EchelonSiren en ese caso puede ser por varios motivos: las croquetas de cocido muchas veces las hacen con parte de leche, pero también parte del caldo de cocido. Eso hace que se les quite el toque lacteo de la masa, unido a que la carne de cocido es más fuerte y enmascara más el sabor de la bechamel ya de por sí. Las de pollo y jamón muchas veces las hacen con bechamel y mezclan luego con la carne, y eso resulta en una croqueta con mucho sabor a bechamel. Para evitar eso dos trucos:
1- Si las croquetas son de pollo, cocer el pollo y con el caldo echar 1/5 del litro de líquido de ese caldo y 4/5 de leche. Si hablamos de croquetas de pollo asado que han sobrado del día anterior, antes de echar el litro de leche recomiendo echar un cazo del caldo del pollo asado a la harina tostada.
2- Si son de jamón, y se tiene un cacho grande de jamón, recomiendo dejar el jamón en la leche el día anterior, o pedir al carnicero un hueso de jamón y dejar la leche infusionada en el hueso al menos 12h.
Pero sobretodo, lo más importante, con diferencia, es tostar la harina con la mantequilla, el aceite de oliva, la cebolla y el relleno que sea, y hasta que no esté tostada no echar la leche. Con estos dos trucos la croqueta queda con un ligero toque lácteo, pero no consigues ni notar el sabor fuerte de leche ni de harina. Vamos que ya te deja de saber a bechamel con cosas, sino al relleno de la croqueta en sí ( atún, pollo, jamón...).