Lyn sí, quizá, a saber. Pero lo que ha quedado de todo esto es paradójicamente todo lo contrario: una tranquilidad absoluta. Nunca hemos tenido nada parecido a celos, sin preocuparse por movidas como dónde habrá ido, con quién habrá ido, a qué hora volverá cuando uno de los dos sale o se va de viaje; sin cuestionar nunca lo que hacemos o con quién lo hacemos, etc...
También os digo que me sé de inumerables casos de relaciones clásicas y convencionales en los que, con hijos y todo eso, uno (o ambos) de los miembros pone de forma sistemática los cuernos al otro, en secreto, y la relación hasta sale fortalecida. No digo que sea una norma, por supuesto, ni que sea correcto, ni nada de eso. Digo que, en demasiadas ocasiones de mi limitada experiencia, veo situaciones en las que unos cuernos salva (mientras son secretos) y llena de nuevas energías la relación. Luego uno se entera y bum. Pero que mientras aquello dura, todo va genial; no tanto por la compensación que el culpable pueda intentar ejercer, sino porque de repente esas personas vuelven a sentirse deseadas y recuperar su autoestima. Que seamos honestos, no es fácil mantener la pasión en una relación al cabo de unos años y, en algunas personas, menos fácil todavía es saber llevarlo bien.