Como veremos a continuación, el mundo del vino ha estado marcado por fraudes desde la antigüedad. De hecho, en la Roma antigua el plomo se usaba para endulzar vinos, y algunos historiadores creen que su consumo pudo haber contribuido a la sordera de Beethoven. Con todo, pocos escándalos, o posiblemente ninguno, como el ocurrido en la década de 1980 en Austria. Casi se lleva por delante a la industria y sus clientes.
Jaque a toda la industria. En 1985, la industria vinícola austriaca enfrentó uno de los mayores escándalos de su historia cuando se descubrió que varios productores estaban adulterando sus vinos con dietilenglicol, un componente del anticongelante, para hacerlos más dulces y atractivos al mercado alemán.
Durante años, los consumidores de Alemania, principal comprador de los vinos austriacos, habían preferido vinos blancos dulces, lo que llevó a los vinicultores austriacos a buscar formas de cumplir con la demanda, incluso cuando las cosechas no producían uvas con la cantidad de azúcar deseada.
El “componente” mágico. El dietilenglicol no solo otorgaba un sabor más dulce y un cuerpo más denso al vino, sino que también era relativamente barato, costando apenas 5 dólares por cada 1.000 litros de vino tratado. De hecho y durante un tiempo, el truco pasó desapercibido y hasta engañó a expertos del sector. Es más, en 1984 un vino contaminado con la sustancia recibió incluso una medalla de oro en una feria internacional en Yugoslavia, lo que reflejaba lo efectivo que era el método para mejorar la percepción del producto adulterado.
El fraude salió a la luz cuando varios laboratorios alemanes, al analizar muestras de vinos importados, detectaron niveles peligrosos de dietilenglicol en botellas provenientes de Austria. Algunas contenían cantidades lo suficientemente altas como para causar daños renales y cerebrales en los consumidores. Cuando el escándalo se hizo público, las consecuencias fueron inmediatas y devastadoras.
Colapso de la industria. La reacción fue implacable. Millones de litros de vino austriaco fueron retirados de tiendas en todo el mundo, y países como Estados Unidos recomendaron a sus ciudadanos evitar por completo los vinos de la nación hasta que se completaran las investigaciones. En Alemania, más de 350 marcas de vinos austriacos fueron prohibidas, lo que afectó gravemente la economía del país alpino.
Fue tal la situación que la industria entró en una crisis sin precedentes. Las exportaciones se desplomaron en un 90% y los países que antes compraban grandes cantidades de vino austriaco empezaron a buscar alternativas en Francia, Italia y España.
Tirando vino de forma inédita. Más de 27 millones de litros de vino se destruyeron con métodos insólitos: en Alemania, los vinos contaminados se usaron como refrigerante en fábricas de cemento, y en Austria, durante un invierno particularmente frío, se utilizaron para descongelar carreteras.
Mientras, las autoridades arrestaron a más de 30 personas, incluyendo al químico Otto Nadrasky, señalado como el principal responsable de la adulteración, el hombre que proporcionó la fórmula tóxica a los productores. Contaba en un reportaje de la época el New York Times que algunos de los implicados fueron condenados a prisión, y uno de los vinicultores acusados terminó quitándose la vida tras recibir su sentencia.
El rescate de la industria. El escándalo también tuvo graves repercusiones políticas en Austria. La oposición exigió la renuncia del ministro de Agricultura, Gunter Haiden, acusándolo de haber reaccionado con meses de retraso. El gobierno del canciller Fred Sinowatz se vio obligado a implementar las regulaciones más estrictas de Europa para la producción vinícola, con controles exhaustivos y sanciones más severas para evitar futuras adulteraciones.
Con todo, los que acabaron peor parados fueron los vinicultores honestos, para quienes el daño fue catastrófico. En pueblos como Rust, donde gran parte de la economía dependía del vino y el turismo, muchos productores se vieron al borde de la quiebra. Aunque algunos clientes fieles siguieron apoyando a ciertos productores locales, la desconfianza del público general en los vinos austriacos tomó años en desaparecer.
