Bailey, María, Rachel, Elijah y Ronan
King sigue el rastro con determinación, pero su avance es lento. El bosque, enmarañado y con pasadizos estrechos, complica su camino, aunque el gran huargo no flaquea. Detrás de él, Esclavo lo sigue de cerca, quizá embriagado por el mismo rastro o simplemente confiando en su compañero de mil batallas.
Tras unos minutos de travesía entre ramas y arbustos, King se detiene de golpe, levantando el hocico para olfatear el aire. Esclavo imita su gesto, y por un instante ambos se miran, como si compartieran algo que no necesita palabras. Bailey y María, observando la escena, podrían jurar que los dos cánidos asienten ligeramente antes de cambiar de rumbo.
Con movimientos decididos, giran hacia el sur y luego al oeste, trazando una amplia "U" en dirección al Camino del Comercio. Sin embargo, el tiempo perdido y la espesura del bosque juegan en su contra. A pesar de su empeño, no hay señales de Milly, y el rastro, para ojos y oídos humanos, parece haberse desvanecido entre la maleza. Sin embargo, los cánidos siguen liderando la persecución, convencidos de que hay algo al final del camino.