La señorita Flinch reflexiona un momento antes de hablar. "Ese tipo de información está en el archivo municipal, al lado del Museo de Historia de Innisport, en el Pasaje", dice, tocándose la barbilla. "Pero no es un lugar al que cualquiera pueda entrar. Necesitas una autorización, la firma del alcalde. O..."
"¿O la de quién?" interrumpe Leo, con una mezcla de ansiedad y curiosidad.
"O la mía", responde ella con una sonrisa cómplice y una risa ligera. "Así que parece que estáis de suerte." Leo intercambia una mirada con Milly que dice claramente "me ha pillado".
Mientras la señorita Flinch se acerca a su ordenador, un modelo anticuado que parece una reliquia de la era de Wozniak en Apple, Leo aprovecha para explorar.
"A ver, ¿cuál era el siguiente botón?", murmura la señorita Flinch, dudosa. Charlotte, su gata, ronroneando sobre la mesa de nuevo, coloca su pata sobre una tecla. "¡Ah, sí, este!", exclama la bibliotecaria, siguiendo la "sugerencia" de su gata. "A veces creo que entiendes mejor este chisme que yo", dice con una risa suave, más para sí misma que para los demás.
Leo, todavía inmerso en su mundo, parece interesado por algo. "Con que los Quinn, eh...", dice, pensantiva la señorita Flinch. "La verdad es que ya no quedan muchos. Aidan y Lorcan, aunque son mayores que vosotros. Luego está su hermano Cillian, a quien ya mencionasteis", reflexiona en voz alta. "Y, claro, está Riley Adams."
Al oír el nombre de Riley, Leo deja lo que tenía entre manos y se acerca rápidamente a Milly. "¿Riley Adams? ¿Nuestra Riley?"
La señorita Flinch asiente. "No sé si es tuya o de nadie, pero sí, vuestra compañera. Su madre era la hermana menor de Aidan y Lorcan, mayor para Cillian. Murió en el parto. Riley fue criada por la familia de su padre. ¿No lo sabíais?"
"Sabía que Mary no era su madre biológica, pero no que fuera una Quinn", admite Leo, sorprendido.
La señorita Flinch sonríe y, tomando un papel de la impresora, recita con un tono casi místico: "En la luz, siempre un O'Shea, a su lado, un Halloway, y en la sombra, siempre un Quinn". Su voz da a las palabras un aire de antiguo refrán.
"A los Quinn no les gusta exponer sus asuntos", agrega mientras les entrega el permiso. "Podéis acceder a los archivos de lunes a viernes de 9 a 17, y los sábados de 9 a 12. En el museo, preguntad por Artemus."