Todos menos Bailey y Ronan
Con cuidado, Rachel toma a Milly en brazos, sus movimientos firmes pero llenos de delicadeza, mientras María se apresura a ayudarla. Milly parece más frágil que nunca. Su cabello, que antes caía con fuerza, ahora apenas son mechones dispersos que dejan al descubierto calvas repartidas por su cuero cabelludo. La piel de su cabeza, blanca como las nubes, parece casi translúcida, y su aspecto, delgado y quebradizo como el de un cervatillo perdido, resulta difícil de mirar sin que el pecho se encoja.
Entre Rachel y María la colocan con cuidado en la carreta, ajustando las mantas a su alrededor para protegerla del frío de la tarde. Primrose, con gesto preocupado, observa desde un lado mientras Thorian sube al asiento delantero y toma las riendas.
Primrose duda por un momento, sus ojos moviéndose entre Elijah y el fondo de la taberna, donde las bandejas de comida humeante se deslizan de un lado a otro en manos de los camareros. El posadero la observa desde la barra, con una ceja levantada y un gesto que deja claro que esperaba verla regresar a su turno.
Primrose respira hondo y, con voz firme pero cargada de disculpas, dice: “Lo siento, pero mi amiga me necesita. Volveré mañana, si todavía me queréis aquí.”
El posadero ladea la cabeza, como si estuviera evaluando sus palabras, antes de encogerse de hombros con una mezcla de resignación y fastidio. “Tú sabrás, niña,” responde, su tono cortante pero sin detenerse en discutir.
Sin añadir nada más, Primrose recoge su abrigo, coge a Timo de la mano, y se dirige a la salida. Al alcanzar la carreta, suben con rapidez, acomodándose al lado de Milly, su expresión decidida pero con una sombra de inquietud en los ojos. Mientras la carreta se pone en marcha, Primrose echa un último vistazo a la taberna, como si dejara algo más que un turno atrás.
“Vamos, Hollín, no tenemos tiempo que perder,” murmura Thorian al caballo, que parece sentir la urgencia en su tono. Las ruedas empiezan a rodar sobre los adoquines, rompiendo el silencio que envuelve el grupo mientras la carreta avanza hacia su destino. Las sombras del atardecer se alargan tras ellos, como si quisieran recordarles que el tiempo no está de su lado.