(Hilo de partida) Sólo publicar Actus aquí.

Año 2022, Madrid

Las calles de una ciudad concurrida son la sede de nuestra historia. ¿Una historia? No, un sinfín de ellas. Siempre han estado entre nosotros, pero no de la forma en qué creemos. A la vista son iguales, pero por dentro no lo son. ¿Qué los diferencia? Un aura dorada. Nadie puede ver esa aura, y quienes juran haberla visto, han perdido la razón. Muchos han desaparecido intentando probar su existencia, otros más han sido borrados de la existencia sin dejar rastro. Ni siquiera las teorías los mencionan, porque nadie tiene constancia de su presencia. Y sin embargo, ahí están, viviendo como personas normales, ocultos, en las sombras.

Background

Mundo: El mundo será el mismo que el nuestro.

Razas: Humanos, Medio-Humanos, Kinianos.

Economía: Dos tipos de moneda Euros y UPE. 1 UPE = 4200 €

La Sociedad Kiniana Basado en el universo de novelas del Energy Universe.

Hace poco más de cien años, una sociedad de criaturas sobrenaturales fue instaurada, en secreto, a las sombras de la humanidad. Se llaman kinianos, entes etéreos, conformados de energía pura, que habitan cuerpos llamados biocontenedores de aspecto y forma idéntica a la humana. Necesitan esos cuerpos para sobrevivir en las grandes urbes, así que se han resignado a formar parte del ecosistema urbano.


Principios básicos

Aunque los kinianos viven entre los humanos, las reglas de su sociedad son diferentes a las de ellos. Mantener en secreto su existencia es primordial, la única forma en la que un humano puede saber del mundo energético, es de dos formas. La primera, conformando una familia con uno de ellos. La segunda, está reservada para los líderes políticos, o personas con influencia crítica, que podrían ser benéficos para una relación diplomática. Cualquiera que viole la regla de oro, la más valiosa, es considerado un criminal de peligro.
Economía y legislación básica
La sociedad energética goza de altos privilegios económicos, debido al dominio de la moneda energética, también conocida como UPE, la cuál puede conseguirse únicamente con trabajos dentro del mundo energético. Aprovecharse de esos privilegios, o usarlos para hacer daño a la economía mundial, o a los humanos en general, es otro hecho punible dentro de las reglas de convivencia. Ayudar o interferir en problemas humanos está descartado, a menos de que estos sean causados por un kiniano. La política de no intervención es flexible, dependiendo las circunstancias. No se juzgará a como criminales a aquellos que hayan puesto en peligro los secretos kinianos por ayudar a otros, pero sí a quienes lo hagan por razones egoístas o inapropiadas.
La ley de natalidad fue implementada desde que el uso de biocontenedores se hizo obligatorio. Se necesita permiso expreso del personal de control natal para poder procrear. Está permitido hacerlo entre kinianos o con humanos. Así mismo, Los Primeros, a excepción de Kendra, hicieron un pacto de limitación energética, que los ata a un biocontenedor anciano de bajo poder e infértil.
El uso de biocontenedores es otra de las cuestiones muy controladas. Cambiar de biocontenedor significar cambiar de vida en el mundo humano, y sólo puede hacerse de tres formas. 1) Sustitución de un biocontenedor por destrucción del mismo, no es costosa y se otorga el mismo tipo de cuerpo anterior. 2) Sustitución de biocontenedor por uno joven, esta se realiza de forma gratuita cuando se han cumplido al menos 50 años de uso de cuerpo. 3) Cambio voluntario, es costoso y requiere estudios de caso para realizarse.
Diversidad
Dentro del mundo energético, existen muchas variaciones de criaturas energéticas. Los salvajes, son una de estas, criaturas incapaces de razonar que se encuentran aisladas, en reservas naturales, alejadas de zonas con alta intensidad. Existen también kinianos con vampirismo, una enfermedad que sólo puede ser heredada desde un linaje tan antiguo como la civilización misma. Una sociedad submarina, regida bajo sus propias leyes y conformada por seres de biocontenedores con cola y branquias, es parte de este mundo. Entre otros, una gran variedad de criaturas, supervivientes de la gran crisis de la edad media, aún habitan comunidades muy lejanas, ocultas de la vista humana.
Submundo
Aunque no son numerosos, como toda sociedad, existen grupos, organizaciones o individuos que se mueven a contracorriente, en un mundo ilegal. Asesinos, traficantes de humanos, kinianos o salvajes, criaturas oscuras, delincuentes de poca monta o vampiros milenarios sedientos de poder.
Sistema de gobierno
El mundo kiniano está dividido en cuatro grandes zonas, cada una regida por uno de Los Primeros, seres milenarios nacidos de las Seis Energías Universales. Keliel, Maestro del Espacio, amo y señor de tierras norteamericanas; Kizara, Maestra de la Forma, ama y señora de sudamérica; Keitor, Maestro de la Realidad, amo y señor de Eurasia. Krono, Maestro del Tiempo, amo y señor de Afroaustralia.
Cada una de estas regiones, se encuentra dividida en zonas menores, correspondientes a divisiones políticas de origen humano. Así, un país como España, por ejemplo, sería regido por un Amo Nacional, cuyo territorio se divide en áreas aún más pequeñas, que son regidas por un Amo Zonal. Cada división cuenta con sus propios departamentos.
Orígenes superficiales
Aunque los orígenes de los seres energéticos es muy extensa, algunos de los datos más importantes a considerar se remontan a poco más de 100 años. La sociedad kiniana se instauró formalmente a principios de 1900, debido a la aparición de tecnología humana relacionada con las ondas de radiofrecuencia. Se decretó una ley general para el uso forzoso de biocontenedores. Al principio no funcionó, pero en 1920, muchos comenzaron a morir debido a las ondas de radio, y no hubo marcha atrás. La política de Bio-C desató una guerra interna alrededor de 1930, la Gran Guerra, en donde muchos kinianos se rebelaron por rechazo a los Bio-C. Los sabios lucharon para proteger a la raza humana y ganaron, dando fin a la guerra en 1939. Desde ese año, la sociedad kiniana ha comenzado a crecer con prosperidad.
Esto no significa que no hubiese comunidades kinianas desde antes. Siempre las ha habido, pero tan sólo eran pequeñas congregaciones.
Energía y Tecnología
La fuente de energía kiniana proviene de los Cristales Supremos, pequeños generadores de energía ilimitada. Gracias a esto, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados. El uso de naves indetectables para la vista y radares humanos, es muy común para uso de los cuerpos pacificadores. Armas resonantes y energéticas son las más usadas, lo cual puede incluir proyectiles o cuerpo a cuerpo. Los cristales de contención se usan para capturar a los criminales, o a formas etéreas en general.!<


Razas y posibilidades

Kinianos y Medio humanos. Hay dos tipos de kinianos o medio humanos, con o sin vampirismo. De tener vampirismo se puede ser un vampiro conservador (bebedor de esencia humana, alienados de la sociedad), o liberal (bebedor de esencia sintética, funcional en la sociedad).

Medio humanos. La diferencia principal entre los kinianos y los medio humanos, es el biocontenedor. Sólo los kinianos puros tienen forma etérea, y pueden cambiar de cuerpo. Los medio humanos están atados a su cuerpo humano y son mortales, aunque pueden vivir hasta 200 años, extendiendo su edad adulta por mucho tiempo. Los medio humanos, por lo general, llevan una vida muy parecida a la de los kinianos, a menos de que hayan nacido en el seno de la sociedad humana. Esto se da con mucha frecuencia, debido a la ley de natalidad. Muchos kinianos suelen tener hijos con humanos y los abandonan, propiciando a que nunca conozcan la sociedad kiniana.

Humanos: tienen muchos hándicaps, son alimento de vampiros, negocio de criaturas oscuras, limitados a la economía y sociedad humana y, precisamente por esto, conseguir algo siendo humano se sentirá fruto de un gran esfuerzo.

Madurez kiniana

Los kinianos maduran hasta los 17 años aproximadamente, antes de eso son exactamente igual a un humano. La maduración se trata del reconocimiento energético, en los kinianos puros, es la salida de la forma etérea del cuerpo, en los medio humanos, el control de su energía. Se desata con una experiencia emocional fuerte. Si nunca se experimenta algo como esto, o nunca se enseña a controlar la energía, un kiniano podría morir de viejo sin descubrir lo que es.

Basándonos en esto quienes nacen en una familia kiniana, normalmente son enseñados desde pequeños a controlar su energía para que puedan tener una madurez sin problema alguno. Existen academias especializadas, a las cuales suelen asistir a ciertas edades, una vez que han madurado.
Niveles de poder

Todo kiniano tiene la capacidad de generar energía, esta capacidad es variable, habiendo unos más fuertes que otros. Los kinianos miden su potencial energético en KU (Kinian Units), que simbolizan la cantidad energética que pueden generar en un segundo. Los humanos, aunque no pueden generar energía, son capaces de transformarla en fuerza mecánica, por lo que, aún así, se les atribuye el número básico de 1 KU (la fuerza humana promedio). Cada KU es un multiplicador, siendo tal que, 2 KU es 2 veces la fuerza de un humano.

La gran mayoría de kinianos poseen, al menos, 15 KU, es decir, su capacidad energética los hace quince veces más fuertes que un humano. Números más altos o bajos de 15 son kinianos que están por encima y debajo del promedio. A pesar de esto, hay kinianos singulares que sobrepasan esos números.

Los niveles de poder se clasifican y distribuyen de la siguiente manera.

D (1-30 KU): representan el 50% de la población kiniana, la mayoría son civiles, guardias kinianos, científicos, sanadores, u ocupan cargos administrativos.

C (31-50 KU): representan el 30% de la población kiniana, la mayoría se dedican a trabajos de pacificadores, ocupando lugares en la guardia kiniana, otros de estos también son jugadores profesionales de Dominorium (deporte), también representan una buena parte del submundo.

