Ben Stiller habla de ‘Severance’, de venderse y de ser judío hoy en día
David Marchese
23-29 minutos
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Credit...Philip Montgomery for The New York Times
la entrevista
Ben Stiller habla de ‘Severance’, de venderse y de ser judío hoy en día
Credit...Philip Montgomery for The New York Times
Cuando la serie ganadora del Emmy Severance (Apple TV+) regrese a las pantallas el 17 de enero, retomará la historia de las misteriosas actividades de Lumon Industries, y tal vez ofrezca algunas respuestas. En caso de que no hayas visto la serie o que necesites un repaso —han pasado tres largos años desde que se emitió la primera temporada—, Lumon es una perturbadoramente enigmática corporación llena de empleados robotizados, incluyendo al protagonista, Mark (interpretado por Adam Scott), que han elegido de forma voluntaria que sus conciencias sean divididas artificialmente en dos. Es decir, los yos laborales de los empleados (conocidos como intus) y sus yos fuera del horario laboral (sus exus) fueron desconectados psicológicamente, lo que genera un efecto desorientador e inquietante.
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Intentar dar sentido a un ser dividido es una idea con la que Ben Stiller, quien dirige y es productor ejecutivo de Severance, probablemente se sienta identificado. Él se convirtió en una superestrella con papeles en grandes éxitos de Hollywood, como las franquicias de La familia de mi novia y Una noche en el museo. Sin embargo, su trabajo más interesante lo ha hecho en películas independientes más complicadas y con tonos variados, como Greenberg, dirigida por Noah Baumbach, y Brad’s Status, dirigida por Mike White. Como director —su ambición siempre fue dirigir, no actuar—, Stiller, de 59 años, tiene un toque mucho más subversivo y distintivo que las comedias convencionales que lo hicieron famoso. Véanse, como prueba, sus sátiras oscuramente divertidas The Cable Guy y Una guerra de película (que también protagonizó), así como esfuerzos más serios como la serie policíaca de Showtime de 2018 Fuga en Dannemora.
Por eso no creo estarme extralimitando al señalar que siempre ha habido algo de tensión estilo intus-exus en la propia historia de Stiller. Una tensión, como pude ver al hablar con él en su oficina de Manhattan, a la que él también ha intentado dar sentido.
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The actor-director discusses the long-awaited return of the hit series, the comedies that made him a star and growing up with his famous parents.
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¿Hubo cosas concretas para las que trabajar en comedia te proporcionó las herramientas necesarias a la hora de hacer Severance, que yo describiría quizá como cercana a la comedia? Creo que la serie tiene su base en la comedia laboral, como The Office o Enredos de oficina o Parks and Recreation. Esta temporada probablemente fuimos a lugares más extraños, pero eso también formaba parte de lo que es la serie. El programa tiene que continuar su viaje y no puede quedarse haciendo lo mismo.
¿Crees que la segunda temporada sigue en la línea de una comedia laboral? Sí, se basa en la idea con la que empezó la serie: estas personas están en un lugar de trabajo haciendo un trabajo que no entienden; no saben quiénes son ni por qué están ahí. Para mí, esa siempre ha sido la base.
¿Sabes cómo termina la serie? Tenemos el final, sí.
¿Sería un spoiler si me lo cuentas? ¡Por supuesto!
¿Pero sabes hacia dónde te diriges? Sí, definitivamente tenemos un final. Creo que ahora sabemos exactamente cuántas temporadas, cosa que no diré.
¿Puedes decir algo enigmático que parezca revelar una pista sobre el final? [Risas] Digo, en mi mente, la serie siempre ha sido sobre Mark y su intus y su exus, y el destino final de ambos.
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Adam Scott, a la izquierda, y Stiller durante el rodaje de la segunda temporada de Severance.Credit...Apple TV+
Y la idea de la gente que está en el trabajo y no siente que tiene el control, no sabe quién toma realmente las decisiones… pensaba que Hollywood es así. ¿Tu propia experiencia laboral influyó en la serie? Creo que lo que dijiste es cierto, que en un momento dado siempre hay alguien que toma una decisión y no lo hace frente a ti o ni siquiera sabes quién es esa persona. Nunca se explica a la persona creativa por qué se toma una decisión. O, si se explica, generalmente no es la verdad. Es un cliché de Hollywood, pero en cierto modo es verdad que todo el mundo dice sí y no significa sí. Significa no, o déjame pensarlo; ahora más que nunca, sinceramente. Ahora es muy difícil conseguir que se hagan las cosas. Con la huelga, después de la covid, es más caro hacer cosas, y creo que aquellos que toman las decisiones intentan conservar sus empleos y averiguar cómo hacer que las cosas funcionen para ellos, lo que se traduce en restricciones y opciones más seguras.
