Vineland de Thomas Pynchon
Si algo diferencia a Pynchon del resto de escritores norteamericanos posmodernos es su gozoso y feliz humanismo. Pese a la infinita retahíla de sucesos, personajes e ideas extravagantes que pueblan su obra el genio de Long Island siempre consigue situar la fuerza del relato en lo humano. Donde otros -no miro a nadie, DeLillo- se estancan en un vacío emocional que aliena al lector, Pynchon se las ingenia para hacernos cómplices de sus entrañables personajes.
Vineland trata todos y cada uno de los temas que obsesionan a su autor: contracultura, conspiraciones gubernamentales, drogas, control mental, sociedades secretas, música surf y experimentos sociales. Una novela plagada de momentos y personajes surrealistas: hippies reconvertidos en hombres de negocios, ninjas capaces de imbuir orgasmos, detectives kármicos, un pueblo formado por tanatoides -deberéis leer la novela para saber qué son- y agentes del FBI adictos a la televisión son solo algunos ejemplos del fastuoso crisol de excentricidades maximalistas que Pynchon nos tira a la cara sin descanso con su humor tan particular.
Sin embargo su genialidad reside en conseguir que tanta aberración cromática no caiga en saco roto, logrando que empaticemos con las aventuras de este exótico grupo de personajes, encontrando entre tanta rareza un pozo de verdad humana. Vineland es, en el fondo, una bella y melancólica historia acerca de una familia disfuncional, condenada a vivir separada a causa de los errores del pasado. Es la búsqueda de una adolescente por encontrar a su madre y comprender sus raíces. También es la historia de una comunidad de inadaptados que intentan encontrar un lugar en el que ser libres y, finalmente, una historia acerca de como todos los hijos son revolucionarios a ojos de sus padres, y de como este ciclo de acción y reacción es lo que mueve a la sociedad hacia un futuro siempre incierto.
Espejos: Una historia casi universal de Eduardo Galeano
Un libro lleno de belleza, tristeza, ironía, entusiasmo y perplejidad con el que Galeano hace un recorrido por la historia de la humanidad posando la mirada en todas nuestras contradicciones e hipocresías. Desde los primeros mitos paganos hasta la guerra de Irak, pasando por el nacimiento de las principales religiones e imperios, las guerras y matanzas, los inventos y descubrimientos, los genios y los villanos, el arte y la barbarie. En fin, todo lo que nos hace humanos, nos une y nos separa. Mas de quinientos relatos breves en los que Galeano desgrana todas las vilezas y virtudes de los poderosos, los pobres, los libres y los oprimidos con una prosa sencilla pero de belleza casi universal. Puesto que esto es a lo que aspira el uruguayo en este libro: a llegar a todos nosotros para poner delante nuestro un espejo en el que mirarnos. Una visión de la que quizás aprendamos a tolerarnos, amarnos y entendernos mejor. Pocas ambiciones pueden ser más bellas que esta.
El final del affaire de Graham Greene
No creo que sea la mejor opción para adentrarse en la obra de Greene pese a que está considerada su mejor novela. Si bien está escrita con una pulcritud formal casi perfecta, esta historia de celos, infidelidades y amor que termina convirtiéndose en un estudio sobre la Fe católica puede atragantárseles a quienes como yo la faceta más mística y existencialista de la religión sea algo con lo que les sea difícil empatizar.
El derecho de los lobos de Stefano De Bellis, Edgardo Fiorillo
Muy flojo. Una vez aceptas que esto no es más que la obra de dos aficionados puede llegar a ser digerible, pero más de 600 páginas de mediocridad me parecen una total pérdida de tiempo que solo mi TOC de no abandonar nunca una lectura ha podido sortear.
Dos tramas, una con Cicerón de protagonista (lo de usar personajes históricos de esta manera ya huele a cerrado) y otra que podría definirse como "Los tres chiflados de viaje por el Lacio", que no se conectan hasta el final, de forma bastante aburrida.
Incapacidad total para crear una Roma suntuosa en sus descripciones y demasiados momentos melosos. No la recomiendo.
Las muertas de Jorge Ibargüengoitia
Un subyugante halo de fatalidad recorre esta magnífica novela, sin embargo Ibargüengoitia se las ingenia para teñir el relato de una ironía casi macabra. Poderosamente adelantada a su tiempo a nivel formal -con esa mezcla de ficción y realidad escrita de modo documental- Las Muertas es una obra mayor acerca del destino y sus inescrutables caminos que, enredados en las miserias y taras del alma humana, solo pueden llevar a una conclusión oscura y cruel.
Un relato en el que todos y cada uno de sus personajes son arrojados a las fauces de una maldad y corrupción que lo arrolla todo a su paso. No hay en Las Muertas ningún atisbo de lectura moral; las y los protagonistas de esta historia sórdida no son juzgados por el autor, simplemente se relata una concatenación de hechos y circunstancias que no pueden terminar de otra manera que con mentiras, crueldad y asesinato.
La grotesca comicidad con la que el autor narra algunos pasajes unida a una cortante sobriedad dan como resultado un texto en el que se despoja a los personajes y a sus actos de cualquier atisbo de poesía. De las condiciones más nefandas, de los lugares más sórdidos y de la corrupción sistémica solo puede salir el mal. Y ese mal no tiene ningún reverso moral, simplemente es la llana realidad de lo que somos.