Los que antaño eran admirados, ahora eran vilipendiados por la muchedumbre de menos de nivel 50. A los que superaban la barrera del nivel 100 se les arrastraba de sus casas y eran paseados por el pueblo para que sintieran la vergüenza, la humillación y el desprecio de las masas de bajo nivel. Las tornas habían cambiado. "Muerte a los de nibel 200" podía leerse escrito, con mala ortografía y no mejor caligrafía, en una pancarta sobre el puente. La mayoría reseteaba su nivel para no destacar ni encender la ira de los demás. Sólo unos pocos valientes seguían adelante con el floodeo pese a las consecuencias. Para algunos eran héroes, para otros simplemente locos que habían perdido la cabeza.