A finales de la década de 1990 y hacia la de 2000, tu pan de cada día eran las grandes comedias de Hollywood, y en muchas de esas películas interpretabas a un tipo de personaje: alguien ajeno y bienintencionado a quien se hace sufrir indignidades, pero que al final resulta vencedor. ¿Comprendías por qué el público respondía a ti en ese rol? No. Recuerdo que una vez abrí el LA Times y había un escritor que escribió una carta: “Querido Dios, deja de poner a Ben Stiller en comedias”. Yo pensaba, “No sé, estoy aquí, me encanta hacer lo que hago”. Pero solo en retrospectiva puedo decir, “Vaya, estaba ocurriendo algo de lo que tuve la suerte de formar parte”. Pero no sé cuál era el espíritu de la época. Puedes fijarte en las comedias de la década de 2000, y eran un tipo específico de cosa, un tono, y hubo muchas cosas geniales en esas comedias que ahora no tenemos. No sé si se podría recrear eso.
Pero tuviste una serie de películas importantes, desde Loco por Mary hasta las secuelas de Una noche en el museo. ¿Sentiste tal vez que, como esas películas estaban teniendo éxito, te viste envuelto en algo que estaba fuera de tu control? No es algo que, cuando estás en ello, seas realmente capaz de analizar.
Como que no te creo cuando dices eso. ¿En serio?
Sospecho que fuiste muy estratégico a lo largo de tu carrera, pensando en lo que iba a funcionar en diferentes momentos. No lo creo, porque no creo ser tan inteligente. Sí tomaba decisiones. Lo recuerdo muy claramente: Una noche en el museo fue una decisión que tomé porque crecí cerca del museo de historia natural, y pensé: “Si fuera niño, me encantaría esto y sería divertido hacerlo”.
¿Pero y la decisión de Una noche en el museo 3? Cierto. [Risas].
Es un poco diferente, ¿no? Sí. Pero también es que en ese momento tienes un equipo armado, y todas ellas fueron divertidas de hacer, y no voy a no querer trabajar con Robin Williams o Shawn Levy. Pero cuando estaba en ese periodo, no creo haber tenido la capacidad de tomar distancia. Muchos actores y cineastas sí tienen esa capacidad. Lo único que me molestaba es que me gustaba hacer otro tipo de películas como cineasta, y nunca me detuve a dedicarle tiempo a eso.
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Credit...Philip Montgomery para The New York Times
¿Recuerdas experiencias en las que podrías haber estado pensando: “Quiero hacer esto”, pero luego te ofrecieron hacer Mi novia Polly o algo así? Sí, claro, y eso es una decisión personal que tomas en ese momento. El miedo siempre es algo importante. Vi una sesión de preguntas y respuestas con Jeremy Strong para la película El aprendiz, y alguien le preguntó: “¿Por qué quisiste hacer este papel?”. Él dijo: “Miedo”. Me identifico totalmente con eso.
¿Cuál fue una decisión que tomaste impulsado por el miedo? Creo que muchas decisiones nacen del miedo. El punto es si el miedo te va a alejar de algo o si vas a saltar al precipicio con él. Tuve la oportunidad de hacer Glengarry Glen Ross en Broadway probablemente en la época de Mi novia Polly. Decidí no hacerlo. Quizá me habría gustado. Pero era donde estaba en ese momento.
¿Han cambiado tus temores? Creo que a medida que envejeces todo cambia. Estoy en este momento de mi vida, ¿de verdad quiero correr este riesgo ahora mismo? ¿Cuánto me importa el supuesto mal resultado? Eso te importa un poco menos. El día después de que no le va bien a algo, o si recibe malas críticas, no es que haya cambiado nada en tu vida. Es solo cómo te sientes. Te sientes avergonzado o piensas: “Maldición, quería ser el ganador”. Pero ganar no siempre pasa. Normalmente no pasa. Entonces, ¿cómo vives con eso? Y cuando te arriesgas, sigue siendo importante que hayas dado el salto y que lo hayas hecho. Los fracasos pueden estar en no arriesgarse. A medida que envejeces, es algo que empiezas a sentir. Es como, simplemente quisiera vivir esta experiencia mientras esté aquí.
