Bailey avanza hacia el carromato junto con los demás. No le gusta lo que ve, y menos lo que huele. Dado el poco o ningún entrenamiento que tiene con la espada, el llevar la mano a la empuñadura es un acto consciente, no uno instintivo. La tranquiliza... un poco.
Lo suficiente para mover e inclinar la cabeza hacia el bosque, escuchando... y oyendo algo.
"Silencio todo el mundo."
Para acompañar a sus palabras, Bailey se lleva el dedo índice de su mano libre a los labios, haciendo el gesto para todos. Entonces, poco a poco, la joven agacha la cabeza y empieza a acercarse hacia los árboles con el ceño fruncido y los dedos abriéndose y cerrándose alrededor de la empuñadura de su espada. Sus botas hacen el mínimo ruido posible, y con su brazo libre toca las ramas en su camino, pero no las aparta para no hacer ruido sino que se dobla más hacia abajo para seguir investigando.