B (51-100 KU): representan el 15% de la población kiniana, son escasos y suelen formar parte de la guardia kiniana, también hay muchos cabecillas del submundo que sirven a amos mayores.

A (100-500 KU) representan tan sólo el 4% de la población kiniana, son muy escasos, suelen conformar puestos jerárquicos altos, como el de Amos Zonales. En el submundo suelen trabajar solos, como cazarecompensas o asesinos. Los rangos más altos de la guardia kiniana, los Espectros, sólo reciben kinianos de clase A en sus filas.

S (500-1000 KU): representan sólo el 1% de la población kiniana. A pesar de que hay muy pocos, es frecuente escuchar hablar de ellos, ya que son capaces de causar grandes estragos o suelen tener cierta fama dentro de sus nichos. Se trata de kinianos excepcionalmente poderosos, que suelen ocupar cargos como Amos Nacionales, Espectros, o grandes criminales del submundo. Debido a que son muy pocos, y hay una gran variación de poder, se ha creado una subdivisión para poder reconocerlos dentro de este mismo rango:

Nivel 1: 500-600 KU
Nivel 2: 601-700 KU
Nivel 3: 701-800 KU
Nivel 4: 801-900 KU
Nivel 5: 901 o más. (No se conocen kinianos por encima de 1000 KU, además de Los Primeros).

El potencial energético funciona por la regla de multiplicación hasta los 1000 KU. Niveles de poder por encima de eso, no existen, más que el de Los Primeros, los cuales no se miden en KU, sino en niveles Terra Force.


Ocupaciones

Elegir un kiniano no lo limita a dedicarse a una profesión del mundo energético, puede perfectamente dedicarse a un trabajo humano o llevar una vida humana.

La ocupación del personaje deberá venir en su trasfondo. De cualquier forma, el rol contará con una mecánica de asignación de profesiones. Central de trabajo (¿qué estás buscando? Te ofrecen algo de acuerdo a tus gustos). Los vampiros conservadores necesitan estar ocultos al doble, porque llevan a cabo actividades son ilegales incluso en el mundo kiniano.

En el caso de los humanos se recomienda un trasfondo o una historia que se relacione con algo paranormal, para que pueda haber interacción con el mundo kiniano y no sea un simple simulador de vida común. Esto último es una simple recomendación, más no algo forzoso.

Si alguien desea saber sobre alguna ocupación específica del mundo kiniano, puede consultarme directamente sobre su existencia.


Parámetros de crecimiento:

Los atributos humanos son fijos. Pueden llegar a variar o ser modificados, pero a través de maneras específicas.

Humanos
F: Fortaleza (1-10): Define las capacidades físicas de su personaje.
P: Percepción 1-10: Define las capacidades sensoriales (capacidad para percibir la energía).
S: Suerte 1-10: Se usará para tiradas de dados.

Kinianos y Medio-Humanos
F: Fortaleza (1-10): Define las capacidades físicas de su personaje.
E: Energía 1-10: Define las capacidades energéticas y la potencia de los ataques.
S: Suerte 1-10: Se usará para tiradas de dados.
Potencial Energético (P.E.): Los personajes kinianos iniciarán con un potencial básico, que puede ir desde 1 hasta 1000, que podrán incrementar con el tiempo, hasta el CAP máximo de su personaje (el cual proviene de su linaje). No habrá un sistema específico de incremento, sino que sus personajes simplemente irán “creciendo” y desbloqueando su potencial dependiendo sus acciones. El P.E. funciona como un multiplicador de atributos. Por ejemplo, con un P.E. de 15 KU, los atributos de Fortaleza y Energía se multiplicarán por 15.

Al crear su personaje, tendrán 5 puntos en total para repartir entre atributos (Fortaleza, Percepción y Energía). Durante la partida se podrán maximizar. El valor suerte se decidirá lanzando 1d10. Este valor será fijo en toda la partida. Sacar un número menor a 3, te hace obtener un punto extra para los FPES.


Forma de juego (Actualizada para el mini rol 2023)

Mecánica básica de un minirol

La complejidad del rol se limitará a tomar decisiones ante las situaciones presentadas para ir progresando entre respuesta y respuesta. Tan simple como eso. Si se requieren sus atributos para superar algún obstáculo, se usarán los de su personaje para superarlos sin más, si no se pueden superar, se lanzará un dado de 10 usando el valor suerte para superar la prueba de forma muy random (con suerte, literalmente). En esencia, jugaremos a tomar decisiones y ver los resultados de las mismas, sin mecánicas de inventario, dineros, o cosas que nos hagan perder el tiempo "pensando" demasiado. Nos basaremos sólo en la lógica para ir progresando.

Skills
Las skills, o habilidades tendrán una forma de función igual a la de partidas como PW, y un mismo proceso de obtención y/o creación. El sistema de combate se reducirá a una comparación de fichas entre oponentes y un lanzamiento de dados.

Moneda y comercio
En caso de que se necesite comprar algo o adquirir un bien específico para alguna situación, nos apoyaremos del uso de la moneda de la partida. Los Euros y las UPE. Los euros servirán para comprar cualquier cosa en el mundo humano. Las UPE para realizar transacciones en el mundo kiniano. Las UPE también pueden conseguirse en el mundo humano, pero se les conoce como Bitcoins. Las cantidades y pertenencias serán las mismas que se quedaron en las fichas de antaño, pero no habrá más mecánicas para seguir acumulando bienes y/o tesoros en esas fichas, sólo servirán de apoyo a la partida.

Tiempo
A tomar por culo el sistema de turnos y medición exacta del tiempo. Nos vamos moviendo con las actus y nos ajustamos al requerimiento del guion en caso de que tengamos que conectar personajes en un solo lugar o una misma situación. Poder del guion para mover el tiempo a conveniencia en pos de la libertad de la partida y la independencia de los personajes.


  • A Jester, Fireshot-V, Geth y sora63 les gusta esto.
    • [borrado]

    • Mejor Respuestaasignada por Gatosaurio

    Diego

    Tras unos momentos, la puerta, al no abrirse bajo deseo del individuo al otro lado, estalló en pedazos. En ese preciso momento, sorprendiste al guardia restregándole la escobilla en la cara.

    El guardia fue descolocado totalmente, alejándose con repudio con arcadas. No perdiste tiempo e intentaste salir corriendo, pero en cuanto pasaste junto al guardia, éste te atrapó por la nunca y te devolvió con una fuerza sobrehumana de regreso al cuarto de baño.

    Impactaste contra el muro con una fuerza tal, que te sacó todo el aire de los pulmones, causándote un gran dolor que se extendió desde tu espalda hasta el pecho. Caíste sobre la bañera, tosiendo sangre descontrolado, mientras el guardia caminaba hacia ti. Parecía ser tu fin.

    Sin embargo, de un momento a otro, viste como una fuerza de energía dorada aparecía volando y golpeaba al guardia de lleno, haciéndolo volar lejos de la entrada del baño. Sin perder tiempo, aquella energía dorada te levantó y te sacó hacia el pasillo en llamas, levitando. Estaban por escapar, pero el guardia esperaba afuera con un rostro lleno de furia.

    —¡¿A dónde creeis que vais?!

    Kayra

    En cuanto mencionaste al Demonio Blanco, el rostro del Cocinero se puso pálido. Fue como si la vida se le hubiese escapado del cuerpo por un momento. Tu deducción había sido correcta. El nombre bastaba para hacerlo temblar, momento que aprovechaste para escabullirte a toda velocidad entre los pies del hombre que, al darse cuenta, volvió en sí mismo y se apresuró a correr, no directo hacia ti, sino al lado contrario. [Mientras pasabas junto al Cocinero intentaste buscar objetos en su vestimenta, pero no encontraste nada útil, además del E-Nex que portaba, el cual era imposible de retirar sin perder tiempo].

    —¡Emergencia! ¡Código blanco!

    Escuchaste la cocinero gritar, mientras escapabas en dirección al pasillo en llamas, justo a tiempo para ver cómo Diego intentaba escapar del cuarto de baño y era bloqueado por el guardia calvo, quien lo devolvía con gran potencia hacia el interior del baño.

    Con gran furia, embestiste al guardia con todas tus fuerzas, atravesando su cuerpo con tu forma etérea y lanzándolo a volar. Al hacerlo, te diste cuenta de que el guardia no era tan fuerte. Debía tener al menos unos 30 KU, un blanco relativamente fácil.

    Mientras el guardia se recomponía de la embestida, regresaste a ver a Diego y lo encontraste tosiendo sangre, apenas recuperando el aliento.

    Lo levantaste en el aire y te lo llevaste volando, pero te encontraste con el guardia, esperándote, de pie, bloqueándote la salida.

    —¡¿A dónde creeis que vais?!

    Hektor

    Corriste detrás del carcelero, siguiendo la dirección del humo. La puerta estaba abierta así que no tuviste ningún problema para salir de las mazmorras. Atravesaste un largo pasillo y llegaste a una estación de seguridad, en donde presumiblemente residía el carcelero. Cubriéndote la nariz por el humo que se volvía más denso, revisaste los alrededores y encontraste lo que parecía ser una pistola de aspecto extraño. Sin dudarlo, te hiciste con ella.


    Pistola Resonante [Potencia 15-30 KU]

    En la estación de seguridad te encontraste con dos puertas, ambas abiertas. Una, claramente llevaba a la salida, porque el humo escapaba por hacia la parte superior. La segunda, estaba abierta, y podías ver al carcelero bloqueando el paso a un hombre que lucía muy malherido. Al hombre lo reconociste fácilmente, era el periodista, ese tal Diego. Parecía que el Carcelero estaba a punto de acabar con la vida del hombre, así que, sin pensarlo dos veces, te dispusiste a probar tu nuevo juguete, y disparaste contra el carcelero.

