Cómodo, el excéntrico emperador que luchó como un gladiador en el Coliseo
Juan Pablo Sánchez
10-13 minutos
A finales del año 191 d.C., Roma vivió una jornada dramática. Un incendio destruyó por completo el templo de la Paz, considerado por muchos como
el mayor y más bello edificio de Roma, construido por Vespasiano a un lado del Foro romano. No se sabía si el fuego fue el resultado de un rayo –aunque ese día no se vieron nubarrones ni se oyeron truenos– o bien consecuencia de un pequeño terremoto que sacudió la ciudad.
En cualquier caso, tras consumir las enormes riquezas depositadas en el templo en forma de ofrendas, el fuego se extendió por gran parte de la ciudad. Las llamas llegaron al foro republicano y arrasaron el templo de Vesta, aunque, según Herodiano, se salvó la espléndida estatua de Palas Atenea que guardaba en su interior y de la que se decía que había sido traída de Troya.
cómodo, uno de los "malos emperadores"
Los romanos, supersticiosos por naturaleza, se lanzaron a especular sobre el significado de aquel suceso. Muchos consideraron que la destrucción del templo de la Paz presagiaba una guerra. Pero otros vieron en el incendio y en otros desastres que había sufrido la ciudad un castigo de los dioses por los desmanes de Cómodo, el emperador que desde hacía más de una década regía los destinos de Roma. Por entonces pocos recordaban al joven de apenas 19 años que, tras suceder a su padre Marco Aurelio, había seducido al pueblo con su indudable atractivo y la nobleza de su porte.
Según Herodiano, autor de la historia más detallada sobre el reinado de Cómodo, ahora "el pueblo romano ya no miraba con ojos favorables a Cómodo; atribuían sus desgracias a sus asesinatos ilegales y a los otros errores que había cometido durante su vida". Para los cronistas de la época, Cómodo aparecería como uno de los "malos emperadores", comparable con Calígula o Domiciano por sus excesos megalomaníacos, sus crímenes y también por su muerte violenta.
Para los cronistas de la época, Cómodo aparecería como uno de los "malos emperadores", comparable con Calígula o Domiciano.

Busto del emperador Cómodo ataviado como el héroe Hércules. Museos Capitolinos, Roma.
Busto del emperador Cómodo ataviado como el héroe Hércules. Museos Capitolinos, Roma.
Merulana (CC BY-SA 4.0)
En realidad, Cómodo no fue tan mal gobernante, o al menos así lo han mantenido historiadores recientes. La administración del Imperio conservó en buena parte el orden y la disciplina heredados de Marco Aurelio. De hecho, el emperador mantuvo en puestos clave de gobierno a políticos y líderes militares que ya habían destacado con su padre, como Helvio Pertinax y Septimio Severo, los cuales fueron posteriormente nombrados emperadores.
Se sabe asimismo que actuó contra los abusos de los recaudadores de impuestos en las colonias, y que minorías como la de los cristianos disfrutaron bajo su reinado de una relativa seguridad, en marcado contraste con las persecuciones desencadenadas por sus antecesores y sucesores. Pero la élite social romana, representada en el Senado, vio la figura del emperador bajo una luz muy diferente.
A sus ojos, Cómodo aparecía como alguien que no mostraba interés por los asuntos de gobierno. Apenas aparecía en público y si lo hacía era para hablar con desgana de trivialidades que exasperaban a los senadores, al tiempo que delegaba sus responsabilidades en hombres como Cleandro, un antiguo esclavo de origen frigio que escandalizó a los patricios romanos traficando abiertamente con cargos públicos y puestos en el Senado. Cleandro murió a consecuencia de un motín en Roma, en el año 190, sacrificado por el emperador.
El héroe de los juegos
Tras el incendio del foro de Vespasiano, el comportamiento de Cómodo pareció desbordar los límites de lo aceptable. Según los cronistas contemporáneos, el emperador entró en una espiral de megalomanía. Dio su nombre a la Roma reconstruida tras el incendio, denominándola "la inmortal y próspera colonia Lucia Ania Comodiana".
Hizo también que sus legiones pretorianas ostentaran el título de "comodianas hercúleas", que el mes de julio pasara a denominarse "Cómodo" y que el día en el que se habían proclamado tan sorprendentes medidas fuera oficialmente "el día de Cómodo". Por doquier se erigieron estatuas del emperador, hasta en el propio Senado (al que le impuso el nombre de "Bienaventurado Senado Comodiano"); e incluso mandó sustituir con una efigie suya la cabeza del coloso que estaba al lado del anfiteatro Flavio, el Coliseo.
Por doquier se erigieron estatuas del emperador, hasta en el propio Senado (al que le impuso el nombre de "Bienaventurado Senado Comodiano").

