Amados hijos de mis pieles colgantes, este es el final de mi camino, presto voy a reunirme con Cristo Rey con tremenda dicha. Acabo de hallar la nefasta respuesta al momento en que ejecuté la sumatoria de cabezas bovinas y la cifra resultante que hallaba era superior en un buey a los 300 que componían mi séquito.
Se trataba de un gaznápiro eritreo disfrazado con ostentosas pieles de buey que, a sabiendas de mi persecución, me ha tendido una colosal trampa. La impiedad subsahariana no conoce fronteras.
Ahora estoy confinado en una tinaja bañada en aceite de argan, con las extremidades rotas, y dentro de a su vez de un bohío de adobe, con los tobillos y muñecas atadas. En estos momentos se hallan en plenos preparativos satánicos para trincharme con una estaca que me atravesará desde mi orificio intranalgal hasta el bucal.
Amados hijos, load mi epopeya con excelsas jarchas, con poemas que narren con pleitesía mi existencia. Y recordad siempre que con Cristo Rey en vuestro corazón y en vuestra res cogitans, seréis salvos.