Viniendo de Hawaii, en el vuelo más largo de todos ( Charlotte-Madrid) me tocó un estadounidense de esos gigantes que ocupaba la mitad de mi sitio. Tuve que decirle a la azafata que por favor me recolocara en otro asiento porque era imposible ir 9h de vuelo aplastado medio asiento, no me podía mover. Me recolocaron pero tuve que ir todo el trayecto solo sin mi pareja, que encima veníamos de luna de miel. Lo que quiero decir es que la gente con obesidad mórbida pide muchas veces solidaridad y comprensión en los aviones, y que esa comprensión muchas veces es amargarle el vuelo a algún pasajero. Yo entiendo perfectamente la situación, pero me temo que no puede ser a costa de los demás. Había asientos libres, el pavo bien podría haber solicitado recolocarse él en un asiento con nadie al lado, o si podía permitírselo incluso pagar un asiento en primera clase.