Hice una de estas entrevistas a Eddie Murphy, y me dijo que solo quiere hacer proyectos que sepa que van a funcionar. Lo cual no se parece mucho a lo que tú piensas. A veces el público tiene que tener tiempo. Creo que esto ha ocurrido en un montón de películas que he hecho. El público tarda unos años en entender, como con Zoolander. Zoolander no fue un gran éxito cuando salió, porque qué mundo tan raro, qué personaje tan raro, pero una vez que se aclimataron a él, se convirtió en algo que les gustó de verdad.
Reality Bites fue la primera película que dirigiste, y parecía dirigirse a la generación X, y eso no ha cambiado. ¿Es esa película representativa de algún valor generacional específico que tengas? Tengo la sensación de que la película es una cápsula del tiempo de dónde estábamos en ese momento, visto a través del cristal de la cultura pop. La escribió Helen Childress, quien partió de su experiencia y trató de encapsular los problemas con los que estaba lidiando. Yo la abordaba más como mi personaje, Michael, quien intentaba mercantilizarla un poco y estaba un poquito alejado. Helen era Lelaina [el personaje idealista interpretado por Winona Ryder en la película] y yo era Michael. Sin embargo, creo que, generacionalmente, los temas de esa película son atemporales.
Oh, no estoy de acuerdo. ¿En serio?
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Stiller como director de Reality Bites (1994)Credit...Universal, vía Everett Collection
Sí. ¿Por qué crees que son atemporales? Simplemente creo que es ese momento en el que, si tienes padres que te apoyaron o lo que sea, tienes que cortar el cordón y salir al mundo a encontrarte a ti mismo.
Estoy de acuerdo con ese aspecto. El aspecto de la película que a mí me parece representativo de una actitud de la generación X que básicamente ha desaparecido es la ansiedad generada por venderse. Pero creo que gran parte de eso se debe a cómo las redes sociales han cambiado la forma en que la gente puede subir su vida directamente a todo el mundo.
¿Cuál es la conexión? No entiendo. Simplemente que Lelaina hacía un pequeño documental con su cámara de video que luego tenía que darle a Michael para que lo pasara a la versión para MTV de lo que eso era, y en la actualidad vas directo a internet. Creo que ahora se espera que los jóvenes hagan eso. Que creen su propia película y la saquen al mundo. Tiene que ver con lo que dices, que es casi como si no te vendes, no estás haciendo lo que deberías. Eso siento con mis hijos. Veo esa presión que hay sobre ellos cuando veo a sus amigos y lo que publican y la imagen que dan al mundo. Es una responsabilidad: si no haces eso, no eres parte de lo que está pasando.
Sé que un proyecto que querías hacer desde hace mucho tiempo era una adaptación de la novela de Budd Schulberg ¿Por qué corre Sammy?. Es una historia sobre un personaje judío llamado Sammy Glick, un trepador amoral y manipulador en Hollywood, y su insaciable sed de triunfar. Es interesante que la quisiera hacer un hombre joven judío exitoso en Hollywood. ¿Qué de ese libro resonó contigo? Creo que Budd Schulberg lo vio como una metáfora de cualquiera que quiera llegar a la cima; esa mentalidad de hacer lo que haga falta. Por eso creo que la novela resuena. Siempre ha habido resistencia a ella, y puedo entender por qué. Durante mucho tiempo me sentí frustrado porque creía que esta historia debía hacerse, pero la otra cara de la moneda es que puede verse como si estuvieras enfocando a un personaje judío que es un judío que se odia a sí mismo y que está dispuesto a hacer cualquier cosa.
¿Y esa fue la resistencia que hubo a hacerla? En parte, creo que sí. Siempre ha sido difícil hacer historias del mundo del espectáculo en Hollywood porque la gente del negocio siente que el mundo exterior no está interesado en el lado más interno. Es curioso, ahora pienso en ello y me encantaría que esa historia se hiciera. Lo que me preocupa es cómo la interpretaría la gente de fuera, y lo digo como judío.
¿Hay aspectos en los que después del 7 de octubre es más complicado ser judío en Hollywood? ¿Las cosas se han sentido diferentes? Creo que el mero hecho de ser judío se siente diferente. Crecí en un entorno increíblemente protegido en el Upper West Side. Nunca experimenté el antisemitismo. Así que empezar a sentirlo ahora, cuando otras personas lo han sentido toda su vida, y ver el aumento de la violencia antisemita, es algo que nunca pensé que experimentaría en mi vida. Esa realidad es aterradora.