    Un sonido potente y resonante brotó del arma, y una onda expansiva salió disparada con tal fuerza, que el retroceso te empujó hacia atrás haciéndote trastabillar a pesar de tu complexión pesada.

    El impacto dio de lleno en la espalda del carcelero, haciéndolo gritar de dolor, contorsionándose, para luego caer al suelo con ligeras convulsiones. Sin embargo, el disparo también provocó que Diego, que estaba detrás del guardia, cayera al suelo con el mismo efecto.

    Ninguno parecía muerto, más bien noqueados por el impacto.

    El fuego provenía claramente de la puerta abierta que llevaba a un pasillo diferente, en donde ahora yacían el guardia y Diego en el suelo. Estabas pensando en qué hacer, cuando notaste que el carcelero se ponía de pie, murmurando palabras de furia, y se giraba hacia a ti. Diego también intentó ponerse de pie, pero le fue imposible, cayó al suelo, herido.

    El guardia se dirigía hacia a ti. Detrás de él estaba el pasillo en llamas y Diego, que parecía apenas podía moverse. Por otro lado, junto a ti estaba la otra puerta que parecía llevar a la salida. ¿Cuál sería tu siguiente movimiento?

    Kayra y Diego


    —¡¿A dónde creeis que vais?!

    El guardia bloqueaba el paso. Parecía que la única opción sería luchar, o intentar evadirlo. Sin embargo, antes de cualquier otra cosa, un ruido potente se escuchó y una onda expansiva golpeó de lleno al guardia, desde la espalda, haciendo que su rostro se torciera en una mueca de dolor antes de que cayera al suelo y comenzara a convulsionar.

    Pero el festejo duró poco, porque instantes después, la misma fuerza que pareció golpear al guardia, impactó también en Kayra y Diego. Diego no sufrió ningún daño, sin embargo, Kayra, en su forma etérea, sintió un intenso dolor repentino. Lo sabía. Reconocía la sensación de un impacto resonante. Alguien había disparado un arma resonante. El impacto había atravesado al guardia y había alcanzo a Kayra también. Al estar en su forma etérea, el efecto fue total. Kayra sintió que su existencia se desintegraba, sufrió un gran dolor que lo llevó al borde de la inconsciencia, hasta quedar flotando como una nube gaseosa que descendió a nivel del suelo, hasta quedar embarrada como un líquido plasmático junto al cuerpo de Diego.

    Diego, cayó al suelo. La energía dorada que lo había mantenido en el aire hasta ese momento, dejó de sostenerlo. En ese momento, Diego apenas podía respirar. Podría tener algunas costillas rotas, quizás algún pulmón perforado. No lo sabía, pero la vista se le nublaba.

    Había una silueta apenas visible entre el humo, de pie, al otro lado de la puerta abierta que llevaba a la estación de seguridad del guardia. Parecía un hombre robusto y corpulento, aunque era difícil de identificar entre la humareda. El guardia se puso de pie, murmurando palabras de furia, y se giró hacia el hombre, dándole la espalda a Diego y Kayra. El guardia también parecía estar al borde del colapso.

    Estado:
    Kayra: Tu forma etérea se encuentra dispersa, al borde del colapso. Recibiste un disparo resonante potente. Estás débil y no podrás moverte ni usar habilidades en tu siguiente actualización. No hay problema con comunicarte.

    Diego: Estás herido, probablemente con costillas rotas. Puedes moverte, caminar lento o hablar, pero te causa dolor incluso respirar. Luchas para no desmayarte. Tu visión de auras te permite ver a la energía dorada que te ayudó, dispersa en el suelo, junto a ti, como un gas etéreo debilitado.

TRABAJANDO EN LA PRIMERA ACTUALIZACIÓN

Jugadores: A partir de este momento ya se puede postear el recap de los personajes. Una mini actu sencilla a modo de "en capítulos anteriores".

Dos años después....... Pole

Kayra

El Rincón del Pez. Durante su corta existencia, estas palabras no indicaban nada más que una taberna mediocre más entre el ancho entramado urbano de Madrid. Y sin embargo, en cuestión de una semana, se convirtió en el centro de mi vida.

Todo comenzó como un expediente común y corriente en mi pila de trabajo. Un asesinato de un humano perpetrado por un par de kinianos. Las circunstancias vampíricas, en el centro de la ciudad, marcaban la severidad del caso. Pero, como incidente aislado, un único día de labores de un agente como yo fue suficiente para limpiar todo rastro del mundo kiniano del entorno, permitiendo a la humanidad permanecer un día más en su ignorante letargo. Un día de trabajo, y el expediente se había cerrado. O eso me hubiera gustado a mí.

La realidad es que el destino tenía otros planes. Este lugar… Tenía gravedad propia, en cierto sentido. No sólo me atrajo a mí y a otros investigadores primarios. Atrajo también el cercano y confidencial escrutinio de la GIV, aun tras resolverse el caso. Atrajo también a un desdichado humano de linaje incierto cuya propia gravedad no dejaba de hacerlo chocar con nuestro mundo. Y atrajo también al Demonio Blanco, y con ella, el peso de una implicación que no pude soportar ignorar.

Nunca pensé que cruzaría caminos con aquella mujer. Su mera presencia era suficiente para elevar la presión protoplásmica de mi biocontenedor a niveles patológicos. Y, sin embargo, en ella encontré la única mente que compartía mis inquietudes. Y en esas inquietudes encontré un secreto aún más oscuro. El por qué ese lugar continuaba resurgiendo de entre el olvido como el sol se alza cada mañana… Lo había sospechado, pero no me atrevía a aceptarlo. Semejante abominación, en pleno corazón de las dos sociedades que vivía para proteger, escondida a plena vista. Un Comedor Vampírico, el macabro hogar de la degeneración desenfrenada de los más desdeñosos vampiros.

Hacía mucho que ya no me sentía como yo mismo. Primero, construyeron sus iglesias. Después, construyeron sus antenas. Y después, ya no quedó lugar donde yo pudiera residir: ni en sus corazones, ni en sus hogares. Pero aun así, rendí mi libertad, mi pluripotencia, sólo para poder sentir esa conexión algo más. Me encarné, para así poder seguir entre ellos. Observándolos. Protegiéndolos, incluso de mis hermanos, incluso de aquellos más temibles y poderosos que yo. Y, sin embargo, mi yo se fue erosionando lentamente en aquel mundo que ya no reconocía. Cada expediente cerrado, cada hora en la oficina frente al ordenador desempeñando mi deber con fidelidad, la chispa del pasado se fue apagando con rotundidad.

Pero imaginar las torturas cometidas tras aquellos muros contra criaturas inocentes me reincendió. Hacía mi esencia sublimarse: tanto como me helaba lo más adentro, lo hacía hervir. No podía tolerarlo. No importaba el coste: debía averiguar la verdad para proteger a aquellos humanos.

Así, me infiltré en aquel lugar. Con sutileza y en silencio me interné en sus entrañas: la fachada del inocente bar caía para revelar un complejo y profundo entramado subterráneo, una auténtica fortaleza kiniana. Y en lo más profundo, lejos de los ojos de la justicia, observé con mis propios ojos cómo sus “festines” se sucedían.

El horror en la mirada de aquella inocente muchacha paralizada se grabó a fuego en mi retina. No podía mirar, pero tampoco podía apartar la mirada. No pude soportar la aberrante revelación. Debía actuar decididamente. Incluso si debía tomar su vida… Aun aquel sería un destino menos horripilante que el que estaba experimentando en sus carnes.

No obstante, los caprichos del destino a menudo son crueles. En aquel espeluznante gesto de piedad, mi disfraz quedó en evidencia, y fui sumariamente capturado. Aquella humana sobrevivió, por fortuna o por desgracia; pues si bien conseguí abortar el festín, no podía saber a qué estaría siendo sometida a continuación.

Ahora, flotante en el etéreo vacío del interior de un cristal de contención, esperaba mi destino. El macabro Cocinero lo discutía con su Amo no lejos de mí: oscuras nubes se cernían sobre mi horizonte. Incapaz de escapar, estaba a su merced. Y, sin embargo, tenía la fracción más minúscula esperanza. Pues quizá si conseguía sobrevivir lo suficiente, prolongar lo suficiente el tira y afloja con mis carceleros y posibles verdugos, mis aliados encontrarían las evidencias fotográficas que había estado retransmitiéndoles. Y quizá, si jugaba bien mis cartas, podía llevarlos hasta las simas más oscuras en que esta plaga se esconde. Hasta un oscuro abismo que nunca esperé tener que enfrentar.

Objetivo: Esperar a ver dónde me llevan estos apuestos desconocidos.

Aparte Zero, por si no has tenido tiempo de releer todo el hilo de Kayra, y si lo necesitases, lo he resumido todo en 4 páginas con bulletpoints así en plan esquema, para pasártelo por si lo necesitas 🤙

Diego Garza

Mientras observo de lejos el establecimiento (el Rincón del Pez), jugueteo un poco con la gorra que cogí antes de salir de casa intentando pensar en qué hacer para colarme allí dentro.

«Bueno… quizás encuentre algo de inspiración en mis notas.»

Saco mi libreta del bolsillo de la chaqueta y empiezo a leer todo lo que he ido anotando durante las últimas semanas… desde la noticia aquella en la que había habido un ajuste de cuentas al lado de este restaurante.
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Sábado: (Por desgracia, las páginas que deberían corresponder a estos días parecen haber sido arrancadas de la libreta, a saber que habría escrito en ellas…)

Lugar El Rincón del Pez. (Personal no coopera)

Cadáver con marcas de mordida en el cuello. Alrededor de las 4 am, encontrado sobre las 7 am. Sin sangre en la zona.

Testigo (averiguar qué vio).

