Isolee Te contaré una historia de amor. Hace no mucho tiempo, ni tampoco poco diría yo, había un joven melenudo que se cortó esa melena que tantas veces ondeó al viento y se casó. Este joven detestaba llevar cualquier cosa en sus brazos o manos. No era solo una posible incomodidad, era un símbolo de libertad. Pero en la boda había anillos a las que se denomina alianzas, como si fuese canción de fuego y hielo. Así que ese joven sopesó la idea de no portar el anillo, que al ser de una boda se llama alianza. Así que se lo comentó a su contraparte, la que dijo tú puedes hacer lo que quieras, yo siempre portaré este anillo no solo en mi dedo, sino también en mi corazón, porque es el símbolo de nuestro amor. Así que este joven, pringado, decidió portar él también el anillo y aún a día de hoy sigue notando como se le aferra al dedo. Por eso es habitual verlo jugar con el anillo entre sus dedos, no porque tenga un interés especial en jugar con él, sino para precisamente sentir que es él el que sujeta el anillo con sus dedos y no su dedo en el anillo.
Pero la historia es caprichosa y el destino quiso que un día su contraparte se desprendiese del anillo para no perderlo en las playas y en las aguas mediterráneas, tras lo cual se perdió la pista a dicho anillo, quedando únicamente nuestro joven pazguato con el anillo símbolo de su amor.