Ok, no aplicáis siquiera el atenuante de no haberlo hecho de forma voluntaria. Para vosotros es como si hubiera sido adrede.
Para qué hacemos juicios si ya lo sabemos todo de antemano y no hay que analizar detenidamente cada detalle en pos de una justicia social en lugar de una superficialidad sin alegaciones, donde ya creemos saberlo todo.
La realidad es compleja. Y necesita sopesar con calma todo lo que incluso no vemos o sabemos.
Es nuestro instinto de control el que busca autoconvencernos de que todo es sencillísimo, para así tener la sensación de que se puede dominar lo que sucede en la realidad.
Pero el beneficio de la duda, incluso ante los casos más monstruosos, es una necesidad para que exista justicia.
Lo malo es que, por ese instinto, mucha gente no visualiza o desea imaginarse siquiera todas las posibilidades alternativas que hay. Se sienten inclinados a creer que está todo clarísimo. Ese sí es un peligro mayor para el mundo que el del kamikaze mentalmente absorbido de la noticia.