Comisario presente (importante). (Es un capullo)

Investigador (alemán grandullón enorme, otro capullo gilipollas)

INFORME del Hospital (Máster: Oculto bajo el cubertero del cajón de la cocina):

Evaluación física: El cadáver pertenece a un hombre de mediana edad, complexión media, cabello corto, caucásico. Alguien totalmente promedio. Presentaba marcas de mordidas en el área del cuello, no una, sino varias (incluye fotografías). Alguien lo mordió en varias ocasiones, mordidas de dentadura humana, sin orificios específicos. La piel estaba destrozada, como si su agresor lo hubiese masticado con una furia desgarradora. Sin vestigios de actividad sexual.

Causa de muerte: Muerte por desangramiento, el cadáver llegó con una cantidad increíblemente baja de sangre.
Hora estimada de muerte: 3:55 am.
Llegada del cadáver a la morgue: 7:24 am.

Muestras de ADN del cadáver enviadas para su análisis.

Abuelos muchacha, vecinos lugar incidente, no vieron nada. (Menuda mujer, rubia, despampanante, delicada, curiosa, inocente… Le di mi tarjeta, espero que me llame algún día.)

Cártel latino, nuevas drogas (nueva versión oficial, no me la creo, investigaré)
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Domingo:

Ayer me tocó la lotería, los 10.000 euros más fáciles de mi vida. Apenas recuerdo nada, un bar, un hospital, muchas luces y a una rubia extraordinariamente hermosa. Debió de ser un buen día.

He ido a comer enfrente del Congreso de los Diputados (Rincón de Esteban).

No sé qué tomé anoche, pero estoy empezando a ver luces doradas alrededor de la gente del restaurante. Voy a seguir a uno de esos camareros brillantes.
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Lunes:

De puta madre, me he levantado en el hospital, he tenido un accidente con la moto mientras seguía a ese tipo. Ahora me duele todavía más la cabeza y ni siquiera recuerdo cómo ocurrió todo.
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2 semanas después:

Mensaje en un móvil bajo la cama de un tal Juan Valdés (exsocio de mi encerrado padre. Otro gillipollas, subnormal… y peligroso): « Buenas, Diego. Tú no me conoces, pero yo a ti sí. A ti y a tu padre, mi antiguo socio. Entiendo que él no está muy disponible para los negocios, pero me ha dicho un pajarito que no te vendría mal un trabajito en condiciones, ¿sí? Y yo necesito un tío con calle, que acabo de llegar de Colombia. Llámame».

He llamado a ese número y he grabado la conversación como seguro. Si ocurriera algo serio, esto podría servirme como prueba de que no colaboro con él.

Hemos quedado mañana en el Retiro, a las 17h. Grabaré nuestro encuentro.
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Dia 2:

Juan Valdés es un verdadero capullo, y de los que brillan. Quiere traer una droga nueva a la ciudad, la Sanguinaria, una cocaína más potente, más adictiva y mucho más barata. Necesita que averigüe como se mueve la droga por Madrid, la competencia y, en general, como hacerse un hueco aquí para ganar dinero. Me jode, pero le ayudaré, siempre puedo aprovecharme para que él hunda a la competencia y yo le hundiré a él en cuanto tenga pruebas suficientes para que la policía deje de actuar como subnormales.

Has conocido a Juan Valdes: Título [Conocido]. Puedes comunicarte con él vía teléfono o mensaje de texto (MP), no consume turno.

[Tienes: Video y audio del encuentro con Valdés]
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Día 3:

Rebuscando en Internet, he leído sobre el caso del Rincón del Pez. No sé por qué cojones no me suena, parece que fue algo sonado. Asesinato entre cárteles de droga. Al parecer hay varios ‘Rincones’ por Madrid, puede que sean una tapadera de droga. Tendré que investigar si lo de los brillos dorados está relacionado con algún efecto secundario de las drogas nuevas. Empecé a verlas cuando comí en un restaurante de esos y desde entonces me persiguen a todas partes.

He hablado con mi antigua agencia de noticias, están interesados en investigar los movimientos de los cárteles de droga de la ciudad… Por alguna extraña razón, creo que me pueden ayudar… y yo les puedo proporcionar información de primera mano sobre Valdés.

Tienes un nuevo contacto: Miranda Gómez [Conocida]: Por intereses laborales, te puede conectar con cualquier persona de utilidad que necesites.

Les he pasado algo de información sobre Valdés. Espero que con sus contactos pueda averiguarme algunas cosas.

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Día 4:

El Rincón del Pez cierra de forma repentina. No tendré una oportunidad mejor que investigar el local que ahora que estará sin clientes y con los trabajadores al mínimo, en caso de haberlos. Si puedo relacionar el local con el tráfico de drogas, las extrañas luces doradas, el asesinato de la otra semana y el resto de Rincones... Puede que de todo esto salga la mayor noticia sobre tráfico de drogas de la historia.

Salgo hacia allí en 5 minutos.

Kayra

No sabías cuánto tiempo había pasado, seguías en esa cocina oscura. No escuchabas ruido alguno. Es como si ya no hubiera nadie más cerca. El Cocinero no estaba. No podías escuchar a nadie cerca. De alguna manera estabas solo. ¿Cuándo pensaban llevarte con el mandamás? Habían dicho que lo más pronto posible, pero, ¿cuándo sería eso?

Estabas pensando en cuánto tiempo tardarían en llevarte, cuando, de pronto, la puerta de la cocina se abrió y escuchaste las voces de los guardias con los que te habías encontrado antes.

—Otro curioso, ya son tres el día de hoy. Se lo dejaremos al cocinero, quizás lo necesite como tributo más tarde. No creo que el Amo pueda mantener este lugar en secreto por mucho tiempo más. La GIV debe estar sospechando, seguro que tendremos que movernos hoy mismo.

—¿Es por eso que está cerrado? Apenas empezaba a acostumbrarme a este lugar. ¿Es normal cambiar de un lugar a otro tan seguido? ¿Y las presas?

Escuchaste cómo los hombres arrojaban un bulto pesado que chocaba contra utensilios de cocina y comenzaban a retirarse.

—No es tan común, pero con el demonio blanco ahí afuera más vale estar prevenidos. ¿No escuchaste lo que ocurrió con los idiotas del Comodoro, en Valencia? Dicen que la protoenergía de los cadáveres seguía luchando por reestructurarse cuando los encontraron. Esa maldita perra asesina los aniquiló, los hizo sufrir y los dejó agonizando hasta los últimos segundos. ¿Quieres que te pase a ti?

El otro guardia se quedó en silencio un momento antes de salir de la cocina.

—Claro que no, más vale entonces que nos larguemos pronto de aquí. El Cocinero no estará nada contento.

—¿Y qué más da ese loco? Yo no quiero morir aquí. Si no nos vamos hoy, me largo.

El otro guardia rio.

—¿Crees que te dejarán ir? Estás soñando. No somos tan diferentes a las presas de allá abajo.

Los dos guardias se fueron. La puerta quedó cerrada y escuchaste los quejidos de un hombre. No alcanzabas a distinguir bien su identidad, pero parecía ser una presencia familiar. Los guardias habían dejado a alguien encerrado contigo, en la cocina.

El hombre despertó. Provocó un desastre al levantarse, tirando utensilios de cocina por doquier. Examinó los alrededores con las manos, tratando de orientarse. No podía ver nada en la oscuridad. Entonces, notaste cómo se dirigía hacia ti, hacia tu cristal, y cuando llegó al frente tuyo, por fin descubriste quién era.

Diego Garza, ese hombre otra vez. Te sostuvo entre tus manos, como si analizara el cristal. No parecía saber lo que era.



Diego Garza

Observaste el Rincón del Pez, cerrado. El lugar y los alrededores estaban prácticamente desiertos. Al menos eso parecía, pues, de pronto, escuchaste una voz gruesa detrás de ti.

—¿Y tú quién eres? No debería haber nadie aquí.

Acostumbrado a los desmayos, un vago pensamiento llegó a tu mente: «oh no, aquí vamos de nuevo», antes de que quedaras totalmente inconsciente.

Comenzaste a abrir los ojos, poco a poco, con un ligero dolor de cabeza. Estaba oscuro, no podías ver nada. Te moviste un poco y te sobresaltó un estruendo provocado por un sinnúmero de utensilio de cocina cayendo sobre ti. Te moviste un poco para poder levantarte. Palpaste con tus manos lo que parecía ser una mesa. No escuchabas ruido alguno tampoco. Estabas solo.

No sabías que tan grande era ese lugar, pero podías distinguir un brillo tenue dorado. Al acercarte, ladeaste la cabeza un poco. Parecía un cristal. Lo levantaste del sitio en el que se encontraba. No entendías lo que era, pero emitía una luz que te servía para ver en la oscuridad.

[Obtuviste, cristal de luz dorada]
Cristal de luz dorada: Desprende una cálida luz dorada. Funciona como una linterna.

Kayra (Máster)

El cruel repique de los pasos de los guardias extrajeron mi atención del estado introspectivo en que me encontraba. Suspendido en el interior de aquel cristal, y este así mismo en la oscuridad de aquella macabra cocina, perdí la conexión con el mundo exterior y el paso del tiempo a su través. Su conversación me dejó entrever que aún me encontraba en el día de mi captura, lo cual me alivió por un instante.

Y eso es cuanto duró aquel alivio. Al parecer, mi intromisión había vastado para asustar a la organización tras este Comedor hasta el punto de empujarlos al traslado. Sentí la larga y aguda espina de la vergüenza clavarse en mi etéreo ser. Motivado en exceso por mi ambición destemplada una vez más, había actuado de manera imprudente, y parecía que aquello iba a costarme la oportunidad de facilitar la destrucción del lugar a través del Demonio Blanco.