¿Se ha filtrado algo de esa realidad en tu vida laboral? Bueno, en lo que respecta al negocio, siempre han existido esas ideas erróneas sobre la presencia de los judíos en Hollywood. Gran parte de eso se debe al hecho de que hubo muchos judíos exitosos que iniciaron la industria cinematográfica de Hollywood, por lo que en cierto modo se concentró en sí misma. Pero la realidad de ese mundo ahora es muy diferente. La población judía es muy pequeña. Tardé mucho tiempo en darme cuenta, en mi mundo aislado, de que hay, ¿cuántos? ¿Veinte millones de judíos en todo el mundo? [El total real es de poco menos de 16 millones]. La proporción de éxito es algo difícil de manejar. Siento que ahora mismo hay tanto odio y antipatía allá fuera, y no se limita al antisemitismo. Es algo que sienten los judíos, pero la gente también lo siente en todas partes.
No tengo una transición suave para salir del tema del antisemitismo. [Risas]. Hagamos un giro brusco.
Según mi lectura de tu carrera, hacia 2010 se produce un verdadero cambio. Empezaste a hacer menos comedias grandes y convencionales y, en su lugar, hiciste películas como Greenberg, Mientras somos jóvenes y Los Meyerowitz: la familia no se elige. Hiciste La increíble vida de Walter Mitty y Brad’s Status. Todas ellas tratan de tipos de mediana edad que lidian con las grandes cuestiones de la vida. ¿Hacerlas fue el resultado de una decisión consciente de empezar a hacer otro tipo de películas? Sí. Por aquel entonces volví a Nueva York. Llevaba 20 años viviendo en Los Ángeles y quería pasar más tiempo en casa e intentar trabajar más cerca de casa. Pero para mí, donde realmente cambió mi perspectiva fue después de Zoolander 2. Fue la sensación de, “Todo el mundo la quiere y voy a hacerla, y me divertí haciéndola, ¡y luego nadie la quería!” Yo decía: “¡Pero dijeron que la querían!” Y, realmente, ¿tan mala fue? Fue entonces cuando me dije: “Tengo que tomar una decisión. Quiero hacer otras cosas y no salir corriendo si alguien me ofrece Zoolander 3”. Pero Zoolander 2 me dio el regalo de que nadie me ofreciera Zoolander 3. [Risas]. Además, mi matrimonio no estaba en un buen momento. Pasaban muchas cosas.
Dijiste que tu matrimonio estaba en un mal momento. Tú y tu esposa, Christine Taylor, se separaron por un tiempo y luego se reconciliaron. La vi en el programa de entrevistas de Drew Barrymore, y ella mencionó la idea de que la separación y la reconciliación eran el resultado de lo que ella llamó “brotes de crecimiento” de los adultos. ¿Cuál fue tu crecimiento durante ese tiempo? Cuando estuvimos separados, fue simplemente tener espacio para ver cómo era nuestra relación, cómo se sentía mi vida cuando no teníamos esa relación, cuánto quería a nuestra unidad familiar. Fueron como tres o cuatro años en los que no estuvimos juntos, pero siempre estuvimos conectados. En mi mente, nunca no quise que estuviéramos juntos. No sé dónde estaba Christine, tendrías que preguntárselo, pero la covid nos puso a todos juntos en la misma casa.
Un acto de Dios. Sí. Fue casi un año de vivir en la misma casa antes de que estuviéramos juntos de verdad. Pero estoy muy agradecido, y creo que no mucha gente se vuelve a juntar cuando se separa. No hay nada como eso, cuando vuelves. Aprecias mucho más lo que tienes, porque sabemos que podríamos no tenerlo.
Tengo entendido que estás trabajando en un documental sobre tus padres, Anne Meara y Jerry Stiller, el equipo de comedia. Si la gente no conoce al equipo, seguro que sabe que tu padre interpretaba al padre de George Costanza en Seinfeld. Sí.
