Milly y Ronan
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El crepúsculo tiñe de sombras el parque botánico, otorgando un aire misterioso a la noche que cae. Olaf, junto a Milly y Ronan, acaba de repartir unas linternas y escuchar a Milly, cuando su expresión cambia de repente, de jovial a alerta. Levanta una mano pidiendo silencio y agudiza el oído.
"Shh... Escuchad," susurra con urgencia, sus ojos escudriñando las sombras que se alargan entre los árboles. Los tres se quedan inmóviles, reteniendo el aliento mientras un murmullo apenas audible flota en el aire.
Con cautela, Olaf guía a Milly y Ronan hacia el amparo de unos árboles robustos. Se agazapan entre las raíces torcidas, ocultos tras la espesa vegetación que bordea el camino. Desde su escondite, observan cómo tres figuras encapuchadas emergen de la penumbra, sus capuchas largas y blancas destacándose en la oscuridad que avanza.
Dos de las figuras, más grandes, caminan con paso decidido al frente. La tercera, más menuda y ligera, sigue detrás, moviéndose con una agilidad casi etérea, en silencio. Las voces de las figuras delanteras, de un hombre y de una mujer, son suaves.
"Volvamos al coche antes de que anochezca...", dice la mujer.
"¿Será suficiente con lo que tenemos?", contesta el hombre, dubitativo.
"Por el momento. Mañana volverá a salir el sol", añade, la mujer, más risueña.
"Por el momento...", contesta, sombrío el hombre, alejándose.
Milly aprieta la linterna en sus manos, nerviosa por la proximidad de estos desconocidos. Ronan intercambia miradas preocupadas con Olaf, cuya atención se mantiene fija en los encapuchados, observándolos hasta que se alejan por un sendero que se adentra más en el corazón oscuro del parque, quizás hasta la colina que se une al camino principal a Innisport.
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De repente, un leve descuido rompe el silencio: Ronan, intentando encontrar una posición más cómoda en su escondite, pisa involuntariamente una rama seca que cruje estridentemente bajo su bota. El sonido resuena a través del aire, rompiendo el silencio sepulcral del bosque.
Al oír el ruido, en la distancia, la figura que cierra la marcha se detiene en seco y se gira hacia la dirección del sonido. Bajo la capucha blanca, se revelan unos ojos enormes, intensos y penetrantes. Es una joven de cabellos rubios, que caen suavemente sobre sus hombros, y que les observa con una mirada que parece traspasar el velo de sus almas.
Milly, Ronan y Olaf se quedan inmóviles, casi dejando de respirar, mientras el tiempo parece dilatarse en ese encuentro silencioso. La chica, tras sostener su mirada durante unos segundos que parecen una eternidad, lleva lentamente el dedo índice a los labios en señal de silencio. Con una serenidad casi sobrenatural, se gira y vuelve con sus compañeros, que permanecen ajenos a lo sucedido.
Con los corazones aún palpitando, Milly, Ronan y Olaf observan cómo las figuras encapuchadas se alejan, desvaneciéndose poco a poco entre las sombras crecientes del parque. Permanecen en silencio, sumidos en la oscuridad, reflexionando sobre el encuentro.