Pete, con una discreción que no pasa desapercibida para Rachel, se aparta unos pasos, como intentando darle espacio. Rachel lo observa alejarse bajo la lluvia. Se detiene cerca de la entrada de la ermita, mirando hacia el horizonte lluvioso, como si le diera un momento a solas, pero también como si buscara algo más allá de la vista.
Mientras tanto, Rachel vuelve su atención al libro. Lo sopesa en su mano, sintiendo un peso que le resulta significativo pero no abrumador. Con cuidado, extrae el libro de la bolsa, notando que tanto el interior de esta como el libro mismo están sorprendentemente secos a pesar de la lluvia. La portada del libro, adornada con “Diario personal” en letras satinadas doradas, luce gastada pero bien cuidada.
Al abrirlo por la primera página, encuentra solo la blancura del papel. La segunda página, sin embargo, revela: “Diario de Jack Carson”. La tercera página le muestra la primera entrada, fechada el “10 de octubre de 1993”:
“Querido diario,
Me llamo Jack y este día marca el inicio de algo maravilloso. Hoy he decidido comenzar a escribirte, para dejar un legado, una crónica de mi vida en estas páginas. Y qué mejor comienzo que el día en que nació mi primera hija, Paige.
Paige llegó al mundo en las primeras horas de la mañana, trayendo una alegría inmensurable a nuestras vidas. Tanto ella como mi amada esposa, Maggie, están bien y descansando ahora. Observarlas juntas, sanas y salvas, me llena de un amor y gratitud indescriptibles. Este es, sin duda, el día más feliz de mi vida.
He intentado llevar un diario en el pasado, pero nunca con un propósito tan claro como ahora. Deseo que este diario sea un testimonio de mi existencia, un relato diario de mis pensamientos, experiencias y emociones, para que algún día, mis hijos y nietos puedan conocerme mejor, incluso cuando yo ya no esté. Con el nacimiento de Paige, empiezo este compromiso de narrar mi día a día.
Hoy, mi corazón rebosa de esperanza y amor. Bienvenida al mundo, pequeña Paige. Y bienvenido a mi vida, querido diario. Aquí comienza nuestra historia.
Con cariño,
Jack”
Los sentimientos se agolpan en el pecho de Rachel, creando un torbellino de emociones que la dejan confundida. No puede distinguir si la humedad en sus mejillas es solo la lluvia o también lágrimas que han empezado a brotar.
De repente, la voz de Pete rompe el silencio, sacándola de sus cavilaciones. “Ya no está”, comenta Pete, observando la lejanía. “Ese coyote extraño se ha marchado”, añade mientras se gira hacia Rachel. “¿Nos vamos?”