Bailey Bruer
Sí, claro que a la señorita Richards le gustaba el señor Gray.
A toda cosa que llevara falda le gustaba el señor Gray. No había un entrenamiento de atletismo que no incluyera algún comentario sobre él, y Bailey no era ajena a sus encantos.
De hecho, incluso le dieron ciertos celos saber que a la secre le gustaba el profe. Así que la rubia aprovechó ese pequeño toque emocional. Dejó caer brazos y sonrisa, poniéndose seria y mirando a la señorita Richards con algo muy cercano al enfado y definitivamente la insubordinación, antes de alargar sus manos y tomar suavemente las de la secretaria, poniéndolas sobre el mostrador. Con ojos ardientes, Bailey miró a los de la secretaria.
"Secre Richards... yo jamás la hubiera tomado a usted por una niña tímida." Bailey negó con la cabeza, como... sorprendida, y decepcionada. "O sea, usted es una mujer fuerte, independiente, que ha sacado adelante a dos hijos... ¿y me está diciendo de verdad que se siente usted como las crías de mi clase, que les gustaría acercarse al señor Gray y no se atreven?"
A mí también me gustaría, pero cuando saque mejores notas.
"No, no, no..." Bailey levantó una mano para acallar la protesta a punto de salir de la boca de la secretaria. "Sé lo que me va a decir usted. Alguna excusa razonable, lógica, incluso apropiada, para no pedirle salir al señor Gray. Pero... ¿de verdad? ¿Usted cree de verdad que no tiene ninguna oportunidad? ¿Usted, tan guapa, tan madura, que sabe lo que es la vida? Las chicas de mi clase son unas niñas, no tienen ni idea de qué hacer o qué decir, ¿Y se va a poner usted a su nivel?"
Entonces, Bailey acercó más su cara a la de la secretaria, con sus ojos en llamas y su rostro de hierro. "Vale, es verdad, el profe Gray puede no querer darle una oportunidad. Y eso apesta. ¿Pero... y si sí?"
"¿Y si le dice que sí? ¿Y si deciden los dos atreverse a conocerse mejor? Usted sabe lo que puede perder, pero también sabe lo que puede ganar, ¿verdad?"