El Demonio Blanco… Era la primera vez que oía más detalles sobre su actividad. Era de imaginar que desarticular un nido de vampiros no sería algo gozoso para el ánimo, y sin embargo, el desenfreno con el que parecía desenvolerse la Demonio en tales ocasiones me tomó por sorpresa.

Pero este pensamiento, así como mi luctuoso estado ante la nueva cota de mi fracaso, se desvanecieron rápidamente. Pues en cuanto aquellos esbirros abandonaron el lugar, me percaté de algo mucho más apremiante. Al escuchar al quejumbroso humano abrirse paso por la oscuridad, sentí una gran alarma. Esta comenzó a entrar en territorio del pánico en cuanto percaté qué humano era aquel.

Clavé mi intangible mirada sobre Diego Garza desde el presidio del cristal, inseguro y preocupado. Parecía imposible, pero los mejores esfuerzos del Departamento estaban siendo vencidos por un único hombre. Como una cruel jugarreta del destino, aquel joven hombre continuaba cayendo sobre las más insidiosas redes de nuestra sociedad. Había demostrado no poder protegerlo, y aun así, ahora estaba en mis manos únicamente sacarlo de allí.

Parecía haber un magnetismo anómalo entre él y nuestro mundo. Era como si perteneciera a él, y no a otro lugar. Recordé brevemente su nebuloso linaje. Pero rápidamente, reencaucé mi mente al urgente asunto que teníamos a mano.

Kayra (Diego Garza)

Proyecté mi voz a través de los cristalinos muros de mi prisión. El peso de la urgencia era evidente en ella, aunque subordinada a la necesidad de discreción.

—¡Diego Garza! Oye mi voz. Un peligro atroz se cierne con inminencia sobre ti. Escucha con atención lo que voy a decirte.

Callé por un segundo para dar oportunidad de asimilar mis palabras a mi interlocutor. Procedí en seguida para disipar su confusión.

—El tiempo apremia, así que seré preciso, y espero que tú también. Yo te conozco, aunque tú a mí no. Me encuentro aprisionado en el interior del cristal que sujetas. Como nosotros, hay otros prisioneros en este lugar; todos los demás son individuos mortalmente peligrosos para nosotros. Las armas y las emboscadas son inútiles; no podremos vencerles en combate. Requerimos del sigilo para sobrevivir.

»Si no podemos encontrar una salida sin vigilancia, lo cual es harto improbable, debemos pedir auxilio. En algún lugar de estas instalaciones deben haber depositado mis pertenencias; entre ellas hay un dispositivo que podemos usar para solicitar ayuda a alguien capaz de prestarla. Debemos encontrar mis enseres y mantenernos ocultos. No puedo garantizar tu seguridad de otro modo.

Esperé un instante para asegurarme de que el joven había entendido con rotundidad mi mensaje. Tras ello, concluí:

—Observa los alrededores y trata de reconocer la dirección a seguir. Ten extrema precaución: el peligro que encontrarás aquí escapa a tu imaginación.

Mientras tanto, yo traté de percibir las esencias de otros seres kinianos cerca, tratando de guiar a mi acompañante por un camino seguro donde no nos interceptaran nuestros captores.

@Jester Hello sisi

—¿Qué disses? ¿Que te aburres? No te prreokupess, tengo una historria parra ti, joiven.

» Encantado te explicarré lo que pasó una ves que estuve en Madrrrid, ja, joiven. Verrás, todo empesó cuando porr fin pude pedirr destino a Espanien con esos perrrrrrros de EURROPOL. Ya sabes. Buenas plaias, buenos tiempos, buenas mujerres, ah, y mi hija. Lo malo mi exmujerr perro no se puede tenerr todo, ja?

Entonses rresulta que me encontrré con una asesinato peculiarr. A alguien le habían chupado la sangrre, segurramente pensando que serría otrra cosa lo que le chuparrían ja. Como dicta el kodigo deontolgico debía aser una investigasión al respekto. Fui a ese barr, porrke fue en un barr estraño. La gente allí no kolaboraba, pero con buenas manerras y pasiensa pude obtener más informasión al respekto.

...

Bueno puede que tuviese que perseguirr a algunos traficantes de poca monta, golpiarrrlos y amenasarrlos de manerras varriopintas, perro al final nos acabamos asiendo amigos. Pasarron más cosas malas, y además me encontrraba en una mala situasión con asienda, que no calculó bien mi devolusión, ja? Burokraten.

Cosas que ocurren.

Finalmench di con sufisientes pistas grrasias a la ayuda de los polisias lokales. Así fue que me infiltrré en el parra nada sospechioso local, el cual estaba sospechossamente prrotegido porrr dos gorrilas. Intenté infiltrrarme en él. Debía aserrlo.

Al final rresultó que esos tipos erran vampirros caníbales que se comían a las personas y asian instrumentos de viento con los huesos de sus víctimas. Prrobablemente también de perrcusión. Me costó creerrlo, perro ja estuve indagando en ese tema. Parresía que era una tendensia al alsa en Eurropa, y ahorra quedaba clarro que debía eliminarrlos de la fas de la tierra.

Perro me pillarron y me metieron en una selda mohosa esperrando a comerse mis pellejudas karrnes y a aserr flautas con mis tibias.

Cosas que ocurren.

Perro no temas. Grassias a mi intelijensia y a mi futurrible canser de sistema respirratorrio fui capas de escapar de la selda. Ahorra, solo tenía que escaparr de allí y avissarr al mundo, aunque me tomasen porr loco.

Y eso que la historria solo ha comensado. Ahorra esperra, estamos llegando a la base y debo proporrsionarr los códigos de identifikasion...

¿Eh? ¿A que te refierres con lo de "en qué univerrso dises ke pasó eso"?

Diego Garza (Kayra)

—¿Y tú quién eres? No debería haber nadie aquí.

Intento girarme para ver que está pasando...

—¿Qué co...?

POF

__

Me levanto medio aturdido mientras algo cae sobre mi y escucho sonidos metálicos cayendo a mi alrededor.

—¿...jones?

Completamente a oscuras, me ayudo de lo que parece ser una mesa intentando ver algo. Por suerte, mis ojos empiezan a acostumbrarse a la oscuridad y consigo distinguir un pequeño objeto brillante. Al cogerlo, distingo que es una especie de cristal y emite una luz dorada similar a la que llevo viendo estas últimas semanas alrededor de algunas personas de la ciudad.

«Bueno, menos es nada... Está bien, céntrate, tienes luz y estás en una habitación a oscuras... Recapitulemos... A la mierda el plan de fingir ser un repartidor e intentar colarme, esta gente directamente ha decidido que estaba husmeando y me han encerrado, y le debo un buen golpe al capullo que me ha pillado.»

Busco instintivamente el tabaco que siempre llevo en alguno de los bolsillos de la chaqueta mientras sigo pensando.
(Pregunta indirecta de si mantengo mis cosas, en plan, tabaco, móvil y demás cosas típicas).

Levanto por encima de la cabeza el cristal, intentando alumbrar lo máximo la habitación para hacerme una idea de dónde estoy.

—Aiya Eärendil elenion ancalima —digo en un susurro, mientras borro la cara de ilusión infantil repentina al ver que, evidentemente, el cristal no empieza a alumbrar a plena potencia de golpe.

«Bueno, no me arrepiento... Venga, Diego, concentrate. Esto parecen utensilios de cocina, puede que siga en el Rincón del Pez y no tenían prevista mi llegada, me han encerrado en la primera habitación que han podido y no han pensado en limpiarla, debería poder encontrar algo con lo que escapar de aquí...»

Aprovechando la luz del pequeño cristal, intento buscar un cuchillo pequeño entre los utensilios de cocina que he visto. Un cuchillo grande apenas me ayudará a enfrentarme a miembros de un cártel de la droga que posiblemente vayan armados con pistolas o cosas peores, pero un cuchillo pequeño puede ayudarme a deshacerme de algún guardia solitario que me pueda cruzar cuando salga de aquí... Porque voy a salir de aquí.

Después revisaré la habitación, buscando ventanas y puertas y, si estoy en lo correcto, y es la cocina del Rincón del Pez...

«...deberá cumplir con las leyes y demás normativa de sanidad y seguridad para este tipo de locales. Eso implica un sistema de apagado de incendios o alarma, suficiente para que los capullos de la policia y los bomberos acudan al rescate...»

Apunto con la luz al techo, buscando algun detector de humos o de apagado de incendios y rodeo la mesa buscando los fogones de la cocina, cuando de repente escucho una voz que parece salir del cristal.

—¡Diego Garza! Oye mi voz. Un peligro atroz se cierne con inminencia sobre ti. Escucha con atención lo que voy a decirte.

—¡Qué cojones! —medio grito a punto de lanzar el cristal contra la pared del susto.

Después de escuchar todo lo que la extraña voz me dice, reviso el cristal en busca de algún tipo de altavoz, pero parece que el cristal es sólo eso, un cristal que emite luz. Intentando no pensar mucho en el cristal y en seguir buscando la forma de salir de aquí, empiezo a hablar con lo que sea que habla a través del cristal.

—Mira, capullo, ¿sabes la confianza que genera una voz que sale de un cristal? ¿Y sin altavoces, aparentemente? No es por querer parecer humilde, pero quizás esté bien dejar las cosas claras, no soy el puto John Wick, no soy un espía del gobierno ni de las fuerzas armadas ni nada de eso. Soy un periodista que se dedica a tocar los cojones a los poderosos, meterse en problemas para sacar noticias y salir de ellos por poder chantajear con publicar las cosas que descubro —digo mientras sigo utilizando el cristal para alumbrar la zona buscando los fogones.