¿Qué te ha revelado el trabajo en el documental sobre tu comprensión de tus padres? Me estoy dando cuenta de que todo se refleja en los problemas que tengo con ellos. Me siento muy afortunado de tener todo este material de mis padres y de nuestra familia en video, de estas películas en Super-8 que hizo mi papá y luego yo, y de las grabaciones que hizo mi papá. Horas y horas hablando con mi madre mientras escribían sketches o se les ocurrían ideas. O a veces nos grababa solo porque quería tener nuestras voces. Estaba pensando en eso esta mañana: cuánto quiero a mi padre, pero también esa tensión de no querer ser mi padre, pero todo el mundo quiere a mi padre. Y como hijo, me encantaría que me quisieran como querían a mi padre, porque era una persona encantadora. Pero también está lo de: pero yo soy yo.
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Stiller con su padre Jerry Stiller en Nueva York en 1978.Credit...Ron Galella, vía Getty Images
¿El conflicto estaba entre no querer ser tu padre pero también querer el afecto de la gente como él lo tenía? Creo que era más simplemente querer individualizarme de mi padre, querer ser mi propia persona, no estar en su comedia. Quería ser un director serio. Luego, cuando descubrí la comedia, no era lo que ellos hacían. Era Saturday Night Live. Hasta que fui mayor pude apreciar realmente lo que hacían. Pero en todo momento, mis padres me apoyaron mucho, sobre todo mi padre. Mi madre era un poco más dura como público. Mi padre era muy sobreprotector y le preocupaba el rechazo al que tienes que enfrentarte en el mundo del espectáculo. Es difícil cuando admiras tanto a un padre, en términos de cuál es su esencia. La esencia de Jerry era tan dulce. Me veo a mí mismo y pienso: “¿Soy tan bueno como él?”.
¿Lo eres? No lo sé. Lo intento. Evidentemente él no era perfecto, pero no era uno de esos tipos en plan de ganar, ganar, ganar. Su impulso era simplemente crear e intentar proteger a su familia y ser querido.
Estás sentado en un sofá, así que todo esto es apropiado. Ahora voy a recostarme.
Ese era tu padre. ¿Tu madre era una crítica más dura? Lo era. Era católica irlandesa, muy divertida. Creo que comparto más el sentido del humor de mi madre que el de mi padre. Ella era una actriz seria a la que luego mi padre atrajo a la comedia, a quien se le ocurrió la idea de que hicieran su número cómico para ganar dinero cuando llevaban cinco o seis años casados, en la década de 1950. Creo que nunca amó la comedia. De hecho creo que ella era más naturalmente hábil para ella que mi padre. Mi padre era divertido, pero su sueño era ser Eddie Cantor o Jack Benny. Mi madre era más una intérprete pulida, como de clubes nocturnos. Sabía cómo trabajar con el público y escribía obras de teatro, y estaba más interesada en escribir, leer y actuar en distintos tipos de cosas. Me vio haciendo comedia y decía: “Eso está muy bien, pero me gustó Greenberg” o “Me gustó Permanent Midnight”.
Hay un perfil tuyo de The New Yorker de 2012. El escritor mencionaba que habías estado desarrollando un proyecto llamado The Mirror. Se trataba sobre un hombre que tiene éxito en Hollywood al que le preocupaba ser un vendido. El escritor del perfil lo utilizó como un paralelismo para ti, pero lo que me interesó fue que tu madre vetó el proyecto. ¿Qué pasó ahí? La idea de la película era que mi familia tenía que interpretar a mi familia, y además había un psiquiatra que arrancaba todo el asunto. Quería que Gene Wilder interpretara a ese tipo, y se lo envié a mi madre y a Gene Wilder, y ambos lo rechazaron. Gene Wilder dijo: “Creo que eres genial, pero este proyecto no me gusta. [Risas]. A mí me parecía muy bueno. Mi madre no quería meterse en eso. Eso fue muy atípico en ella. Porque cuando empecé mi carrera, con videos de audiciones o cuando hacía un video para audicionar para Saturday Night Live, salieron mis padres. Pero por alguna razón, ese papel específico… no lo sé. Ojalá pudiera preguntárselo.
Hablaste de Saturday Night Live. Se sabe que estuviste en el programa en 1989 durante solo cuatro episodios o algo así. ¿Cómo es la conversación, cuando entras en la oficina de Lorne Michaels y le dices: “Me voy del programa en el que todos los comediantes jóvenes del país aspiran a estar”? Me dijo [haciendo una muy buena imitación de Lorne Michaels]: “Bueno, Ben hará lo que Ben tenga que hacer”. No fue lo más genial, pero yo sabía que no me podía ir bien ahí porque yo no era muy bueno para actuar en vivo. Mi madre habría estado mejor en ese programa. Me ponía demasiado nervioso, no lo disfrutaba, y quería hacer cortometrajes. Así que en ese momento, hubo razones, y tuve la oportunidad de hacer un programa en MTV [_The Ben Stiller Show_]. Salir en Saturday Night Live había sido mi sueño, pero en retrospectiva, no recuerdo exactamente cómo me atreví, pero por la razón que haya sido, seguí ese instinto.
