Helgalad sabe si entras a ver un producto en amazon, si entras en un periódico, si estás mirando sitios de coches de segunda mano…
Aunque sólo fuera esto realmente… ¿Con qué derecho?
¿Qué cojones le importa a La Vanguardia si he estado buscando por Amazon sartenes o camisetas?
¿Qué cojones le importa a La Razón si estoy planeando un viaje a París con mi pareja?
¿Qué cojones le importa a El Mundo si me quiero cambiar de coche?
Es que por lo que compramos se pueden saber muchas cosas.
¿Y si de repente ven que he comprado por Amazon pañales y sonajeros, ya tienen que saber que acabo de ser padre? ¿Si ven que he buscado por ahí vestidos de novia, ya tienen que saber que voy a casarme?
O imagínate que son cosas más personales, ¿tiene que saber El Huffington Post que me he comprado un consolador anal, un satisfyer o una vagina de plástico?
Yo repito que me cuesta creerme que sólo sean cosas así, pero es que aún siendo cosas así, pueden decir mucho sobre ti, ¿por qué cojones tendría que acceder a darle esa información mía a un periódico?
“No tienes porqué hacerlo, puedes salir de la web”… Vale, sí, y lo dicho, ya es lo que hago, pero veo mal incluso que puedan pedírtelo, y más bajo el pretexto de: “O nos pagas o nos das esta información”.
Es que no entiendo cómo hemos llegado a normalizar tanto que nos pillen tanta información y que nosotros lo consideremos incluso aceptable.
Imagínate que antes fueras al quiosco, pidieras La Vanguardia y el quiosquero te dijera: “Espera, espera, que antes de dártela me obligan a hacerte este cuestionario… ¿Has comprado en El Corte Inglés en la última semana? ¿Y qué has comprado? ¿Tienes un perro nuevo? ¿Un gato? ¿Acabas de ser padre? ¿Te vas a casar? ¿Te has comprado un coche nuevo o te vas a cambiar el que tienes?”.
Lo veríamos surrealista, pero pasamos todo esto a online y lo aceptamos tan tranquilamente.