—Tú mismo lo has dicho, no es probable encontrar una salida y no voy a ser capaz de encontrar nosequé dispositivo para pedir ayuda sin salir de aquí... Y no voy a pelearme con 24 sicarios ni a pasar desapercibido entre los guardias si no salimos de aquí antes... Mira, en el orfanato nos obligaban a trabajar en las cocinas durante la semana. Los chicos encontramos una forma de escaquearnos de ello, hacíamos fuego cerca de los detectores de incendios. Los cuidadores se cabreaban, pero la policía llegaba enseguida... y como no podían contar que hacían trabajar a los niños sin seguro, sin sueldo y sin nada legal detrás, se comían el marrón sin poder castigarnos directamente... Al menos delante de la policía.

—Así que... O buscas una sugerencia que sea útil, o pretendo romper alguna tubería de gas, quemarlo y que los sistemas de seguridad avisen a todos los servicios de emergencia de la ciudad. Este grupito no tendrá tiempo de venir a por nosotros, o huyen también antes de que llegue la policía, o les pillaran con todo tipo de delitos entre manos. Con suerte sólo habrá una fuerte llamarada que servirá para avisar a emergencias, con menos suerte, puede haber una explosión, reventará una pared y tendré tiempo para salir de esta habitación y de este lugar.

Busco entre los utensilios de cocina alguna sartén con la que golpear tuberías de gas, en caso de encontrarlas.

—Por última vez, si tienes alguna sugerencia realista, habla ahora... o calla para siempre. No quiero esperar aquí a que decidan qué hacer conmigo.

Si el señor del cristal no da ninguna alternativa realista, intentaré reventar alguna tubería del gas, prenderle fuego con algún fogón, un mechero o cualquier cosa que haga una chispa (un microondas con un cuchillo dentro también serviría), y esperar agazapado, cuchillo en mano, detrás de la mesa para evitar la llamarada o ls explosión resultante. Después será cuestión de esperar a la policía o intentar salir entre la confusión que se genere.

Diego y Kayra

Diego parecía fuera de sus cabales, totalmente enloquecido con la situación. Es como si estuviese reviviendo un viejo trauma, porque no quería quedarse un solo segundo más en ese lugar. Y en cuánto el cristal comenzó a hablarle, fue el colmo de su locura. En su mente, probablemente ese cristal sería una especie de transmisor. ¿Acaso alguien estaría comunicándose con él desde algún punto distante?

En su locura, Diego comenzó a buscar y otear los alrededores. Era una cocina, sin lugar a dudas. Había una puerta doble, grande, y otra más pequeña, en el extremo opuesto. Las dos estaban cerradas. El lugar era amplio, pero tampoco demasiado. Parecía una cocina industrial, con un toque de alta alcurnia, bastante normal.

En su arranque de cólera, Diego se hizo con un cuchillo, el cual mantuvo en su mano en todo momento. En sus bolsillos, podía ver que sus objetos personales seguían intactos. Cuchillo en mano comenzó a buscar tuberías y comenzó a golpearlas, provocando un ruido ensordecedor.
Objeto en mano: Cuchillo [Objeto punzo cortante. Puede cortar objetos blandos]
Tuberías: Resistencia 3
Fortaleza de Diego = 3
Al estar equilibrados, Diego seguirá golpeando las tuberías sin romperlas por un buen rato. Tal vez podría buscar algún objeto pesado para arrojarlo contra las mismas y terminar el trabajo más rápido.


Kayra

Mientras observabas a Diego actuar como un loco, te concentraste en sentir presencias energéticas. Podías sentir las dos presiones energéticas de los guardias, alejándose en dirección a los elevadores. Parece que se iban del lugar. Además, podías sentir dos presencias más, provenientes de la parte de abajo de la cocina en la que te encontrabas. Al observar a tu alrededor, distinguiste que había dos puertas. Una puerta doble, y otra pequeña en el extremo opuesto. Las dos presencias energéticas parecían encontrarse en la parte baja, al otro lado de la puerta pequeña. Si había prisioneros, seguramente estaban en ese lugar, pero si Diego seguía llamando la atención de esa manera, la policía sería lo último que llegara.

Tú lo sabías, pero seguramente él no. Estaban en un subterráneo, a metros bajo tierra. Si iniciaba un incendio, provocaría que cualquier kiniano en el lugar se dirigiera al punto focal, dificultando todavía más las posibilidades de escapar o escabullirse. Al no poder moverte, Diego podría ser tu medio de transporte, si tan sólo te escuchara. Sin embargo, eso también te podría traer problemas, porque, de no tenerlo de tu lado, te podría traer incluso la muerte al ignorar el peligro al que se enfrentaba.


Hektor

Podías abrir la celda, y tenías una idea de cómo era el lugar en el que te encontrabas. Decidiste salir a revisar y apenas pusiste un pie fuera de la celda, escuchaste lamentos provenientes de otras cercanas. Recorriste las mazmorras en una vuelta rápida para volver a tu celda y cerrar la puerta de nuevo.

Te sentaste recargado en un muro, cruzado de brazos y pensaste en lo que habías descubierto. Tres de las doce celdas estaban ocupadas (Celdas 2 y 5 del ala este con prisioneros. Celda 6 del ala oeste con prisionero. Tú te encuentras en la celda 2 del ala oeste). No pudiste identificar bien a los prisioneros, solo escuchabas sus quejidos y/o lamentos debido a la oscuridad. Pudiste darte cuenta de que la única salida era el pasillo en medio de las dos alas de las mazmorras. El pasillo estaba bloqueado por una puerta (Espacio C), en donde claramente se encontraba ese carcelero que acababas de ver hace unos momentos. Por desgracia, para escapar, parecía que tendrías que pasar por ese lugar.

Resistencia de las puertas: 9 (necesitas fortaleza 10 y un arma contundente para romper los cerrojos, o puedes valerte de tu valor suerte y lanzar 1d10 para superar la prueba si tu valor suerte es mayor al del resultado).

Kayra (Diego Garza)

Hice ademán de inspirar hondo, pero la falta de pulmones en mi etérea forma me lo impidió. No podía culpar al joven de su incredulidad y confusión. Sin embargo, no era el momento de ser paciente: su impetuosidad podía matarnos a todos los aquí cautivos.

Tomé un momento para examinar otras posibles presencias energéticas. Advertí a los dos individuos bajo nuestros pies, tras la puerta pequeña. Quizá pudiéramos atravesarla con sigilo y encontrar mis enseres en…

Dirigí mi atención con alarma al estruendoso martillar de mi acompañante contra las tuberías.

—¡Detente en este instante, insensato! ¡O causarás nuestra muerte!

Esperé que mi severa advertencia fuera suficiente para detener su frenesí por un instante y atraer su atención. Tomé la oportunidad para explicarme rápidamente.

—Escuche con atención —hablé con gravedad, tratando de no alzar la voz más que lo mínimo imprescindible—. No está en la trastienda del Rincón del Pez. Estamos bajo tierra, al menos cinco plantas por debajo de la superficie. Aquí no opera ningún cártel, sino algo peor, algo más allá de su imaginación. Algo de un mundo que existe alrededor del suyo, pero de manera paralela.

»Estos individuos eluden al gobierno en la sombra más poderoso del mundo bajo sus propias narices. Aquí no hay detectores de humo, ni ninguna complicidad con ninguna normativa humana. Y de producir una llamarada, usted sería el único en peligro. ¿Acaso cree que es casualidad que lo hayan dejado rodeado de armas blancas? Aun con todo un arsenal, estaría indefenso. Porque es usted humano, y ellos no. Y yo, tampoco. Por eso debe escucharme. El cristal no es ningún artilugio de feria: yo estoy en su interior.

Esperé que mis palabras hubieran sido suficiente para calmarlo, al menos hasta el punto de conseguir que cesara en su imprudente ataque contra la tubería. Yo también tomé un momento para calmarme, y reordené mis pensamientos antes de proseguir.

—La única salida, a mi conocimiento, es un único ascensor tras aquellas grandes puertas. Y todo apunta a que aquellos dos guardias seguirán al otro lado, listos para interceptarnos. Al otro lado de la puerta pequeña hay otros dos inhumanos como ellos; pero posiblemente estén distraídos, y es posible que mis enseres se encuentren cerca. Su teléfono móvil no tendrá cobertura aquí abajo, pero mi dispositivo personal sí, y podré contactar a alguien de mi mundo con capacidad de extraernos a todos aquí.

»Yo tampoco soy ningún individuo excepcional, señor Garza, ni siquiera entre los míos. Es por ello que tenemos más motivo para permanecer calmados, en silencio y pensar con claridad para poder salir de esta situación con nuestras vidas por delante, y no nuestros pies. Y, con algo de fortuna, traer con nosotros a los demás prisioneros dentro de este infierno de hormigón.

Diego Garza (Kayra)

Tras unos instantes de golpeteo inútil contra las tuberías del gas, me tomo un respiro y observo la habitación, una vez más. Observando con atención los objetos grandes que hay.

«Quizás lanzando una de las mesas, la freidora.... o a lo mejor puedo meter algún mango de sartén entre la tubería y la pared y hacer algo de palanca... Sí, parece buena idea»

Cuando decido buscar alguna sartén con un mango que parezca lo bastante robusto, y durante ese breve instante de reflexión y silencio, escucho de nuevo la voz que emite el cristal brillante.

—¡Detente en este instante, insensato! ¡O causarás nuestra muerte! —escucho decir a la voz, para, a continuación, escuchar una breve perorata sobre cocinas a varias decenas de metros bajo tierra, grupos peligrosos que eluden al gobierno, especies no humanas...

Me tomo unos segundos para analizar toda la información que acabo de recibir en silencio, descartando, momentáneamente la idea de seguir golpeando las tuberías y me acerco el cristal a la cara para hablar como si fuera una especie de walkie.