Anfiteatro Flavio o Coliseo de Roma, donde Cómodo luchó en la arena como gladiador.
Anfiteatro Flavio o Coliseo de Roma, donde Cómodo luchó en la arena como gladiador.
iStock
Más ofensivo todavía fue el escándalo que Cómodo provocó al participar personalmente en los espectáculos de gladiadores y cacerías de fieras que se organizaban en Roma. En el pasado, emperadores como Calígula habían practicado la gladiatura, la gran pasión de la Roma imperial, pero tan sólo ocasionalmente y ante un círculo restringido. Cómodo, en cambio, decidió bajar él mismo a la arena para ser aclamado por sus gestas como gladiador o cazador (venator).
De constitución poderosa y sometido a un concienzudo entrenamiento, Cómodo brilló particularmente en las cacerías de animales salvajes, las venationes. Herodiano cuenta que en una ocasión abatió cien tigres utilizando exactamente cien jabalinas, tal era su puntería. Según el mismo autor, Cómodo se ganó la aprobación de la multitud por su valentía y su acierto. "Pero cuando entró en el anfiteatro desnudo, tomó las armas y luchó como un gladiador, el pueblo vio un espectáculo lamentable, un emperador de los romanos [...] que, en vez de tomar las armas contra bárbaros o enemigos dignos de los romanos, deshonraba su alto rango con exhibiciones degradantes y repulsivas".
el emperador Sediento de aplausos
Con estas actuaciones Cómodo buscaba mostrar su poder ante el pueblo y, más aún, ante la aristocracia romana. El historiador Dión Casio relata cómo una vez el emperador se acercó amenazante a la tribuna de los senadores con la cabeza de un avestruz que acababa de cortar de un solo tajo, mientras el pobre animal debía corretear sin rumbo por la arena.
Muchos senadores, a los que el pánico les provocaba una risa nerviosa, trataron de disimularla mascando las hojas de laurel de sus coronas. Entonces, por orden de Cómodo, tal como habían hecho en otras ocasiones, exclamaron al unísono: "¡Tú, nuestro Señor, tú, el primero y el más afortunado de los hombres, venciste y vencerás, Amazonio, por siempre victorioso!".
Tan obsesionado estaba por los juegos gladiatorios que al acercarse el año nuevo de 193, cuando los cónsules debían jurar su cargo ante el emperador, Cómodo decidió recibirlos en los barracones de la escuela de gladiadores, en compañía de esclavos y rufianes de mala vida, en lugar de en el palacio y vestido con la toga púrpura imperial, como era la costumbre.
Cuando los cónsules debían jurar su cargo ante el emperador, Cómodo decidió recibirlos en los barracones de la escuela de gladiadores.

