La religión y ética turiana van estrechamente relacionadas. A ojos de un turiano, existe un código moral universal, pero también unas responsabilidades individuales que permiten discernir el bien y el mal en diferentes ocasiones.
Esta filosofía se traduce en la inexistencia de deidades bondados o caóticas que inciten a un determinado comportamiento. Los turianos creen en la existencia de espíritus, que pertenecen a lugares o grupos, con singulares cualidades que reflejan el carácter de los portadores. Estos entes no materiales residen en todo, incluso en un árbol milenario, en el cual se reflejaría la belleza y tranquilidad de la zona en la que crece.
Estos espíritus son por tanto inspiradores, pero no se puede apelar a ellos mediante una oración para obtener algo. Sin embargo, si es posible realizar rituales simbólicos para que el creyente reflexione o inspire su pensamiento.
La libertad religiosa es, al igual que la jurídica, completamente abstracta. Un turiano puede creer lo que quiera, y profesar su devoción a su manera, siempre y cuando esto no interfiera con su deber o el de sus compatriotas. Ello ha provocado, curiosamente, que muchos turianos adopten la creencia Siarista de las asari, o el Budismo y Confucianismo humano