—Vale, partamos de que todo lo que dices es una locura digna del peor pozo de conspiranoicos de internet, y créeme, he leído muchas cosas dignas del peor de los locos —digo, mientras saco el teléfono móvil y compruebo como, tal y como dice el cristal, no hay cobertura—. Admito que al menos algo tiene sentido, no hay cobertura, y estando en medio de Madrid, es... raro. Acepto que podamos estar bajo tierra. Admito que el cristal funciona de forma extraña y no encuentro forma de que esto emita luz y voz. Admito que esta gente es peligrosa y que hay cosas demasiado raras últimamente.

Lanzo un suspiro mientras pienso en que necesito un cigarrillo, pero no creo que sea adecuado fumar después de haber golpeado unas tuberías llenas de gas.

—Vale, está bien, supongamos que... te creo. ¿Cómo te saco de aquí? —digo golpeando ligeramente con el dedo el cristal—. Dices que no tengo nada que hacer contra esta gente, pero las únicas salidas que veo están vigiladas.... ¿Cómo nos saco de aquí? —digo extendiendo los brazos hacia ambas puertas cerradas y vigiladas por guardias.

«Si de toda esta locura no sale la noticia de mayor impacto de la historia de la humanidad... Pulitzer, millones y prestigio. Jubilación, allá voy...»

—Por cierto, debes de ser muy pequeño para estar ahí dentro, ¿eh? —comento por lo bajo escondiendo una sonrisa mientras rebusco en el lugar cualquier otro tipo de salida, conductos de ventilación, agujeros ocultos detrás de las mesas y muebles o trampillas sueltas.

  • A Geth le gusta esto.

Diego y Kayra

Diego se tranquilizó gracias a las palabras del misterioso cristal y comenzó a buscar alternativas. Buscaba trampillas o cosas ocultas, sin embargo, no encontró nada, además de ductos de ventilación demasiado pequeños para que un adulto entrara, aunque quizás un niño podría.

Tras unos momentos en los que la desesperación por no encontrar nada volvía a invadir a Diego, pateó la puerta doble en un arrebato. La puerta se abrió sin más, dejando a la vista un amplio y ostentoso comedor con una enorme mesa de madera fina y sillas aterciopeladas. Diego se quedó estupefacto al darse cuenta de que ese comedor, por sí solo, parecía ya más grande que todo el Rincón del Pez. Eso, en adición de que las puertas ni siquiera estaban cerradas, confirmaba de alguna manera lo que decía el cristal.

Consternado, Diego se dirigió a paso rápido a la puerta pequeña al otro extremo de la cocina y la abrió, también con éxito. Al hacerlo, un viento pesado lo golpeó, con un ligero aroma nauseabundo. Frente a él, se extendía un pasillo oscuro que culminaba en una escaleras que descendían hacia lo desconocido.

Dos puertas, dos caminos aparentemente abiertos.

Hektor Von Doum

Hektor sabía que sería demasiado fácil salir de ahí si pudiese enfrentarse al carcelero. Probablemente estaría armado con algo contundente, y lo aun más probablemente sería una especie de vampiro inferior o algo similar.

Jamás podría con él desarmado. Ya habían podido tirarlo como un cerdo en una cochinera así que cabía esperar un gorila como carcelero. Los carceleros de la vida de Brian no suelen ser la norma en las prisiones, y contra más turca parezca la prisión, más gorila es el carcelero.

¿Una cruz? No tenía ajos. Encima era alemán. No tenía salero. La situación parecía desesperada. Era dudoso que encontrase algún arma en las celdas en desuso. No quería hablar con los prisioneros porque sus reacciones podían ser imprevisibles. Y un lugar así no tendría ductos de ventilación ni alcantarillado a tanta profundidad.

En algún momento debía bajar el carcelero a darle comida a los prisioneros. Si se los iban a comer no podían estar mucho tiempo allí. Y si lo estaban, no podían estar desnutridos.

Von Doum frotaba su barba mientras pensaba en cómo actuar. No conseguía dar con un plan sin fallos. Normalmente el procedimiento más seguro sería atraer al carcelero a una trampa y hacer que se trague sus propios dientes. Demasiado arriesgado esta vez.

Hektor intentaría abrir la puerta de la celda 1 del ala oeste, la que estaba enfrente de la suya. Necesitaba liberar espacio y si podía escabullirse cuando fuesen a alimentar a los del fondo, habria triunfado.

Tiro dados por suerte. Intento abrir la celda 1O.

🎲1d10

Kayra (Diego Garza)

Mi forma etérea en el cristal se descondensó levemente con alivio al observar a Diego cejar en su empeño ser engullido por la conflagración que sin duda seguiría a la rotura de la tubería. 

Me tomé un momento para analizar su expresión. Claramente, no estaba firmemente convencido de la veracidad de lo que había expuesto. Pero había sido suficiente para llamar su atención. Había mordido el anzuelo, y ahora debía comenzar a recoger el hilo. Después de todo, no parecía dispuesto a aceptar las cosas tal y como le eran espetadas. Debía comprometerme y revelar más de lo prudente para facilitar su cooperación. 

Más tarde tendría que lidiar con mitigar aquel daño

—Sé lo que ha leído a la perfección, señor Garza. Porque yo lo he escrito —manó mi voz del cristal una vez más—. En eso consiste mi función en nuestra sociedad: impedir que cruce caminos con la suya, y borrar todo rastro cuando ocurre. Como tal, el engaño es mi principal herramienta; a veces eso consiste en dispersar una mentira a los cuatro vientos, y a veces consiste en esconder una verdad donde no pueda ser posiblemente creída. 

»Y si necesita una prueba tangible de lo que digo, puedo dársela… Pero para ello, debemos encontrar mis pertenencias. De hacerlo, no podrá razonablemente encontrar duda en su mente de que cuanto digo es verdad.

El joven humano se tomó un momento para rumiar mis palabras. Guardé silencio: no quise tentar mi suerte y empujar el delicado equilibrio de mi credibilidad de vuelta hacia el otro extremo. Finalmente, habló.

—Vale, está bien, supongamos que… te creo. ¿Cómo te saco de aquí? Dices que no tengo nada que hacer contra esta gente, pero las únicas salidas que veo están vigiladas…. ¿Cómo nos saco de aquí?

—Me temo que liberarme no es la opción ideal ahora mismo —respondí calmadamente—. En realidad, yo mismo sería capaz de hacerlo: sin embargo, resultaría extenuante para mí, y el proceso sin duda causaría un estruendo que alertaría a los dos hostiles bajo nuestros pies. Dado que el subterfugio es nuestra mejor baza ahora mismo, me veo obligado a permanecer así, brindándole apoyo táctico, mientras usted navega físicamente esta situación por los dos.

»Respecto a la salida. Al otro lado de esas puertas dobles, hay una estancia. En el otro extremo, unos ascensores llevan hasta el bloque de edificios en los que se encuentra el Rincón del Pez. Sin embargo, es probable que sus vigías nos bloqueen la salida. Es por eso que lo insto de nuevo a encontrar mi dispositivo de comunicación e invocar a mis aliados, los cuales sin duda podrán despachar a nuestros captores. Me temo que no sé dónde pueden estar, pero me inclino a pensar que se encuentran más aún en el interior de este lugar.

Tras unos breves minutos de investigación, por unos medios más cerebrales u otros, finalmente las puertas se abren ante nosotros. Observé al joven vacilar frente a la menor de las dos puertas.

—Creo que, con el debido sigilo, deberíamos buscar mis pertenencias en estas tinieblas: es aquí donde encuentro más probable que hayan sido almacenadas por el momento. Y si yo permanecía aún en este lugar, es seguro que ellas también. Pero déjeme que le prevenga de los peligros antes de avanzar.

Yo mismo titubeé por un instante. Después de todo, debía hacer un cuidadoso acto de balanceo con la psique del joven hombre. Como él mismo hubo explicado en sus propias palabras, no tiene el adiestramiento necesario para afrontar una situación así, y demasiado estrés podía resultar contraproducente en su desenvoltura. Y, sin embargo, me embargaba la extraña sensación de que no era justo para él esconderle la magnitud del peligro en que se encontraba.

Ciertamente, ya había fallado en impedir que se viera arrastrado a esta situación. Ahora debía hacer cuanto podía por ayudarlo a sobrevivir.

—No sé qué alberga este camino, pero en algún punto desemboca en una habitación un nivel inferior. En ella, dos de estos “inhumanos” aguardan. No sólo son inhumanos en su fuerza y su naturaleza. También en sus actos. Son… De inclinaciones… Antropófagas.

»Por esto, no sé qué orden de horrores pueden ocultarse a partir de aquí. Pero debe estar preparado para ver cosas que desearía haber ignorado toda su vida. Aparte, otros rehenes como usted puede que se encuentren aquí. De ser posible, debemos ayudar a garantizar su escape para que no sufran un aciago destino.

Al fin y al cabo, pensé, ningún humano merecía las torturas que rondaban las fronteras de mi imaginación entorno a este lugar.

Diego Garza (Kayra)

—Mira, la situación ya es lo bastante extraña y peligrosa como para que me vea obligado a colaborar contigo, Señor Cristalito. ¿Pero me permites darte un pequeño consejo? Nunca pretendas ganarte la confianza de nadie diciendo que eres experto engañando a la gente... Nadie va a creerte así, capullo.

«Más vale que esas pruebas sean importantes, una publicación de ese tipo podría cambiarlo todo... Aunque no me fío un pelo, acaba de contarme con total tranquilidad que su trabajo consiste en esconder la información real bajo engaños... y eso sólo complica el mío.»

Lamentablemente, estoy sin ningún otro tipo de opción, más allá de creer las palabras del supuesto ser encerrado en el cristal. De alguna forma, este lugar no es un restaurante y la loca teoría conspiranoica de la voz del cristal, sumado a las extrañas luces doradas que aparecieron estas últimas semanas, pasa poco a poco de ser una locura a ser una posibilidad, muy baja, de ser cierta. Escucho de nuevo a mi compañero cristalino, que sigue hablando con total calma instándome a buscar sus pertenencias... por el camino con peor pinta, evidentemente.

