Todos
Mary sube las escaleras de caracol en silencio. Sus pies descalzos no hacen ruido sobre la piedra, como si no quisiera molestar al lugar ni a los recuerdos que aún flotan en él.
Cuando alcanza la capilla, la encuentra.
Annie está de pie, o algo parecido.
La postura rígida, la mirada fija en un punto indefinido, como si el mundo aún no hubiera terminado de regresar a su sitio. Sujeta un extremo de su falda con fuerza, los nudillos blancos.
Mary se detiene un momento antes de acercarse. Luego corre y la abraza por la cintura.
Annie baja la vista.
La reconoce.
Se agacha y la envuelve sin decir una palabra.
Los ojos húmedos, pero sin lágrimas.
Solo confusión.
Y agotamiento.
Rachel se acerca, despacio.
"¿Estás bien?"
Annie asiente.
Una vez.
Sin convicción.
"Sí…" responde al fin, con voz baja—. "Solo… intento entender qué ha pasado."
Y entonces mira alrededor: las losas partidas, el aire denso, el cuerpo de Verbal aún bañado en luz. Todo. Pero no dice nada más.
Pizz recoge la espada del hombre sombrío. La hoja aún está tibia, con un filo oscuro que no refleja la luz, como si no quisiera recordar lo que ha hecho.
No hay runas.
No hay más poder que el que se intuye… y ya no se queda.
Mira a su alrededor, rebuscando con ojos codiciosos, pero lo comprende enseguida: no queda nada de valor. Quizás nunca lo hubo.