Perdón por saltar de un tema a otro, pero leí las memorias de tu padre, Married to Laughter. Había un fragmento que quería leerte: “¿Qué palabras de sabiduría puedo darles a mis hijos? Ve más allá del brillo y el glamour y pregúntate por qué quieres actuar. Puede que tardes años en llegar a las respuestas, pero comprender las razones te ayudará a mantener vivo el sueño y a alcanzar tus metas”. ¿Comprendes las razones por las que haces lo que haces? Es una buena pregunta. Yo creo que sí. Creo que el punto es intentar acercarme a expresar mi verdadero yo, intentar de algún modo hacer algo que parezca real y quizá abrirme de un modo más íntimo. Es averiguar de qué se trata la vida. Aún no lo he averiguado, y siento que eso es lo que quiero hacer que sea el centro de mi trabajo.
Probablemente debí haber hablado de esto antes, cuando era más apropiado, pero me encanta una película que hiciste a mediados de la década de 1990 llamada Pesos pesados, acerca de un lunático llamado Tony Perkis que compra, a falta de un término mejor, un campamento para gordos, e intenta hacer que los niños adelgacen a base de torturas. Por cierto, es una película de Disney. Eso hoy no lo harían.
Unos 10 años después, en Pelotas en juego, hiciste un personaje llamado White Goodman, que también es el malo, que intenta profesionalizar una liga de balón prisionero. Es básicamente el mismo personaje trasladado de una película a la otra, ¿no? Shh, David. No, no lo son. Son totalmente diferentes. Uno tiene cabello rubio y el otro oscuro. Uno tiene bigote. [Risas]. No, digo, son dos de las experiencias más divertidas que he tenido en películas. Hicimos la lectura para Pelotas en juego, Rawson Thurber había escrito la película y la estaba dirigiendo y yo decía, “No sé qué voz tengo que hacer”. Me limité a hacer esa voz, y [Thurber] dijo: “Eso está perfecto”. Le dije: “Hice algo así en Pesos pesados”. Él dijo: “Ah, está bien”. Nunca pensé que estuviera intentando salirme con la mía. Nunca pensé que alguien 30 años después…
¡Heme aquí! ¡En el New York Times, denunciando a Pesos pesados y Pelotas en juego! Si pudiera volver atrás…
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Stiller en Pelotas en juego (2004).Credit...20th Century Fox, vía Everett Collection
Estoy decidido a sacar un dato sobre Severance que enloquezca a los obsesivos de internet. Así que, sin revelar demasiado, hay un episodio de la nueva temporada en el que alguien, y no está claro quién, camina y silba una melodía que, creo, es la melodía de “The Wreck of the Edmund Fitzgerald” de Gordon Lightfoot. ¿Es correcto? Bueno, no creo que eso sea un spoiler.
Pero, ¿niegas que la letra de esa canción sea quizá una clave para descifrar exactamente lo que pretenden Severance y Lumon? No diré nada.
¡Lo sabía! Quiero dejar todas las opciones abiertas. Pero no, solo soy fan de Gordon Lightfoot. Utilicé “Carefree Highway” en Fuga en Dannemora. Espero poder utilizar siempre su música porque creo que es uno de los grandes artistas de nuestro tiempo.
Permíteme que intente cerrar la entrevista con broche de oro. Tu ambición desde el principio era intentar hacer películas tan buenas como las de Albert Brooks. ¿Lo has conseguido? Dios, no. Él las escribió con Monica [Johnson], pero básicamente lo creó todo él solo. Tenía una personalidad que desarrolló. Supongo que se podría decir que Woody Allen también lo hizo. Pero había algo en el tono de su humor que es tan singular. Así que para mí la respuesta es no. En realidad, solo quiero acercarme cada vez más a hacer algo que me parezca tan bueno y tan honesto como se pueda, en términos de quién soy yo. Eso es algo en lo que siento que sigo trabajando y en lo que, espero, seguiré trabajando.
Fuente:
https://www.nytimes.com/es/2025/01/16/espanol/cultura/entrevista-ben-stiller-severance.html?utm_source=firefox-newtab-es-es