Detalle de la pintura El emperador Cómodo abandona la arena a la cabeza de los gladiadores, de Edwin Blashfield.
Detalle de la pintura El emperador Cómodo abandona la arena a la cabeza de los gladiadores, de Edwin Blashfield.
PD
Así se lo hizo saber a Marcia, su concubina favorita. Pero las súplicas insistentes de esta y sus abundantes lágrimas al conocer un plan "tan irrazonable e impropio" de un emperador no hicieron más que impacientarlo. Leto, el prefecto del pretorio, y Eclecto, el chambelán, a los que el emperador había ordenado hacer los preparativos necesarios para la ceremonia, también intentaron en vano disuadirle.
Visiblemente airado, Cómodo se retiró a sus aposentos y garabateó furioso en una tablilla los nombres de quienes debían morir aquella misma noche. En primer lugar aparecían los nombres de Marcia, Leto y Eclecto, seguidos por los de un gran número de senadores. Luego dejó la tablilla sobre su lecho, pensando que nadie entraría en la cámara, y fue a darse un baño. Entonces un paje imperial llamado Filocómodo, con quien el emperador dormía a menudo, entró en la habitación buscando algo con que entretenerse, y en cuanto vio la tablilla sobre el lecho se la llevó consigo para seguir con sus juegos infantiles.

Grabado italiano en color, hecho en cobre, que representa al emperador romano Cómodo. Siglo XIX.
Grabado italiano en color, hecho en cobre, que representa al emperador romano Cómodo. Siglo XIX.
Cordon Press
El destino quiso que se topara con Marcia, quien entre abrazos y besos le quitó la tablilla con la intención de devolvérsela a Cómodo. Entonces, picada por la curiosidad, Marcia leyó su contenido. Furiosa al enterarse de los planes del emperador, fue en busca de Leto y Eclecto, que no daban crédito a lo que Marcia les contaba: "¡Mirad qué fiesta vamos a celebrar esta noche!", les espetó Marcia amargamente, arrojándoles la tablilla a la cara.
Había que actuar rápido, por lo que los tres decidieron envenenar al emperador. Marcia solía ofrecerle una copa antes de la cena, así que en cuanto Cómodo volvió de su baño mezcló el veneno con un vino aromático y se lo ofreció. Cómodo bebió el contenido de la copa de un trago, sin albergar sospechas, y al punto le sobrevino un gran sopor. Eclecto y Marcia ordenaron a todos que se retirasen, con el pretexto de dejar descansar al emperador. Pronto Cómodo fue presa de convulsiones y empezó a vomitar. Entonces Marcia y los otros, temiendo su venganza si los descubría, persuadieron al liberto Narciso para que estrangulara al emperador, debilitado como estaba por el veneno y el vino.
El misterio del complot final
Dada la escasez de testimonios, es imposible saber si los hechos se desarrollaron exactamente como describe Herodiano, pero cabe señalar la interpretación de este relato que ha hecho un historiador francés, Jean Gagé. Según este, la lista de personas que debían morir –los morituri, según el conocido término latino– no correspondía a senadores opuestos a Cómodo, sino a auténticos gladiadores que deberían participar en los juegos de año nuevo.
Marcia, Leto y Eclecto decidieron asesinar al emperador ofreciéndole una copa de vino envenenado.

La muerte de Cómodo. Fernand Pelez, 1879. Museo de Bellas Artes de Béiers (Francia).
La muerte de Cómodo. Fernand Pelez, 1879. Museo de Bellas Artes de Béiers (Francia).
PD
Quizás algunos de estos se llamasen igual que los senadores; por ejemplo, se sabe que en esos años había un célebre gladiador llamado Pertinax, igual que el Helvio Pertinax que sucedió a Cómodo. Según esta tesis, Marcia, Leto y los senadores solo iban a ser oficiantes en estos ritos en honor a Heracles.
Tras trece años de gobierno, Cómodo había dilapidado las riquezas del Imperio en todo tipo de caprichos, algunos tan extravagantes como el oro en polvo que esparcía sobre su cabello para que brillase. Con él acabó la dinastía de los Antoninos, que habían gobernado en relativa paz, y tras su muerte Roma se sumió en el caos. Como dijo Dión Casio, testigo de los excesos de Cómodo y de lo que aconteció después: "Tras un siglo de oro llegó uno de hierro".
Fuente:
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/comodo-excentrico-emperador-que-lucho-como-gladiador-coliseo_21875?utm_source=pocket-newtab-es-es