Terminado Donkey Kong Bananza al 100%.
El juego me ha maravillado de principio a fin. Es un collectathon frenético que destila creatividad en cada rincón, con un diseño de niveles muy bien medido. Aunque con mapas extensos con gran verticalidad y múltiples capas, la exploración es muy fluida y orgánica gracias al propio diseño y al control e interactividad.
El propio escenario funciona como guía: pistas visuales integradas en el entorno te llevan de un hallazgo a otro casi sin pausas, potenciando ese frenetismo y la constante sensación de recompensa.
El control de Donkey Kong es una delicia. Es preciso, satisfactorio y con un moveset que se amplía y mejora ligeramente mediante un árbol de habilidades. Además, puedes equipar tanto a DK como a Pauline con diferentes prendas de ropa que no se limitan a lo estético, pues ofrecen mejoras como nadar más rápido, reducir el daño sufrido por los peligros del entorno, recuperar energía más fácilmente, etc.
La interacción con el entorno es total, jugando con la dureza y resistencia de los materiales para crear caminos, deslizarte por superficies, romper paredes o destrozar prácticamente cualquier elemento. Esto también se aplica al combate: las fortalezas y debilidades de los enemigos giran en torno a estas propiedades, lo que abre la puerta a soluciones creativas y a esa libertad tan característica de Nintendo para hacer las virguerías que quieras en un juego aparentemente sencillo. Incluso es posible completar el juego sin coleccionables si tienes la habilidad suficiente.
No es necesario destruirlo todo, pero resulta tremendamente adictivo.
Las tareas para conseguir coleccionables son variadas, aunque para la extensión del juego se agradecería un poco más de diversidad.
Más allá del collectathon, el juego ofrece retos aislados con una estructura muy similar a la de Super Mario Odyssey (se nota que viene del mismo equipo en este y otros aspectos). Estos desafíos van desde combates hasta secciones de plataformeo en 3D y 2D, todos bien diseñados y variados.
A las habilidades básicas de DK se suman transformaciones, cada una con su propia mecánica aplicable a la exploración, el plataformeo y el combate. Algunos retos están claramente pensados para exprimirlas al máximo. Me han encantado todas tanto en su diseño como en lo jugable.
En cuanto a dificultad, me parece bien ajustada para mantener el ritmo de juego. La excepción son los jefes, que podrían haber sido más elaborados y duraderos. No están mal, y algunos apuntan maneras, pero ninguno termina de brillar del todo.
Artísticamente el juego es precioso. El diseño y la variedad de los escenarios, los personajes, la personalidad que desprende todo... Tengo como 800 capturas.
La banda sonora es buena. No es el punto más fuerte del título, pero cuenta con varios temazos memorables y el resto de piezas acompañan a la perfección.
La historia es sencilla, pero en la recta final… piel de gallina.
Me ha encantado. El estudio se la ha sacado con este juego, y eso que ya demostraron de lo que son capaces con Mario Odyssey. Donkey Kong en 3D regresa por la puerta grande.