Todos
La criatura levanta el mentón al oír la voz de Milly, su mirada ámbar fijándose en la joven como si acabara de notar una flor especialmente viva entre la maleza. Sus labios se curvan en una sonrisa que parece estar ahí desde antes de que llegaran, como si supiera que alguien acabaría pronunciando esa frase exacta.
"La que duerme en la sombra, bajo piedra y raíz…", repite, con una voz suave como la seda húmeda. "Oh, hacía tiempo que no escuchaba ese nombre. Lo usaban los niños perdidos y los pastores viejos. Me halaga que aún corra por ahí."
Hace un gesto con la mano, lento, casi flotando en el aire, y el cascabel de su cola tintinea de nuevo.
"Algunos dicen que soy un dragón…", ríe, con una musicalidad que hiela la piel más que la alivia—. "Porque les resulta más fácil temer lo que entienden. Pero no… yo soy una la"—
"Lamia", interrumpe Thorian, que ha dado un paso al frente sin desenvainar el arma, pero con una tensión evidente en los hombros y la voz baja, como si su garganta dudara entre advertir o preguntar.
La mujer-serpiente lo observa con sorna, como si esa interrupción no hiciera más que confirmar su idea del mundo. Su cola se enrosca de nuevo con una gracia peligrosa.
"Correcto. Una lamia. De las viejas. De antes de que las historias nos encasillaran en la crueldad o la locura. Mi nombre es Serethys", dice, dejando que el nombre se enrosque en el aire como humo.
Se desliza unos pasos más allá, su cuerpo inmenso recorriendo el claro. Su movimiento no es de amenaza, sino una danza elegante.
"Y ahora que sabéis mi nombre y me habéis despertado… decidme, pequeñas luces errantes: ¿qué buscáis en este confín del bosque perdido? ¿Sois meros soñadores siguiendo un mapa, o piezas de algo más grande que aún no veis?"