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Cambio de paradigma. A pesar de la devastación, el escándalo también obligó a Austria a reformular por completo su industria vinícola. Los productores abandonaron progresivamente su énfasis en vinos dulces y se enfocaron en la elaboración de vinos blancos secos de alta calidad, como el Grüner Veltliner, que con el tiempo se convirtió en una referencia mundial.
Los historiadores recuerdan que tomó una década para que la reputación de los vinos austriacos comenzara a recuperarse, la misma que hoy en día es reconocida por sus vinos frescos, equilibrados y de gran calidad. Sea como fuere, el escándalo sigue siendo recordado como uno de los fraudes más impactantes de la historia del vino, un ejemplo de cómo la búsqueda de beneficios rápidos puede poner en riesgo la credibilidad y viabilidad de una industria entera.
Dicho esto, no ha sido el único, ni mucho menos.
El fraude y el vino. Lo explicaba hace tiempo The Spectator. Junto al caso de Austria, el sector siempre recordará siempre el de Rudy Kurniawan, quien en 2012 fue arrestado por el FBI tras descubrirse que tenía una fábrica de vinos falsos en su casa en California. Kurniawan mezclaba vinos de diferentes orígenes para recrear etiquetas legendarias como Mouton Rothschild de 1945, logrando engañar a coleccionistas y subastadores de alto nivel.
Y casos como el de Kurniawan son solo la punta del iceberg. A lo largo de la historia, productores sin escrúpulos han recurrido a adulteraciones para mejorar o falsificar vinos. Ya lo decíamos al inicio, desde la Roma antigua a la actualidad, la práctica ha continuado con fraudes más o menos peligrosos. Por ejemplo, en el siglo XX en Italia se añadió metanol, lo que provocó múltiples muertes.
Incluso Francia. El fraude también ha sido común en regiones de prestigio. En Francia, antes de la implementación de la denominada como appellation contrôlée en los años 30, los comerciantes diluían vinos de renombre con mezclas de vinos baratos, jugo de grosella negra y hasta sangre de res para mejorar su color y estructura. Esto llevó a conflictos en regiones como Champagne, donde en 1911 los viticultores se rebelaron con el lema "Champagne o muerte", exigiendo la protección de su denominación.
Y más allá del fraude comercial, los vinos de colección también han sido un blanco atractivo para los falsificadores. El caso de Hardy Rodenstock, un coleccionista alemán que en los años 80 y 90 vendió botellas supuestamente pertenecientes a Thomas Jefferson, es uno de los más célebres. Un dato: en una subasta, una de sus botellas alcanzó 156.000 dólares, hasta que un comprador multimillonario, Bill Koch, contrató a un exagente del FBI para investigarlas y descubrió que eran falsas.
Las casas de subasta. Los fraudes han terminado implicando a terceros, ya que a lo largo de los años se ha demostrado que muchas casas de subasta han ignorado deliberadamente señales de falsificación con tal de mantener la lucrativa venta de vinos “raros”. A este respecto, especialistas como Maureen Downey han denunciado que algunas de estas instituciones han sido cómplices pasivos de los fraudes, principalmente al no aplicar controles rigurosos.
Entonces, ¿es malo adulterar? The Spectator terminaba uno de sus reportajes con una pregunta clave. Si bien el fraude ha sido condenado por razones de salud y ética, no todas las adulteraciones han sido perjudiciales. Durante siglos, se reforzaban vinos como Burdeos o Borgoña con tintos más robustos del sur de Francia para mejorar su estructura. Cuando esta práctica terminó en los años 80, muchos consumidores se sorprendieron al descubrir que los vinos "auténticos" eran, en realidad, más ligeros y menos intensos de lo que esperaban.
De hecho, el libro Vintage Crime, de Rebecca Gibb, explora muchas de estas historias con un enfoque revelador. Y es que, más allá del escándalo, lo que todos estos casos demuestran es que el mundo del vino siempre ha sido una mezcla de tradición, engaño y adaptación, donde la línea entre autenticidad y falsificación es mucho más delgada y difusa de lo que muchos quisieran admitir.
https://www.xataka.com/magnet/1985-austria-encontro-como-hacer-vinos-dulces-para-alemania-problema-casi-acaba-industria-sus-clientes