—Joder, ¿quieres que me meta aquí dentro? —digo subiéndome la camiseta para tapar mi nariz y boca ante el pestazo que sale del pasillo tras la puerta pequeña—. Mierda, joder, creo que olía mejor aquella vez que acabé paseando por las alcantarillas de la ciudad mientras investigaba un caso. Creo que tardé un par de semanas en deshacerme de todo ése olor.

Haciendo un esfuerzo por mantener los ácidos estomacales en su sitio, avanzo un poco por el pasillo estrecho con el cristal por delante, intentando iluminar lo más lejos posible.

«Si el tipo está en lo cierto, al menos por aquí no debería haber ningún guardia»

—Está bien, digamos que intentamos salir por este pasillo... ¿cómo encuentro tus cosas? Si las tienes esos tipos... bueno, mejor que no las tengan, ¿no? —digo negando internamente la opción de enfrentarme con un cuchillo a 2 tipos que según me cuentan, podrías destrozarme sin sudar y de paso comerme al acabar conmigo.

Avanzo poco a poco, agachado y con el mayor sigilo posible, con el cuchillo en el bolsillo y el cristal en la mano, tapándolo ligeramente para que el brillo no destaque demasiado si alguien nos vigilara desde el otro lado del pasillo, siguiendo las advertencias que pueda darme mientras nos interno en la oscuridad...

Hektor

Intentaste abrir la puerta 1O, pero en el intento, fracasaste y provocaste ruido que atrajo la atención del carcelero.

Escuchaste la puerta lejana abriéndose y los pasos del hombre acercándose mientras levantaba la voz.

—¿Qué mierda estáis haciendo? Callaos ya, mandriles.

El guardia llegó a la reja que separaba la sección de las celdas, dio unos golpes a los barrotes con el pie y volvió por donde vino. Ni siquiera se molestó en observar qué había provocado el ruido.

Después de eso, todo quedó en silencio nuevamente. A excepción de los lamentos de los otros prisioneros o algunos susurros delirantes, claro.

Diego y Kayra

Diego se llevó el cristal y se internó en el oscuro pasaje, hasta encontrar escaleras que descendían hacia un profundo espacio inferior con muros de piedra fría y húmeda. Parecía una mazmorra.

Había una puerta de metal al final de las escaleras. Diego pudo escuchar pasos al otro lado y otra puerta abriéndose. Curioso, empujó ligeramente la puerta y alcanzó a ver la espalda de un hombre en uniforme de algún tipo de guardia de seguridad, dejando la habitación por otra puerta y soltando un grito al salir.

—¡¿Qué mierda estáis haciendo? Callaos ya, mandriles!

Pronto el sonido fuerte de barrotes siendo golpeados con fuerza se escuchó.

Al mirar el interior de la habitación dejada por el guardia, Diego pudo ver que parecía ser una estación de seguridad.

Había una tercera puerta en el lugar, además de la puerta por la que Diego oteaba y la que había usado el guardia para salir (la cual estaba justo al extremo opuesto de donde Diego miraba).

En la habitación había el cuerpo de un hombre trajeado que parecía muerto, en un rincón, reposando en una posición antinatural, con las piernas sobre la cabeza e hincando los codos en el suelo.

En ese breve momento, los pasos del guardia volviendo se escucharon de nuevo, abrió la puerta, la cerró y se lanzó sobre la silla que estaba frente a un escritorio viejo. Con las manos en la nuca, el guardia siguió viendo la TV que estaba sobre el escritorio, una TV bastante rara, por cierto, que parecía transmitir un programa extraño sobre bestias energéticas.

Kayra
Al estar en la habitación, te das cuenta de que las 2 presencias energéticas que sentías antes, una provenía del guardia, y otra provenía del otro lado de la tercera puerta de la habitación, no directamente al otro lado, sino a cierta lejanía. La presencia la reconocías del alguna manera. Estabas casi seguro de que pertenecía al Cocinero.

Diego Garza (Kayra)

Con el máximo cuidado posible, vuelvo a cerrar la puerta metálica y retrocedo un poco por el pasillo oscuro hasta mantener una distancia prudencial desde la que poder susurrarle al cristal sin que la gente de la habitación del final pueda oirme.

—No sé si desde aquí dentro has podido ver algo, el cristal brilla demasiado y tampoco quiero que la luz nos delate —digo con el cristal cerca de la cara en voz muy baja—. Hay 2 puertas, yo diría que la de la otra punta lleva a alguna especie de calabozo, ¿puede que los prisioneros estén ahí armando jaleo? También había... un cadáver... esos hijos de puta han disfrutado haciendo cosas con ése cuerpo —digo, intentando no pensar en qué habrá llevado a alguien a torturar un cuerpo hasta dejarlo en esa postura tan extraña, quizás alguna especie de ritual antiguo... esa postura con los codos en el suelo era francamente tétrica.

Espero unos minutos para recapitular toda la información disponible. El supuesto señor del cristal hablaba de seres capaces de destrozar a un humano, antropófagos, peligrosos... y supuestamente había 2 de ellos aquí abajo, aunque sólo he podido ver a uno de los guardias. Ése programa de TV también parecía una especie de confirmación de mis peores temores, había algo extraño en el mundo, algo oculto y peligroso para la humanidad que hasta este momento había permanecido oculto a todos nosotros... Puede que sí hubiera un ser atrapado en el cristal, puede que todo lo que me hubiera contado fuera cierto, y en ese caso, estaba prácticamente indefenso contra cualquiera de estos seres... Pero si fuera cierto, al menos puedo confiar en los refuerzos de este hombre también serán ciertos, no es mucho, pero es una pequeña esperanza.

—¿Qué quieres intentar? No puedo enfrentarme a los guardias. Aunque parece distraído, quizás pueda colarme en la habitación y pasar por la otra puerta si los prisioneros siguen armando jaleo. Ir hacia los calabozos parece imposible con el guardia aquí, sólo espero que tus cosas estén en la otra puerta y no hacía los prisioneros. Me arriesgaría a trastear en la estación de seguridad, pero si el guardia sólo se escabulle unos segundos, va a ser imposible que no nos pillen...

Me mantengo a la espera de la información que pueda ofrecer el señor del cristal. No sabemos mucho, pero es evidente que él sabe más que yo sobre lo que está pasando aquí.

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Kayra (Diego Garza)

—Entiendo su frustración, señor Garza, ante la situación —respondí a las increpaciones del humano—. Sin embargo, considérelo de la siguiente manera. Si pretendiera engañarlo, sería ilógico hacerle saber de mi experiencia o pericia en ello; lo pondría en guardia, como ha ocurrido. Intento ser lo más transparente posible con usted ahora mismo porque necesito que confíe en mí tanto como yo necesito poder confiar en usted.

Dicho esto, cejé en mi empeño persuasivo. No quería y no debía irritar más allá al joven, dadas las circunstancias. A través de su agresividad, creí discernir que su alteración se debía a estar asustado. Y era imposible culparlo, sobre todo ante lo que acababa de aprender, incluso si aún no daba crédito del todo a ello.

Continué guardando silencio conforme nos adentramos en la oscura, húmeda y pestilente oscuridad que devoraba aquel sótano.

—Está bien, digamos que intentamos salir por este pasillo… ¿cómo encuentro tus cosas? Si las tienes esos tipos… bueno, mejor que no las tengan, ¿no? 

—Ciertamente. Es mi esperanza que mis enseres no se encuentren asegurados o bajo vigilancia directa, en cuyo caso habríamos de infiltrarnos sin ser advertidos hasta llegar a ellas.

»Si mi razonamiento es correcto, deberíamos estar entrando en el lugar donde retienen a sus rehenes —evité en el último momento la palabra “presas”—. Cabría pensar que tendrán una sala anexa a este lugar donde guarden sus pertenencias, y dado el aprisionamiento de sus dueños y la naturaleza secreta del lugar, confío en que aquella no se encuentren bajo llave.

Continuamos internándonos en el silencio, bajando con ligereza las escaleras. Pronto, al menos parte de mis sospechas se confirmaron: aquel estruendo nos dejó saber que estábamos ante la mazmorra, con sus cuidadores en ella.

Observé a mi acompañante conforme fisgaba a través de la rendija de la puerta. Allí inerte en su mano, no tenía oportunidad de hacer lo mismo. Escuché con atención a su descripción de la estancia. Clavé mi atención en el detalle del cadáver. Sabiendo lo que sabía de este culto, ¿un cadáver allí, postrado en mitad de aquella garita? Resultaba disonante. Quizá fuera un Bio-C. Quizá incluso con el que me había internado en el lugar.

—Ese guardia es una de las presencias que noté, no cabe duda —proyecté mi voz lo mínimo para que pudiera oírme—. La otra se encuentra algo más allá de la puerta en la pared contigua, en otra habitación. Aquel es el individuo encargado de esta operación, y probablemente el más peligroso.

Me detuve un instante a ponderar. La habitación contigua era donde más sentido tenía que estuvieran las pertenencias de los cautivos: con el captor entre ambos. Entrar ahí suponía acercarnos al Cocinero, pero lo que podía percibir parecía lo suficientemente lejos como para estar en otra habitación.

—Concuerdo con usted. Quizá una emboscada bien ejecutada podría neutralizar al guardia, pero es sumamente arriesgado. Nuestra mejor opción es explorar la habitación adyacente. Sólo tenga cuidado en la transición, pues no sé cuán separados estaremos del otro individuo. Y es a él a quien sobre todo debemos evitar.

»Y, si tiene la ocasión, permítame entrever el cuerpo que dice haber en la habitación. Necesito una oportunidad para tratar de reconocerlo.

Aun si no se tratase de un Bio-C, quizá podría reconocer a algún otro individuo que, como yo, hubiera orbitado el restaurante durante el día.