Capítulo 198: “No peleo por él… peleo por lo que me haces sentir, maldita.”
(Interior. Cocina de la posada "El Cerdo Combatiente". Huele a sudor, a tabaco barato y a plátano frito. Las ollas hierven. Afuera, Ronan está buscando leña pero claramente es mentira. María entra moviendo la cadera como si el mundo le debiera dinero. Bailey ya está ahí, con las botas sobre la mesa y una mirada que mata más que el dengue.)
María Auxiliadora del Valle Chacón y Paredes (tirándose el pelo para un lado, con voz de plomo y pestañas erguidas):
“Ajá, Bailey del Carmen Josefina Durán de Monteverde. ¿Qué haces tú aquí, malparía? ¿No te habían soltado en el monte pa’ que te cogiera un oso?”
Bailey del Carmen Josefina Durán de Monteverde (levantándose con ese escote desafiante como declaración de guerra):
“Estoy esperando a ver si alguien con tetas prestadas y autoestima de gelatina me viene a dar órdenes. Y mírala… llegó la reina del cacao y de los orgasmos fingidos.”
María (acercándose con tacones como metralla):
“Mira, La Coromoto del Norte, tú podrás tener cara de mujer ruda y cuerpo de potranca, pero Ronan ya probó de este mango y pidió más. Lo tuyo será puro músculo, pero lo mío es sazón de abuela bruja y licor de fresa en los pezones.”
Bailey(riendo con desprecio y sacándose una arepa del escote):
“Ronan es un bobo con espada. ¡Tú y yo podríamos tener lo que él no puede ni soñar! Pero estás muy ocupada actuando como vedette de segunda en un circo sin carpa.”
María (jadeando de ira y deseo reprimido):
“¡No me provoques, coño! ¡Que me dan ganas de arrancarte esa trenza y usártela de collar mientras te monto como a burro e’ procesión!”
Bailey (clavándole la mirada, ya muy cerca):
“¿Y qué esperas, María Auxiliadora del Valle? ¿Un permiso del cura? Si tanto me odias… ¿por qué me sueñas cuando te tocas en las noches calientes del llano?”
(Pausa. Las ollas hierven. Se miran. Se respiran. Un mango cae por la ventana. El gato se esconde. María muerde el labio y empieza a llorar de la rabia, pero no retrocede.)
María(voz quebrada):
“Porque me das miedo. Porque me dan ganas de ti… y no sé si eso es castigo o milagro.”
Bailey (acariciándole la cara con una mano sucia y firme):
“Es deseo, mi amor. El mismo que hace que esta cocina huela a plátano y pecado.”
(Se besan como si el fin del mundo fuera una lengua enredada. Se cae una olla. Un cuchillo se entierra solo en la madera de la mesa. Una vela se apaga. FIN DE ESCENA.)
Resultado: Ronan se hace gay.