La caja se abre con un sonoro clac. Dentro, repletos de polvo y manchas de humedad, Bailey encuentra varios objetos:
Un collar hecho de manera rudimentaria, y una carta desgastada por el tiempo, escrita con una caligrafía irregular pero cuidadosa, además de una llave oxidada.
La carta, parcialmente manchada con lo que parece ser sangre ya negra, revela una historia terrible:
"A quien pose sus ojos sobre esta misiva,
Si estas palabras hallan tus ojos, sabed que no son de un alma en paz. En el seno de la hacienda Doyle, donde nací libre sólo para ser encadenada por la vida, he sufrido más allá de la comprensión de cualquier corazón benigno. Enseñada fui en letras y melodías, no por caridad, sino por el capricho de quienes me consideraron una curiosidad, un juguete para su entretenimiento.
Mas mi historia tomó un giro más oscuro con Percival, el menor de los hijos de los señores, cuyo corazón se reveló tan negro como la noche sin estrellas. Percival, quien en su vileza me deshonró, y de cuyo acto nació un niño, mi única luz. Pero ni siquiera a él le fue permitido brillar, pues fue arrancado de mis brazos por aquellos que se inclinan ante dioses olvidados y oscuros, en sacrificio a cambio de promesas y poderes nefastos.
Cuando alzaba la voz contra tal injusticia, con cien latigazos me silenciaron, y a morir me dejaron en el establo frío. Pero la muerte, aunque rondaba cerca, no me reclamó en ese momento. Con el penúltimo aliento de fuerza que me quedaba, y con un hacha que encontré en mi agonía, puse fin a la vida del vil Percival, aunque tal acto de desesperación poco sirvió para aplacar el dolor de mi corazón.
Adjunto en esta caja, encontrarás una llave oxidada, la cual abre las puertas al vientre de esa casa maldita, guardiana de secretos más oscuros que la tinta con la que escribo. Mi vida se extingue como la llama de una vela en el viento, pero no hallaré descanso hasta que mis huesos, y los de mi hijo, yacieren juntos en tierra sagrada.
Que esta llave guíe tus pasos hacia la verdad, y que mi historia, marcada por la injusticia y el tormento, encienda en ti una llama de justicia y cambio.
Con la esperanza de que ningún otro corazón sufra tal destino,
Anisette, 4 de noviembre de 1801"