.