El patrón de los objetos perdidos es San Antonio de Padua, un santo de origen portugués que vivió en el siglo XIII. Es conocido por ser el intercesor en casos de pérdida de objetos, ya que, según la tradición católica, tenía el don de ayudar a las personas a encontrar cosas extraviadas.
La devoción a San Antonio en este sentido se originó debido a una historia en la que él mismo recuperó un libro de oraciones robado, y desde entonces se le pide ayuda para encontrar cosas perdidas. Una de las oraciones comunes en su honor dice:
"San Antonio, San Antonio, que se me ha perdido (menciona el objeto). Haz que lo encuentre."
Este santo es especialmente querido y venerado en diversas partes del mundo por su poder de intercesión en múltiples causas, pero sobre todo por su capacidad de ayudar a quienes buscan algo perdido, ya sea un objeto material o algo simbólico como la paz o la fe.